2. Nueva Vida

1485 Words
¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. [Robert Hal] Los rayos del sol iluminaban el pequeño pueblo de St Mary, a las afueras de San Francisco, la lluvia ligera típica de la región comenzaba a mojar los techos de las pequeñas casas de piedra, sus callejones y sus calles, poco a poco el día iba llegando y con él, los hombres y mujeres madrugadores y más fieles salían de sus casas desde temprano, han pasado cerca de cinco años desde aquella tragedia que cambió mi vida para siempre… *Flashback cinco años antes* Desperté en medio de una habitación en colores blancos y cremas, no era un hospital, tal vez un centro de salud en elgun lugar del mundo, hacía calor, pero no el suficiente, mi cuerpo ardía, sobre todo en el pecho, abrí los ojos, pestañeando varias veces, había personas a mi lado, heridas también, con pies o manos enyesados, médicos y enfermeras entraban y salían de las habitaciones junto a la que yo me encontraba —buenos días, despertó— una mujer, una mujer mayor, una religiosa, supe que lo era por su vestimenta, me miraba con demasiada atención —perdón, pero… ¿nos conocemos? ¿Dónde estoy? ¿Qué me pasó? — pregunto un poco confundido y con la garganta seca, la mujer se acerca a mi y me extiende un poco de agua —tranquilo, sufrió un accidente, pero ya está bien, es mejor que descanse, el médico vendrá enseguida— dice ella con voz paciente, asiento. Seguía un poco mareado por los medicamentos, mi mente daba vueltas, intentando procesar y tratando de recordar lo que me sucedió, pero nada venía a mi mente, ¿tuve un accidente? ¿Cuándo? Tampoco lograba recordar mi nombre o quien era ¿será algún efecto secundario? —buenos días, padre Hal, soy el doctor Foreman— dice un médico al entrar ¿ha dicho padre Hal? ¿soy un sacerdote? —buenos días doctor, disculpe, pero… ¿dijo padre Hal? ¿soy un sacerdote? — le pregunto un poco confundido, el medico asiente con una sonrisa —así es, usted es el padre Robert Hal, de la comunidad de St. Mary aquí en San Francisco, llegó anoche, lo trajo la hermana Rosemary, tuvo un accidente en su auto— dice él en tono calmado, frunzo el ceño, ¿soy un sacerdote? No lo recuerdo, pero supongo que es verdad así que me tranquilizo un poco, escuchando al doctor… Días después me dieron de alta, la hermana Rosemary me ayudó con mis pertenencias, las cuales no significaban nada para mí, el doctor dijo que la amnesia permanente era consecuencia del accidente, me había golpeado fuertemente la cabeza, la hermana Rosemary era una mujer seria, de avanzada edad, pasó en silencio la mayor parte del camino, rezamos un poco por mi nueva oportunidad de vida, ella tuvo que recordarme algunas cosas porque me sentía un poco incómodo e inseguro, también me platicó sobre mi empleo en St. Mary, además de ser sacerdote en la iglesia, seré tutor y asesor en la escuela local, mañana sería mi primer día de trabajo en este desconocido lugar. —el camino es un caos— dice la hermana Rosemary cuando al entrar a la carretera, nos topamos con varios charcos, piedras y lodazales con los que contaba el camino, la lluvia predominó la mayor parte de la mañana, así que tuvimos que encender las luces y la calefacción ya que sentía demasiado frio, la señal de radio perdió conexión, y el silencio predominó en el camino —debo admitir que me siento un poco nervioso, no recuerdo muchas cosas ¿y si lo hago mal? — le digo a la hermana cuando comenzamos a ver las pequeñas casas y edificaciones que había visto en las fotografías de internet, aunque debo admitir que era todo realmente encantador —usted esté tranquilo, vamos a solucionar esto, le enseñaremos lo que necesite saber de nuevo, lo que bien se aprende nunca se olvida, Dios lo ayudará a recordar todo lo antes posible — me dice con media sonrisa, asiento El lugar es grande, enorme para ser un simple colegio, hay torres por todos lados, pasillos anchos que permiten el flujo libre para muchos estudiantes, esto parecía más un castillo que una simple escuela, todo estaba en silencio, supongo que los estudiantes deben estar en clase, amplios ventanales adornaban las paredes, haba banderitas con el logo de la institución colgando de los postes, anuncios de las actividades académicas pegadas por todos lados —¿Padre Hal? Bienvenido de nuevo, hermana Rosemary ¿cómo estuvo el viaje? — me dice una mujer desconocida, doy un brinquito sobresaltándome un poco, asiento y sonrío —hermana Florence, el viaje estuvo bien, gracias a Dios, pero por desgracia el padre Hal no se siente muy bien, mañana retomará sus actividades, ¿podemos llevarlo a su habitación? aunque primero debe visitar a la hermana directora— le dice sonriendo, sintiéndome demasiado nervioso, mientras siento que me punza un poco la cabeza, la chica asiente y la seguimos a paso rápido. —bienvenido de nuevo a Santa Catalina, mi nombre es Cristina Luján, espero que esta vez su estancia sea más larga, todos lo apreciamos aquí— dice con voz amable, me sonríe mucho y aunque su comentario me inquieta un poco, termino sonriendo también. Seguimos caminando por un amplio pasillo, hasta que llegamos a una enorme puerta cristal, Cristina me pidió que esperara afuera mientras abría la puerta de una oficina. Miré a todas las direcciones, al fondo se podía ver una enorme cancha de futbol, algunas caballerizas y algunos otros edificios, me puse de pie cuando vi que la puerta se abría nuevamente y salía Cristina, detrás de ella, salía una mujer de baja estatura, con algunas arrugas en su rostro, su habito era color blanco, usaba anteojos de medialuna, con los cuales ocultaba sus ojos increíblemente verdes, su rostro no mostraba expresión alguna, paso saliva y me pongo totalmente nerviosa —bienvenido de nuevo padre Hal, me alegra saber que se encuentra mejor, Dios es bueno al haberle dado otra oportunidad, la hermana Rosemary me comentó sobre su accidente, soy la hermana Mary Clarence, directora de esta institución — me dice sonriendo, estrechamos nuestras manos y me pide que me siente frente a ella —nuestro sacristán el señor Omar y la hermana Cristina se encargarán de llevar sus pertenencias a su habitación— asiento y veo como Cristina sale en dirección al pasillo Me indicó donde debía sentarme, frente a ella, lo hago, cruzo la pierna y entrelazo mis manos —como le habrá indicado la hermana Rosemary, a partir de mañana por la tarde comenzará a dar talleres a los estudiantes de secundaria y preparatoria— me dice leyendo unos papeles, los cuales supongo son mi contrato, asiento sonriendo de lado —debe tener en cuenta que, al tratarse de un colegio de alto nivel, estamos llenos de jovencitos rebeldes, que creen que por tener dinero pueden tratarnos como se nos dé la gana— dice ella, frunzo el ceño —así que le recomiendo que, si alguien le hace algo malo, me lo diga para poder ponerle un correctivo adecuado— asiento al escucharla, su voz es gruesa, podría decir que está molesta —lo haré, además si está en mi poder ayudarlos, claro que lo haré con gusto, sé que no recuerdo muchas cosas, pero no creo que sea muy difícil controlar adolescentes — le digo un poco nervioso, ella sonríe de forma forzada —excelente entonces, este es su contrato para el colegio y más tarde le daremos el recorrido para que conozca el templo y vuelva a conectar con el lugar— sus palabras me causaban un poco de confusión, pero debo admitir que sentí una emoción por dentro, tan extraña que no me dí cuenta de que estaba reteniendo la respiración —por cierto, aquí somos muy estrictos en cuanto al código de vestimenta, en su habitación encontrará el uniforme que debe usar como profesor y en la casa de la parroquia encontrará sus sotanas y pertenencias para los días de ceremonia— eso me tomó por sorpresa, pero era entendible, ahora formo parte de una institución seria y respetada, asiento y me pongo de pie, la hermana Mary Clarence extiende su mano, la miro y yo hago lo mismo con la mía para estrecharlas. —supongo que es todo, lo llevaré a su nueva habitación y después le daré un recorrido por el lugar, la madre RoseMary me dijo que no se sentía muy bien así que lo dejaré descansar el día de hoy y mañana nos veremos en el colegio— me dice saliendo detrás de su escritorio y abriendo la puerta, asiento, me encomiendo a Dios y salimos de la oficina.
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