-¡Silencio todos! -exigía con una voz imponente la líder roja -¡Pongan al culpable al centro! -Ella se dirigió a la parte trasera del lugar y se sentó en un trono de piedra color gris que se levantó como por arte de magia al sentir su presencia en el lugar -¡Empezaremos tu juicio ahora!
El lugar en el que se encontraban ahora era muy distinto a la caverna. El piso estaba hecho de un polvo gris muy brillante que picaba al caminar por el. Había pequeños bordes como una pequeña barda rodeando el pequeño lugar que constaba de 150 metros cuadrados. Estos bordes eran grises igual pero con unas letras doradas talladas en ellos. El resto del lugar era como estar en el mismo infinito, una inmensa obscuridad en la cual pequeñas luces blancas se desplazaban de un lugar a otro como si fueran estrellas en el cielo. Además del inmenso frío corría un viento que en momentos se intensificaba haciéndose más veloz. Este viento levantaba un poco de tierra en todo momento dificultando la visión de Robinson quien con sus manos intentaba taparse un poco para seguir observando.
Los guardias lo pusieron en el centro y el quedó de frente a la mujer en su gran y alto trono. Se veía imponente desde su lugar.