Velozmente recorrí la habitación con mi vista, sentí un punzante dolor extenderse por mi cabeza y algo asustada volví a dedicarle mi atención a Riku. Pude ver en sus ojos que estaba preocupado y quizás algo desesperado, ya que no sabía que hacer. —Yo no quiero que muera.— susurré con la voz temblorosa. —Pues a que esperas. Dile que se largue.— en su voz faltaba algo... Algo que antes aparecía casi siempre. El cariňo de antes desapareció por completo. —Hey.— chasqueó los dedos delante de mis ojos. —¿Quién va a morir? ¿De qué estás hablando?— sacudió mi brazo derecho y acercó mi el frasquito a mi boca. —Riku... Tienes que irte.— pedí asustada. —Estás más loca que yo.— murmuró entre dientes. —Te daré dos opciones, o abres la boca por las buenas o te la abro yo por las malas.— aňadió y de

