—En realidad —habló María con el hombre que la escuchaba atentamente en esa no tan pequeña sala en que ya se había acostumbrado a estar una vez por semana—, sí creo que estaba intentando regresar al coma, porque ahí ambos estábamos vivos, por eso estaba escudándome en mi cansancio para regresar mi vida a ese estado entre sueños en que la vida era mucho mejor. —Te lo dije —dijo Tadeo, el psicólogo que la veía bastante complacido de la evolución de esa chica en tan poco tiempo—, todo tiene una razón de ser. Me alegra mucho que hayas encontrado la razón detrás de tu actuar, así lo puedes eliminar. María asintió. Eliminar ese pensamiento absurdo, que no le hacía ningún bien, era algo en lo que tenía tiempo trabajando porque, aunque no lo había admitido en voz alta antes, en su cabeza tenía

