—Dije que no irás —repitió con firmeza Sergio.
María lo miró incrédula y, después de bufar una risa más de cansancio que de otra cosa, explicó su postura, una válida para todo el mundo, excepto para el furioso chico que intentaba detener a su novia.
—¿Sabes? —habló la joven—. No te estaba pidiendo permiso, es el cumpleaños del hermano de mi mejor amiga y te estoy invitando a ir conmigo.
—Pero yo no tengo ganas de ir, ni tengo ganas de ver cómo te exhibes frente al puño de idiotas que seguramente asistirán a la fiesta —dijo bastante molesto Sergio haciendo molestar a María.
—¿Exhibirme? —preguntó la chica y negó con la cabeza mientras intentaba inútilmente entender lo que le pasaba por la cabeza a su novio.
Hacía algunos meses que sus encuentros parecían ser solo para discutir por ab
