4. Un favor personal

1344 Words
No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con el que juzgues serás juzgado; y con la vara que midas, serás medido" [Robert Hal] Estrés, aburrimiento, falta de sueño, el regreso a las clases me tenía agotado mentalmente y eso que aún no terminaba el día, lo bueno del regreso a clases era la llegada de nuevos estudiantes, de rostros frescos y almas jóvenes que quieren aprender, llevaba medio año siendo el director del colegio Santa Catalina y nada había sido como lo esperaba. Los padres de familia cada vez son menos estrictos con sus hijos, algunos ni siquiera se interesan en venir a las festividades que organizamos, el trabajo administrativo me había quitado los talleres matrimoniales y los cursos para jóvenes y mi único día libre era los domingos después de la misa matutina, algunas veces quedaba tan cansado que me olvidaba de revisar exámenes y tareas, supongo que debo contratar a un remplazo o terminaré muerto de cansancio, para colmo, los dolores de cabeza cada vez eran más frecuentes, las pesadillas igual, por las noches, despertaba con una capa de sudor en la frente y con el nombre “Jimmy” en la cabeza, ¿Quién será y porque lo sueño tan frecuente? Los días han pasado con rapidez, los alumnos nuevos hacen amenas las clases, participan, entregan muy buenos trabajos, la única que me preocupa es una de ellas Denisse, ella no me ha entregado ninguna tarea y eso puede afectar en su rendimiento y solicitud para la universidad, tal vez me estoy preocupando de más, pero es por su bien, supongo que tendré que hablar con ella después, por motivos académicos claro, sé que hay algunas chicas que me miran demás, no puedo negarlo, soy un hombre atractivo, pero jamás me eh propasado con ningún estudiante, eso sería incorrecto, estaría faltando a mis votos de celibato y podría irme al infierno. Mañana es la primera celebración de eucaristía en el templo recién remodelado de la ciudad, no eh tenido mucho tiempo para visitar el lugar, solo sé que cuenta con todo lo necesario para poder dar una correcta misa, además de que es más amplio, en los últimos cinco años, nos han visitado más personas de las que podríamos imaginar, la madre Mary Clarence decía que venían a verme a mí, a escuchar la palabra de Dios a través de mí, pero yo creo que solo exageraba. Al terminar de planear mi última clase en el aula de profesores guardo mis libros en la mochila y salgo al pasillo, quiero pasear un poco por el lugar, conocer un poco más el colegio y tal vez ir al pueblo a revisar algunos temas referentes a la organización de las fiestas del pueblo, me gustaría encargarme personalmente de algunos juegos, me encanta ver la sonrisa de los niños al recibir sus premios, pero antes de poder salir de mi oficina, alguien interrumpe, tocando la puerta —pase— digo poniéndome de pie, de pronto veo como uno de mis más antiguos amigos entra a mi oficina —Robert que bueno encontrarte aún por aquí— la voz de Demian resuena por todo el lugar, lleva puesto su uniforme de oficial de policía y sonríe ampliamente —Demian, que gusto volver a verte, dime ¿pasa algo malo?— le pregunto alzando una ceja, es un poco tarde para que venga a visitarme —no, no, solo… estoy a cargo de un caso importante y necesito tu ayuda, es… un favor personal— me dice un poco preocupado, frunzo el ceño y le pido que se siente frente a mi Demian lo hace, limpia un poco el sudor de su frente, se nota estresado y preocupado, ansioso, debe ser algo importante, conocí a Demian un año después de llegar a St. Mary, tuvo un caso aquí en san francisco y pidió ayuda de la iglesia, después de eso, asistía frecuentemente a las celebraciones y en las fiestas parroquiales donaba una gran cantidad de dinero, nos hicimos grandes amigos, conozco a su familia, a su madre que es una mujer amable y a sus hermanos, aunque no ha sentado cabeza, espero que algún día conozca a una chica que lo quiera de verdad —dime Demian, por el amor de Dios, ¿Qué pasa? — le pregunto entregándole un poco de té en una taza que era de la colección personal de la hermana Maryclarence —escucha Robert, es algo… complicado, tuvimos una situación en Las Vegas, hubo… un asesinato, uno de los hombres que hemos estado buscando asesinó a una persona, el único testigo fue una chica, ella era bailarina en el casino donde ocurrió todo y aunque pudo escapar de esos hombres y fue a denunciarlo, sus hombres vieron que ella vio todo y… ahora está en peligro, la tenemos como testigo protegido, mientras conseguimos la orden del juez para detener a ese hombre, necesitamos ocultarla y pensé… que tu me podrías ayudar— me dice alzando ambas cejas, me quedo mudo ante su propuesta y debo admitir que me da un poco de miedo —¿y en que te podría ayudar yo Demian? — le pregunto alzado una ceja, él se pone de pie y camina de un lado al otro poniéndome nervioso —quiero que me ayudes a ocultarla, aquí— dice con simpleza, abro los ojos como platos y también me pongo de pie —¿Qué dices? Ocultar a esa chica ¿aquí en un convento? — respondo un poco indignado, él asiente —por favor, Robert, ten misericordia de ella, está asustada, solo serán dos meses, dos meses los que necesito para probar que ella es inocente y poder encerrar a Lorenzo Frizz— dice él, llevo mis dedos a la frente, un fuerte dolor de cabeza me llega de pronto, ese nombre… me suena, me es conocido, pero no logro recordar de donde —Demian, discúlpame, pero no creo que este lugar sea para alguien como ella, — me interrumpe —Mateo 7, no juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados— me dice viéndome fijamente, ruedo los ojos y le doy la espalda, llevándome dos dedos a la frente, necesito pensar —no utilices los versículos de la biblia contra mi Demian, no creas que no quiero ayudarte, es solo que… no quiero arriesgar al convento, las hermanas son muy… estrictas y conservadoras y seguramente esa mujer es rebelde— digo de nuevo frente a él, Demian asiente y baja la mirada —eres mi única esperanza Robert, pero si no quieres hacerlo…— lo interrumpo, soltando un resoplido —está bien, te ayudaré, tráela ante mí, le enseñaré como ser una buena religiosa, además tu mencionaste que solo serán dos meses, solo tienes ese tiempo para llevártela de aquí, no quiero que cause alboroto entre mis alumnos— le digo mirándolo fijamente, tal vez ella pueda ayudarme con mis alumnos de la materia de español, sería un ganar-ganar, yo ayudo a Demian y la chica me ayuda a mí con mis montañas de trabajo, Demian sonríe y asiente y abre la puerta con rapidez. Ruedo los ojos mientras camino de nuevo a mi escritorio, solo espero que la chica aprenda rápido y no me cause demasiados problemas, me parece algo demasiado arriesgado, si tengo suerte convenceré a las otras hermanas de que ella es una mujer religiosa, aunque me cueste, ya me comprometí y cuando doy mi palabra debo de cumplirla. A los pocos segundos vuelven a tocar la puerta, le pido a Demian que entre y él abre la puerta con una sonrisa en su rostro —padre Robert, le presento a Regina Palmer, Regina, el es la persona de la que te hablé…— dice dejando entrar a una mujer, es de cabellera castaña, la cual tiene la mirada en el suelo… —buenas tardes señorita Palmer— le digo al verla entrar, ruedo los ojos cuando no me mira, pero cuando lo hace… Santo Dios…. Es… es… bellísima… carajo
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