capítulo 5

2296 Words
Cuando la joven Merlyn abrió los ojos, un fuerte dolor recorría su brazo y su cabeza. Estaba aturdida, tumbada boca arriba en algún lugar, junto a una hoguera que la mantenía caliente. Lo último que recordaba fue como una criatura que no pudo ver la atacaba, debería estar muerta, y sin embargo no era así. Intentó incorporarse, y quedó sentada sobre unas mantas sobre el suelo. Seguía en el bosque, pero no era el mismo lugar. El Sol atravesaba la copa de los árboles y el cielo azul se divisaba majestuoso entre ellos. Observó su brazo derecho, y éste estaba cubierto por telas en la zona del mordisco. Llevó su mano a la cabeza, y también estaba cubierta por la misma tela. Miró a su alrededor, en busca de su salvador, y lo encontró; un inmenso lobo blanco caminando hacia ella. —Varkolak…¿Por qué estás aquí? —preguntó Merlyn, sin esperarse verlo de nuevo. El lobo, soltó varios conejos que traía en la boca y clavó sus ojos en la chica. “El bosque está lleno de peligros y criaturas que acabarían con tu vida en un segundo, elfa. Fui responsable de que te atacaran. Sólo no quiero estar en deuda contigo, así que esto iguala las cosas". —Gracias, me salvaste —Sin poder evitarlo, se le escapó una profunda sonrisa de agradecimiento que a Varkolak pareció incomodar—. Entiendo que quieras viajar libre y sólo. Yo no tengo un destino a dónde ir, mi vida ha sido estar encerrada en la casa Grimmdoth y ahora que estoy fuera de ella, no sé qué hacer. Su voz sonaba vacía, sin ninguna esperanza. La alegría que pudo sentir al principio se estaba esfumando, viendo que estuvo a punto de morir y además deberá continuar sola. "Sólo sabes lamentarte y quejarte de todo. Eres odiosa, enserio. No tienes orgullo, careces de valor para hacer algo por tu propio pie. Tienes un mundo inmenso bajo tus pies y la sangre de elfos en tus venas. ¡Deja de llorar y ponte en pie!". El grito mental de Varkolak la hizo ponerse en pie de un salto. Éste, tomó uno de los conejos que aparentemente había cazado y se alejó, dejando el otro allí para Merlyn. —¿Qué se supone que debo hacer con eso? No he cocinado nunca, ni tengo siquiera un cuchillo. Varkolak lanzó un bufido impaciente mientras se perdía por el busque, y no le respondió. La chica tomó el animal, y pudo ver qué aún seguía con vida. El mordisco del lobo le había desgarrado la garganta pero el pequeño aún se aferraba a la vida. Merlyn no fue capaz de verlo entonces como su comida, sino como una vida agonizando llegando a su final. —Lo siento mucho, pequeño. Debes estar sufriendo tanto… Habrás vivido siempre huyendo de depredadores más grandes, intentando sobrevivir. De alguna manera puedo entender este cruel equilibrio del mundo, pero en mis manos no eres comida, hoy no. Merlyn puso su mano derecha sobre la garganta del conejo, y una suave y cálida luz verde comenzó a inundar aquél pequeño rincón del bosque. Varkolak apareció como una flecha a sentir magia, pensando que sería un enemigo, pero sólo llegó para ver como un conejo al borde de la muerte, se había recuperado por completo y corría entre los árboles de regreso a su madriguera. “¿¡Qué estás haciendo!? No, más bien…¡¿Cómo diantres has hecho eso!?". El lobo lucía molesto y sorprendido a partes iguales. Merlyn se puso en pie, aún cubierta tenuemente por la luz verde que se iba disipando y que también había curado sus heridas. Se quitó las vendas y su cabello rojo cuan fuego fue mecido por el viento. —No sé cómo lo hice, sólo sentí mucho dolor por él, y quise curar sus heridas. Quizás ya esté aprendiendo a usar mi don. “Eres definitivamente la persona más mentalmente estúpida que conocí… Acabas de quedarte sin comer por a saber cuánto tiempo, y encima pareces orgullosa de ello". —Lo siento… te molestaste en conseguirlo para mí, pero me sentí muy mal al ver el dolor en su ojos… se rindió a su destino y de alguna manera me sentí identificada. Varkolak cada vez parecía más molesto. Pero decidió ignorarla nuevamente y volver a perderse en el bosque. Merlyn observaba mientras tanto sus heridas desaparecidas en el brazo y al lugar donde el conejo huyó. No sabía que la había atacado, ni entendía qué clase de poder era ese. Margoth le había enseñado a elaborar