Connie Todo el día nos mantuvimos ocupados, pues realmente tenía demasiadas juntas a las cuales asistir. Yo me mantuve en completo silencio; apenas me dirigía la palabra cuando me miraba. Casi creo que me quería matar. Dios, este ambiente se sentía tan tenso. Cuando llegamos a la última reunión, es en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Nicolò camina delante de mí y de Álvaro. Este voltea a verme y me sonríe con lástima. Yo solo sonrío y agacho la cabeza. Cuando llegamos a la mesa que tenían reservada, se encuentran dos hombres, uno mucho más mayor que el otro. Ellos se estrechan la mano. Nicolò está a punto de decirles algo cuando el hombre mayor lo interrumpe. —Pero, muchacho, no seas grosero. Presenta a este joven y a la linda chica. Él sonríe, pero sé que su sonrisa no es

