La lluvia caía violentamente sobre la aldea cuando los tres viajeros salieron del bosque y llegaron a vista de la pequeña Iris, que desde la ventana, esperaba ansiosa su llegada. Una vez entraron, empapando el suelo de de la cantidad de agua que tenían encima, la pequeña se acercó a Merlyn con la cara pálida, y tomándola de la mano sin mediar palabra con nadie, tiró de ella: —Merlyn, esa ropa está empapada y hay hombres delante. Ven conmigo. La llevó a otra habitación y rebuscó algo de ropa en unos arcones de paja. Merlyn tomó una toalla sucia del suelo, como toda la ropa que había tirada sobre él, y la usó para secarse el cabello. Iris le dio un jersey de lana bastante largo, que podría usar como vestido. —Gracias, se siente grueso —dijo sonriendo. —Sí, lo hicimos con lana de ovej