pociones que podían acelerar el proceso de curación, pero no a tal nivel. Quizás su sangre de elfo tiene más secretos de los que pensaba. Caminó hacia donde Varkolak había desaparecido, y lo encontró sentado junto a un árbol olfateando nuevamente el aire. —¿A quién buscas? —preguntó la joven acercándose un poco más, pero a una distancia prudente para no incomodarlo y que se fuera de nuevo. “Eso no es asunto tuyo, elfa. Nuestra unión terminó cuando salimos de la ciudad". Aunque hablaba directamente en la mente de Merlyn, ésta sintió que el lobo estaba molesto con ella, quizás incluso le incomodaba que estuviera cerca. —Siento haberte hecho enfadar, Varkolak. Pero no quiero viajar sola. Déjame acompañarte. Me salvaste la vida, sé que no eres malo. El gran lobo blanco giró su cabeza hacia la chica. En sus ojos, incomodidad y odio aparecieron. “Yo viajo sólo, elfa. No creo vínculos con nadie que no sea mi manada, y odio profundamente la sangre humana que corre en tu interior. No tienes el orgullo de un elfo, así que a mis ojos eres una humana estúpida y débil". Merlyn agachó la cabeza, sin decir nada. Si ni siquiera podía ser vista como elfo, es que su trabajo tras tantos años había sido inútil y poco producente. Varkolak se volteó completamente y en su segundo, había corrido hacia Merlyn, tirándola de espaldas al suelo, y como un perro sobre su comida, el lobo se detuvo sobre ella, atrapándola bajo sus patas. —¿Vas a matarme? —preguntó sin apenas miedo ni sentimiento en la voz. “Cada vez que hablas te odio más, maldita elfa. ¿No eres capaz de defenderte ni de mis palabras? Por mucho que te haga sentir inútil y te hable mal, no eres capaz de protestar, de odiarme, de querer matarme… ¿¡Dónde está tu maldito orgullo!? Pareces un simple cuerpo sin alma propia". —¿Quieres saberlo, lobo? He vivido tantos años anulada de mi propia voluntad que ahora no soy capaz de tenerla. Aún me siento culpable de huir, aunque sé que fue lo correcto. Mi vida consistía en insultos y golpes constantemente. Sólo entrenaba, leía, estudiaba y así durante doce años. En esta ocasión, sí parecía tener más fuerzas sus palabras, pero Varkolak no parecía satisfecho y no se movió. “Ya te libraste de esas cadenas, así que deja de ser una marioneta del reino. Si quieres sobrevivir en este mundo, debes desconfiar de todo y estar siempre alerta". Pudo su enorme zarpa sobre el pecho de la chica, dejándola inmóvil en el suelo, casi sin poder respirar. "Si quieres tener una oportunidad de llegar a vivir un día más, libérate. Quítame de encima tuya. Si no, será más fácil que te devore y te evitaré una muerte más dolorosa". Merlyn usaba sus manos para levantar la pata del animal, pero siquiera podía moverla un milímetro. Le pateaba con las piernas a dónde alcanzara, pero tampoco conseguía nada. Varkolak apretaba cada vez más, hasta el punto de que Merlyn no podía recibir nada de aire en sus pulmones. Comenzó a desesperarse, a patear y golpear más fuerte la pata y el pecho del lobo pero a cada segundo, veía más cercana su muerte y más lejana la libertad. Desesperada al punto de dejarse llevar por sus instintos, levantó la mano hacia el hocico del animal, y antes de que pudiera reaccionar, todo se había rodeado en un intenso fuego que se elevó como una torre hacia el cielo, haciéndolo saltar hacia atrás y liberando a la chica. Por suerte, el fuego no llegó a prender el bosque, pero fue lo suficientemente poderosa la ráfaga ígnea que Varkolak se tiró al suelo sufriendo quemaduras en casi todo su cuerpo. Se sintió estúpido y débil por permitir que la simple magia de una medio elfa le hubieran dejado en ese estado. Aullaba de dolor y rabia. —Lo siento, no quería hacerte daño… sólo no pensé lo que estaba haciendo —dijo Merlyn corriendo hacia él. “No te acerques maldita elfa. ¿Crees que un poco de fuego me matará? Las quemaduras se curarán". Eso decía, pero desde los ojos de Merlyn, ese lobo estaba calcinado, su pelaje se había vuelto carbón y la piel se le estaba desprendiendo. Los ojos ahora solo eran dos bolas de ceniza y su boca ni podía abrirla, pues la piel se había carbonizado casi sellándola. —Lobo, vas a morir por orgulloso… Si tú me acusas a mí de no tener valor o voluntad, quizás