—Pensé que ya no lo ibas a ver —dijo Alicia al ver entrar a su hija a la casa luego de verla llegar hasta ahí de la mano del chico que había prometido, el día anterior, dejar de ver—. ¿Por qué venían de la mano? ¿Ya son novios? María la miró, primero asustada, porque no esperaba encontrarla justo al abrir la puerta, y mucho menos había esperado que los viera llegar juntos, de la mano; pero, cuando su última pregunta cruzó sus oídos, la sorpresa se tornó en descontento. —No somos novios, mamá —respondió la joven lo que le parecía más urgente aclarar—, y veníamos de la mano porque, huyendo de él, tropecé con mis mismos pies y tuve una crisis, así que me ayudó a regresar a casa mientras me ayudaba a tranquilizar. —¿Cómo te tranquilizó? —cuestionó Alicia de verdad interesada, porque, al m

