Nicoló Estoy sentado en mi oficina y suspiro. Cierro los ojos y sonrío. Qué estupidez, en serio. Me dijo "ogro", esa chica de verdad que es única. ¿Quién toma tan mala situación de esa manera? Yo ya hubiera destrozado todo. De pronto, mi celular suena. Cuando veo el nombre en la pantalla, vuelvo los ojos con fastidio. ¿Y ahora esta mujer qué diablos quiere? —Hola. —Cielo, ¿cómo estás? Ay, pero qué pregunta, si estás muy bien. Yo no la dejo terminar de hablar. Esta mujer de verdad es una zorra y no tiene límites. —¿Qué quieres? Mireya, me haces perder el tiempo. ¿Por qué no hablas de una vez? Ella se queda un momento en silencio y se oye cómo suspira. —Está bien, cielo. Si así lo quieres, hablé con el abogado. La lectura del testamento se hará dentro de 4 días. Lo tuve que adelantar