deberías replantearte si ese exceso de orgullo tuyo es acaso mejor. —increpó por primera vez Merlyn, pero con su voz suave y carente de algún sentimiento en ella. No obtuvo respuesta, por lo que se empezó a preocupar. Se acercó todo lo que pudo y puso sus manos sobre la cabeza del lobo. Se concentró para intentar hacer lo mismo que había hecho con el conejo. Quería curar sus heridas y si luego éste la devoraba como castigo por el daño causado, lo entendería. “Déjame sólo. Ya no tengo a nadie. Quiero morir sólo…". Su voz se sentía débil y casi delirando. Si no hacía nada, moriría. Concentrándose en él, olvidándose de su entorno, de sus problemas o de cualquiera que tras la torre de fuego fuera tras ella, la luz verde volvió a aparecer. Cubrió por completo a Varkolak y comenzó a calentar el aire. Era agradable, como un abrazo añorado, como un reencuentro. Sentía muchas cosas al mismo tiempo, incluso a su padre. Le había prometido ser fuerte y sobrevivir y sin embargo la mayoría del tiempo era algo que le daba igual. Se sintió después de mucho tiempo, inútil y débil, al igual que Varkolak le había dicho. —Tenías razón, lobo blanco Varkolak. Perdí mi razón de luchar, el cuál sería sobrevivir por mi padre. Él murió el día que me trajeron aquí, y le había prometido ser fuerte, pero esa fuerza la absorbieron ellos y comencé a sentirme realmente como un simple objeto o arma para Zaphyria. Te prometo que si sobrevives a esto, y me dejas acompañarte, cambiaré. Volveré a buscar la felicidad que la libertad me otorgará. Prometo ser cómo debería haber sido, pero por favor, no me dejes viajar sola. No quiero seguir sola… Comenzó a llorar sin darse cuenta, era como si hubiera abierto un cajón que ya no podría cerrar hasta que vaciara por completo. Todo lo que había retenido durante años, todo el miedo y la frustración, estaban saliendo junto a esas lágrimas. No se dio cuenta de que Varkolak, había recuperado sus ojos, su piel, su cabello, y la observaba sentado entre la incredulidad y el miedo. Merlyn había no solo curado a un lobo cuya fuerza y resistencia a la magia era diez veces superior a los humanos o a los elfos, sino que esa misma magia, fue la causante de que estuviera a punto de morir. “No sé quién eres… pero tus enemigos terminarán por temer tu nombre". De un sobresalto la joven secó sus lágrimas y dejó de llorar. —¡Estás vivo! —exclamó sin poder evitar reír abrazándose a su hocico. Varkolak se apartó de ese incómodo abrazo, haciendo que la joven cayera de boca al suelo. “Odio el contacto. No vayas a pensar que te debo algo por salvarme o que somos amigos. Dejaré que viajes conmigo, y repito, no por qué te deba nada, sólo porque eres una inútil que sola no aguantará al alba del próximo día". —¿De… de verdad? —preguntó incrédula—. Vale, seré buena, te haré caso, no salvaré más conejos si eso te molesta… La mirada que le lanzó Varkolak la hizo callar en un segundo. Dió un aparente suspiro, sabía que se iba a arrepentir de la decisión. "Yo estoy buscando a mí manada. Soy hijo del Alfa y debo estar con ellos para reinar a la manada cuando él falte. Y tú… deja de esperar que te diga qué o no hacer, ten iniciativa, maldita elfa estúpida, o te mandaré de vuelta a Nebrea de un cabezazo". Tras hablar, dió media vuelta y comenzó a caminar, seguido rápidamente de Merlyn, a varios metros de él. —Oye, Varkolak. Ya que vamos a viajar juntos, ¿puedo saber qué fue lo que me atacó? “Odio tus preguntas… fue un lobo. No un hombre lobo como yo, un lobo corriente". Merlyn pensativa sentía que sólo había sido una respuesta genérica para quitarse de encima la conversación, pero no quería preguntar más para no hacerle cambiar de idea y que huyera corriendo. —Gracias —dijo Merlyn sin mirar directamente al lobo, y que no se lo tomara como agradecimiento a él—. Algún día me gustaría verte en tu forma humana. Sin detenerse, pero ya visiblemente molesto y malhumorado de tener que seguir con más conversaciones inútiles, aligeró el paso, dejando a Merlyn detrás, corriendo para alcanzarlo. “Si vuelves a mencionar mi lado humano una vez más, correré y nunca más volverás a verme. Y ahora cierra la boca, no quiero hablar".
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD