—Y entonces, Valentín, súper ebrio, levantó una hielera llena de tequila para hacer su trigésimo brindis de la noche —dijo ella con la voz cortada por las risas—... Otro brindis por ti —completó volviendo a llorar—, el que no estaba en físico, pero que siempre estaría en nuestros corazones. Lo siguiente a ocurrir fueron más sollozos y, seguramente, muchas lágrimas. » Ni siquiera estás muerto y ya te recordamos como si no pudieras estar… tienes que levantarte pronto y romperle la cara a ese imbécil. Era difícil no llorar, había pasado tanto tiempo que sus esperanzas comenzaban a apagarse con el paso de los días, a momentos se sentía como que, en algún momento que no sabía identificar bien, había iniciado una cuenta regresiva. » No quería volver a llorar frente a ti —dijo—, pero esto e

