Halloween

3366 Words
No entiendo para qué venimos si después nos hinchamos de pizza y cerveza —le digo entrando en el gimnasio. Sarah ríe y mete las manos en los bolsillos de su sudadera. — Tienes razón, pero bueno, nos movemos algo —se encoge de hombros. Hemos ido andando para calentar y me doy cuenta que necesito una bombona de oxígeno. Hacer deporte no es lo mío, e Ian, el chico que me anima a hacer ejercicio cuando vengo, se ha dado cuenta. Mis brazos no pueden levantar mucho peso y mis piernas se cansan con nada. Además, la comida basura y la cerveza la tengo a la orden del día… ¡Estoy perdiendo el dinero! — Estoy deseando que llegue Halloween —dice con una sonrisita cuando ve a mi peor pesadilla. Jared y Adam están ahí, levantando pesas y sí, admiro sus músculos marcados, sus mandíbulas delineadas y cómo se aprieta la camiseta a sus torsos. Aunque, a decir verdad, son una dulce pesadilla. Sarah tira de mi brazo para que nos pongamos manos a la obra y saluda a Adam con la mano cuando este fija su vista en ella. — ¿No vas a saludarlo? —Le pregunto. — ¿Para qué te tumbes en los bancos de los vestuarios? No, vamos a hacer ejercicio para ponernos guapas para Halloween. — Yo ya soy guapa —miro no muy convencida la cinta de correr—, no necesito todo esto. — Te quejabas de que el michelín se te veía en tu disfraz. — Ya, tienes razón, pero le he cogido cariño. — Súbete a la máquina —me anima. Después de este mes voy a dejar de pagar y a dejar esto porque no estoy motivada. Me subo a la cinta y pienso en Halloween. Ya tenemos nuestros disfraces y todo está listo. Jenna está buscando algún maquillaje que seamos capaces de hacerle, Sarah quiere pedirle las esposas a Adam y Giselle… Bueno, ella va a representar su alma esa noche. He ido a un montón de fiestas de Halloween, pero esta… Siento que es diferente, quizás es porque nuestro nuevo grupo de amigos nos acompaña, y rezo cada noche porque el chico que habla mucho no vaya. Me siento en una de las máquinas y miro a Ian sin entender una mierda de lo que me está diciendo porque la única neurona que me queda ya ha muerto. Sarah está a mi lado, intentando explicarme por qué debo poner las piernas así y no de la otra manera cuando a mí me resulta más difícil. — ¿Cómo está la chica más guapa del mundo? —La voz de Adam hace que ambas lo miremos. — Estoy bien, gracias —respondo y mi amiga me da un golpe en el hombro mientras una carcajada sale de su boca. — Estoy bien —contesta ella. — ¿Quieres que hagamos algún ejercicio juntos? Sarah me mira y le hago una seña con la mano para que se vaya con él. El policía me guiña un ojo cuando agarra la mano de mi amiga y yo le sonrío. Suspiro pesadamente e intento levantar de nuevo las piernas. — Lo estás haciendo mal. La voz de Jared hace que me sobresalte y mire hacia mi derecha para verlo a mi lado, observándome. — ¿Tú crees? — No lo creo, lo estás haciendo mal. La corva tiene que estar aquí —él pone su mano en una de mis piernas y la mueve hasta situarla correctamente. Hago lo mismo con la otra. — Inténtalo ahora. Lo intento, de verdad que lo intento pero me levanto hasta del asiento al hacer fuerza haciendo que él ponga sus manos en mis piernas. — No estás haciendo brazos, inténtalo de nuevo. Las palmas grandes de sus manos están sujetando mis muslos para que mi culo se quede pegado al asiento. Levanto con mucho esfuerzo el peso y sonrío, llevando de nuevo la gran mancuerna a su sitio. — Vaya, todo un éxito, estoy cansada. — Sólo lo has levantado una vez —quita sus manos grandes y calientes de mis piernas. — Yo pienso que para ser la primera vez, no está mal. — Si tú lo dices… —Se cruza de brazos y pongo mi vista en sus bíceps—. No te gusta hacer deporte, ¿por qué estás aquí? Llevo mi vista de nuevo a su rostro y mi mano aprieta el michelín que se me ve sentada. — ¿Ves esto de aquí? —Él intenta no reírse— Pues esto me tiene aquí, y Sarah, claro, que me tendió una trampa —la busco por el gimnasio y la veo riéndose con Adam. — ¿Un michelín y tu mejor amiga te han traído al gimnasio? — Eso he dicho —me levanto y pongo bien mi camiseta—. ¿Crees que se formará algo serio de eso? —Señalo a nuestros amigos. — Eso creo, a no ser que Sarah no quiera. — Me hizo apuntarme porque Adam estaba aquí, si eso no es interés, no sé lo que es —me encojo de hombros. — Quizás solo quiere verlo ejercitarse, he oído que eso pone a las chicas. Lo miro con una de mis cejas alzadas y él sonríe sin enseñar sus dientes. Nos separa solo la máquina y no deja de mirarme divertido. — Creo que has oído mal. — ¿Sí? ¿Y qué pone a las chicas? Imagino que te acosen mientras bailas, no —recuerda el día que nos conocimos. — No, eso tampoco. — ¿Y qué te pone a ti, Grace? Porque puedo asegurar que Sarah no se ha apuntado aquí para mejorar su condición física. Me he quedado sin palabras. Grace Anderson, es decir, yo, no sé qué contestar. Está apuntándose un pedazo de punto porque me ha dejado callada y seguramente roja, no puedo fingir que es por el ejercicio que he hecho. No soy capaz de pensar nada lo suficientemente bueno para decir, así que, me cruzo de brazos y dejo de mirarlo. — No creo que sea de tu interés. — ¿No? — ¿Quieres intentar ponerme? ¡Y Grace se anota un punto! — Solo tengo curiosidad. — La curiosidad mató al gato —empiezo a caminar porque he tenido suficiente de gimnasio. — ¡Y tienen siete vidas, Grace! —Dice lo suficientemente alto como para que me entere. Muevo mi mano con desdén y voy a los vestuarios. Para mi sorpresa, Sarah decide ir a cenar con Adam y tengo que irme sola andando, no es que sea un problema, me gusta la soledad y escuchar música mientras camino a casa, así que, cuando salgo del gimnasio, me coloco los auriculares y voy buscando alguna canción que defina mi estado de ánimo en este momento. — ¡Eh! —Me giro y veo a Jared haciéndome una seña con la mano. Me quedo parada y él se acerca— Te llevo a casa, para que no vayas sola. — Oh, no te preocupes, me gusta caminar, la soledad, la música, ya sabes, todas esas cosas —doy dos pasos de espalda. — En serio, te llevo a casa —pone su mano en mi antebrazo y tira de mí—Sarah me ha dicho que me dirías que no y que eres demasiado tímida para decirme que sí. — El problema aquí es que no me gusta subirme a coches de desconocidos. — ¿Pero si ir a su casa? —Mira hacia atrás y me dejo arrastrar a su coche porque no puedo debatir ante lo que me ha dicho. Me acomodo en el asiento del copiloto y veo como entra y se sienta frente al volante. Su pelo está mojado y pasa su mano por el flequillo para echarlo hacia atrás, sin éxito, porque no tarda en volver a dar en sus ojos. Estar en un sitio tan pequeño a solas con él me resulta incómodo porque no hemos tenido mucha relación, apenas he hablado con él o con alguno de los chicos y la voz de las chicas diciéndome que tengo que ser más sociable martillea mi cabeza. — ¿Dance Hall? —Nombro el estilo de música que suena por los altavoces del coche. — Sí —responde sin apartar la vista de la carretera— ¿No eres muy habladora, no? —Pregunta después de pararnos en otro semáforo en rojo. — Tú tampoco. El silencio vuelve a reinar porque no soy muy buena sacando conversación hasta que recuerdo algo: — Dile a Jason que Jenna está soltera. — ¿Sois el grupo de solteras de oro de vuestro edificio? — Me hace gracia que me hagas esa pregunta porque yo podría decir lo mismo —pongo los ojos en blanco y me quito el cinturón cuando para frente a mi edificio—. Gracias por acercarme. — No hay de qué. Cierro la puerta. — Idiota.     Llegado el día de la noche de las brujas, me visto como una, sin embargo, no vuelo en la escoba porque se me ha olvidado comprarla. Voy en el coche de Adam ya que él no beberá esta noche porque su turno empieza por la mañana, por lo que, tampoco se recogería muy tarde. He aceptado ir con ellos porque tampoco hago yo nada en la fiesta después de una cierta hora. Solo conozco a los chicos y presiento que esta noche cada uno va a ir por su lado. Bajo del coche y me pongo el gorro en la cabeza. Hace un poco de frío pero Giselle no ha dejado que coja ninguna chaqueta para lucir el disfraz. Llevo un vestido n***o con las mangas largas y anchas. Tiene un escote en forma de V y es largo con una abertura en la pierna izquierda que llega dos palmos más arriba de la rodilla. Llevo unos tacones negros altos para que el vestido no me arrastre y un pequeño bolso para guardar la cartera, el teléfono y las llaves. Espero no perderlo. Adam —vestido con un mono de preso naranja—, nos hace una seña para que lo sigamos y Sarah, con una gorra de Policía, unos pantalones de cuero y un body del mismo material apretado, se agarra del brazo de su conquista mientras las esposas se mueven chocando con su trasero. Caperucita —Jenna los demás día del año—, se pone a mi lado y admiro el maquillaje que le hemos hecho. Nos hemos llevado toda la tarde para hacer unos arañazos ensangrentados en su mejilla. Giselle —que ha decidido mostrar cómo es su alma vestida de diabla—, lleva un mono rojo de látex que se ajusta a su cuerpo. La cola atrás y unos cuernos pequeños rojos en la cabeza. La casa ya está llena de gente y la música está a todo volumen. Veo a Jason y Jared esperando fuera. Jason va de vampiro, sin embargo, Jared, va todo vestido de n***o. ¿No se ha disfrazado? — Ya era hora —Jared chasquea su lengua y pasa su vista por todos—. Vamos. Me agarro al brazo de Jenna y entramos en aquella casa sintiendo el calor. La gente habla en voz alta, tienen vasos en sus manos y me siento desubicada porque nunca he estado en una fiesta así. Jason se acerca a nosotras. — ¿Y el lobo, caperucita? —Jason mira a Jenna de arriba abajo con una sonrisa en su rostro. — Creo que lo tengo delante, ¿por qué no nos traes algo de beber? —Miro sorprendida a Jenna por sus palabras y veo que Jason la está mirando igual. — Vaya, a sus órdenes, pero soy un vampiro —él saca algo de su bolsillo y se da la vuelta. Ambas nos miramos y Jason se gira con unos colmillos puestos. No puedo evitar reírme y él también acaba riéndose. — ¿Qué queréis de beber? — Nos da igual —digo. Jason asiente y se retira y miro a Jenna. — Vaya, has sido muy... Directa. — ¿Tú crees? —me mira insegura—. Creo que he sido un poco borde, sabía que me iban a hacer esa estúpida broma. — No te preocupes, tampoco ha ido a mal —toco su brazo—. ¿Te gusta? — No es feo. — No lo es. Jason aparece con nuestras bebidas y le sonrío en señal de agradecimiento. Sarah también tiene una bebida en la mano y la veo hablando muy cerca de los labios de Adam mientras este tiene su mano casi en su trasero. Durante lo que resta de noche, Jason no se separa de nosotras y nos da conversación. El vampiro es el que mejor me cae de los tres por ahora. Tiene un buen sentido del humor y es agradable, muy agradable. Una mano se pone en mi cintura y me giro para ver a Adam. — Voy a presentarte a alguien. Seguramente, Sarah, que me mira sonriente y me guiña un ojo mientras espera al lado de un chico, le ha avisado a Adam que podría escaparme porque él me sujeta fuerte de la cintura y me arrastra a dónde está mi amiga y... Ese pedazo de hombre vestido de obrero. Su tez es morena y tiene unos preciosos ojos verdes. Lleva un mono verde, abierto por la mitad de su pecho donde seguramente se esconden unos increíbles abdominales porque puedo ver parte de sus pectorales. Lleva un casco de obrero y su rostro está un poco manchado.  ¿Dónde están estos hombres? ¿Por qué nunca los veo? — Grace, este es Ryan, un compañero de trabajo. ¿Un compañero de trabajo? ¿Por qué no lo he visto antes para que me pusiera unas esposas? — Hola —ambos tendemos nuestras manos y la suya, grande y varonil, estrecha la mía, pequeña y fría por haber estado aguantando el vaso. Sarah luce muy emocionada a su lado y sé que lo ha planeado. Qué perra más astuta. — Vamos a por unas bebidas —Sarah agarra el brazo de Adam y lo empuja levemente para dejarnos solos. Veo como se alejan. Miro al obrero sexy y le sonrío incómoda. Voy a matar a mi amiga cualquier día de estos. — ¿Tú eres la que no llevaba el cinturón de seguridad el otro día y estaba parada en doble fila? Abro un poco la boca. ¿Él iba con Adam en el coche? No me hubiera importado que me detuviesen. — La misma —me encojo de hombros—. Verdaderamente siempre respeto las normas de tráfico, pero era lunes. — Claro, los lunes son muy duros. — ¡Exacto! —sonrío—. Es comprensible, una vez al año no hace daño. — Si te cruzas con Adam y no con otro. — Eso fue mucha suerte —admito—. Aunque no sabía que era policía, voy a tener que dejar de saltarme semáforos en rojo. — ¿Cómo? —Pregunta sonriendo. — ¡Era una broma! Ya te he dicho que respeto las normas. — ¿Tienes el carnet de tu escoba? Sonrío juntando mis labios en una fina línea y niego con la cabeza haciendo que él ría. Qué sonrisa tan bonita. Estoy un pelín borracha, puedo manejar cualquier conversación sin timidez pero no me pidáis que haga el pino. — No podrás volar esta noche entonces —bebe de su vaso. — ¡Qué pena! ¿Hay policía voladora? — Podría, no nos subestimes —me guiña un ojo. — Jamás lo haría. — Ryan el sexy obrero —Cat Woman rodea el cuello del chico que está frente a mí y besa su mejilla. Cuando ella me mira, alzo una ceja porque es la policía que nos puso una multa hace exactamente, dos meses. — Vaya, hola —me sonríe—. Me acuerdo de ti, te multé porque estabas parada en doble fila —no hablo—. ¿Y Adam? —pregunta y Ryan le señala. Ella le sonríe y se va. — Así que una multa por estar en doble fila. — Sí, hay varios tipos de policías, los amargados y los que no. Ryan suelta una carcajada. — ¿Y eso por qué? —Jared aparece pero continúo hablando. — Porque estaba parada en doble fila porque Giselle estaba vomitando. No iba a dejar que llenase el coche de vomito —pongo una mano en mi pecho—. Es realmente comprensible que parase para que mi amiga, echase todo el alcohol de su cuerpo en la calzada. — Coherente —dice Jared—. Aunque podrías haber preparado una poción para que dejase de vomitar. Lo miro mal. — Voy a buscar a las chicas, un gusto, Ryan —me despido con la mano y me giro. Siento que la noche va mal cuando Sarah está bebiendo como si no hubiera mañana. Giselle y Jenna están con nosotras y Sarah ya empieza a hablar con media lengua. — Bueno, creo que es hora de dejar de beber —Giselle le quita la copa. Su chico no deja de hablar con Cat Woman y Sarah está a punto de ponerle las esposas a la gata y sacarla de la fiesta. Ryan está hablando con alguien y no deja de mirar hacia nosotras para hacer que nuestras miradas coincidan y guiñarme un ojo. Yo le