Camine dudosa hasta llegar a la puerta desgastada de madera, cuando salí de la habitación mire hacia ambos lados del pasillo aún indecisa de avanzar pero lo hice. Al doblar por el pasillo izquierdo una ola verde de plantas me invadió.
No podía creer lo que me ojos veían, ubicada en el centro de la casa se encontraba una cantidad enorme de plantas . El chico misterioso me sonrió desde el otro extremo.
- ¿Sorprendida? - me dijo con aire orgulloso.
-¿Cómo? - Mire hacia arriba , vidrios algo desgastados cumplían la función de invernadero.
- Me gusta viajar y voy buscando plantas por eso se puede respirar, distribuyó un poco de este oxígeno.
-¿Es eso posible ? - Mire contrariada las bonitas flores que estaban a mi lado, no pude evitar tocarla con miedo a lastimarse.
En el medio un gran árbol llegaba hasta encima del techo espejado, era enorme con extrañas pelotitas a su alrededor. Sonreí al ver unas hojas pequeñas naciendo , aún marrones, aún bebés.
Mientras giraba rodeándolo, el chico misterioso me sonreía sin yo fijarme en ello.Hasta que nos topamos frente a frente, lo mire desafiante, y cansada de ver su cara alegre.
El aún con su sonrisa de lado , pude notar que tenía una mano escondida en su espalda. Tome con el pulso acelerado mi cuchilla disimuladamente que tenía en mi pecho.
Cuando el saco su mano, yo quede inmóvil . Una de esa bolitas anaranjadas que parecían suaves de una extraña forma,estaban reposando en su palma.
— Ya no intentes matarme —me miro aterrado.
No pude evitar reirme ante su cara de espanto , tome aún divertida aquella extraña pero bonita cosa que tenía junto a el.
— Es un durazno— murmuró aún con cara asustada.
—Es tan bello
— Pruébalo.
Lo mire desconfiada , acercando la dichosa fruta a mis labios . Cuando la aleje, el con sus manos me hizo seña para que la acercara. Me encoji de hombros y le di un bocado.
Nunca en mi vida había comido algo tan delicioso.
Abrí la ojos ampliamente y le dedique mi primera sonrisa a ese desconocido. El me la devolvió aún tembloroso pero ala vez contento por sacarme una curva en mis labios.
— Ahora solo intenta no matarme.
—No prometo nada.
Continúe caminando por el lugar, era bastante grande para decir verdad. Subí por unas escaleras algo oxidadas hasta llegar a lo más alto del lugar, una majestuosa vista me recibió.
El vidrio reflejaba el verde de las plantas de abajo, junto con la luz del sol y el atardecer asomándose era algo magnífico.
Una lagrima solitaria cayó sin pedir permiso en mi mejilla. A la vez sentí un tacto suave en la misma, el me la había sacado.
Me hice hacia atrás asustada , del impulso mi cuerpo cedió hacia el precipicio , cerré los ojos esperando una caída. Pero senti un extraño calor rodeandome.
E chico me estába abrazando y estabamos tan cerca que podía sentir su aliento chocando contra mi nariz.
O casi mis ojos, porque el era alto y yo me acercaba más a un duende que a una persona.
— No te suicides por un durazno te daré más — murmuró divertido.
— Quítate.
Camine de vuelta al piso, sintiendo un alivio enorme..Había bastante altura desde arriba, mire aterrada la altura y el suelo.
Llegué a una mesa grande de madera , con aproximadamente 10 sillas a sus lados. El se acercó a la cocina, ante mi atenta mirada.
Suspiré pesadamente al sentarme , bostece disimuladamente. Estaba agotada, además de algo melancólica.
Hace mucho tiempo que nadie me prestaba la atención que aquel niño me prestaba. Siempre fui desconfiada y tímida.
— Ten — mire dudosa aquel plato hondo color marrón.
— Gracias.
Se llevó la mano al corazón exagerando.
—Es demasiado sorprendente.
Revoloteo los ojos y tomo la cuchara. Me ví en el reflejo con el ceño fruncido. La introduje en el alimento y me lo lleve a la boca.
Delicioso.
Exquisito.
Magnífico.
No pude parar de devorar aquel plato, ante la mirada divertida del chico.
— Es un salteado de verduras —Señala mi prendedor — ¿Acaso no prueban verduras y frutas?
— No todo lo puede comprar el dinero
—Pues al menos sabes defenderte bien — me sonrió — ¿Cuando aprendiste o como?
Lo ignore comiendo el nuevo plato que me había tendido. El me miro impaciente , pero resoplo y volvió a lavar platos.
¿Que le podría contar?
¿La parte de cuando casi me violaron tantas veces que perdí la cuenta ?
¿Las veces que me golpearon sin cansancio solo por ayudar a una anciana a comer?
Si había aprendido a usar una espada, cuchillos y pelear era porque no desistía de mi idea de ayudar. Mis padres me tuvieron un año encerrada, pero cuando tenía la oportunidad me escapaba.
Así que mi papá no le quedó otra que enseñarme a defenderme ,contratando personas en ello.
Por eso me entrene tanto hasta que me nudillos ardían, cuando me pierna temblaban y me acordaba de.la sonrisa del Hombre misterioso sabia que estaba lista.
— ¿Cómo te llamas?
— Min Hoo.
— Un gusto soy Emma.