saco la lengua en modo de respuesta. — Es guapo —dice Giselle observándolo. — Sí —la miro—, es compañero de Adam. — ¿Te gusta? — ¿A quién no? —Sonrío—. Cat Woman es la policía que nos puso una multa cuando aparcamos en doble fila para que Giselle vomitara —le cuento a Sarah. Su boca se abre y su ceño se frunce. — ¡Me sonaba su cara! Esa perra —levanta su puño y sonrío de lado—. ¿Por qué está media comisaría aquí? — Nos han timado, nos han traído a una fiesta de polis, voy a esconder la cocaína —bromeo. — ¿Qué cocaína? —Pregunta Ryan en mi oído. — j***r —me separo y choco con Giselle—, que susto. No tengo cocaína, lo siento. — ¿Debería registrarte? — No vas con tu uniforme, así que, no, no puedes. — ¿Y con él sí? — Tampoco, tendría que hacerlo una mujer, pero puedes seguir intentándolo. Sarah se ríe y Ryan esboza una sonrisa pícara. — Quizás podemos bailar. — Sin tocar, no te está permitido —levanto uno de mis dedos. — Veré lo que puedo hacer —me tiende su mano. Ryan es caliente, pero no entiendo la mirada de Giselle cuando me voy a bailar con el sexy obrero. No suelo ligar mucho, así que, me permito bailar con él esa noche porque lo estoy haciendo bien, es decir, Grace Anderson está ligando, por favor, inmortalizad el momento. Sus manos se mantienen lejos de toda zona que pueda sentirme incómoda pero bailamos pegados hasta el punto que casi se me caen las bragas. A Ryan le gustan las brujas, comprobado. Cat Woman interrumpe cuando las manos del obrero pasan por mi abdomen, me molesta que nos haya interrumpido, pero lo agradezco porque así puedo despejarme e ir a tomar un poco el aire. Jared está fuera, y mi yo un poco borracho, no duda en acercarse a él. — ¿De qué se supone que vas disfrazado? —Muevo mi gorro de lado a lado, ya que aún no me lo he puesto. Jared me mira, serio y distante. — De diablo. — ¿De diablo? No veo la cola ni los cuernos —miro su trasero. — La cola está aquí delante. Mis ojos se encuentran con los suyos y mi vista se pasa por su cuerpo para darme cuenta a qué se refiere. — ¡Jared! —lo empujo. Y él, se ríe. Tiene una sonrisa muy bonita y apenas la muestra. — ¿Y los cuernos? —Él me enseña una diadema que lleva en su mano. — ¿Por qué no te lo pones? — No me gusta. — Parece que no vas disfrazado. Cojo la diadema de cuernos y me la pongo. — ¿Qué tal estoy? —lo miro con una sonrisa en mis labios. — Una bruja diabla, no está mal. ¿No tienes cola? — No, yo no tengo —sonrío. — ¿Una foto, chicos? Veo a un chico con una cámara frente a nosotros. — ¡Por supuesto! —Me agarro del brazo de Jared y me alzo sobre mis tacones para ponerle el gorro de bruja. Sonrío enseñando mis dientes y el flash salta dejando ciega por un momento. — Perfecto —dice el chico—. ¿Queréis otra? — No —dice Jared. El chico lo mira alzando una ceja, sorprendido por su bordería. — No te preocupes, no folla mucho, está amargado. — Pregúntaselo a tu— — Grace —la voz severa de Adam hace que me gire y lo veo con mi amiga en su hombro—. Nos vamos, ¿vienes? — Sí. ¿A quién? —Le pregunto a Jared. — A nadie, ve —me hace una seña para que siga a Adam—, es tarde y no voy a cargarte como Adam lo hace con Sarah si sigues bebiendo. — Hay ahí dentro un obrero que si lo haría, por lo tanto, no me haces falta. Me giro, y corro un poco para poder alcanzar a Adam y sus grandes zancadas. Mi amiga  levanta un poco la cabeza y su sonrisa de borracha hace que sonría. — ¿Qué tal Ryan? —Pregunta. — ¡j***r! ¡Casi se me caen las bragas! — ¡Eh, bruja! —Me giro al escuchar la voz de Ryan y dejo de andar mientras él se acerca— Me gustaría que me dieras tu teléfono.  
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