Capítulo doce

1444 Words
El lunes inició como cualquier otro lunes. Estaba frío y aburrido, y Charlie pensó unas quince veces en escaparse y volver a su cama. Ya extrañaba sus sabanas y sus suaves almohadones. Al tercer periodo, Charlie estaba listo para marcharse cuando Sean apareció a su lado. -Oye, Charlie Charles -dijo y rodeó los hombros de Charlie con su brazo. -Hola, Sean -respondió desanimado. Sean frunció el ceño y se detuvo. -¿Todo bien? -preguntó. Charlie se encogió de hombros. -Solo estoy aburrido -respondió-. Estaba a punto de escaparme. Sean se detuvo en seco con una sonrisa burlona formándose en su rostro. -¿Hablas enserio? -cuestionó-. No me puedo creer que Charlie Loyer esté pensando en escaparse. Charlie bufó. -Si, creo que estoy tratando de tranquilizarme más este año. -Eso es genial, porque realmente lo necesitas -dijo Sean-. Pero no creo que escaparte sea lo que debas hacer ahora mismo. -¿Por qué no? -Porque escuche que Brenda te buscaba -respondió y luego señaló con la barbilla hacia adelante-, y si no me equivoco, viene hacia acá. Charlie no tuvo tiempo para ver de lo que Sean hablaba, antes de ser abordado por Brenda que se detuvo frente a ellos. -Hola, Charlie -saludó. Charlie sintió que se ahogaba con su propia saliva cuando vio la enorme sonrisa en el rostro de Brenda dirigido hacia él. Recuerdos del baile de bienvenida el sábado por la noche destellaron como flashes en su cabeza y sintió que sus mejillas se sonrojaban al rememorar el vestido que Brenda había utilizado. -H-Hola -balbuceó-. Hola ¿me buscabas? Brenda asintió. -Quería saber si tendrías tiempo libre para poder iniciar el trabajo de historia. Charlie parpadeó confundido. -¿Ahora mismo? Brenda soltó una risita divertida. -No, tontito -respondió-. Ahora tengo que correr a algebra, me refería a después de la escuela. -Oh, sí, claro -murmuró Charlie-. Yo también me refería a eso. -Entonces ¿te parece bien hoy? Charlie asintió. -Si, por supuesto. -Genial -chilló la porrista-, nos vemos luego. Brenda se dio la vuelta y se alejó mientras Charlie la miraba con la boca abierta y sin entender lo que había pasado. Sean golpeó su hombro y soltó una suave risita. -Tienes que admitirlo -dijo él-, esa chica si que sabe mover las caderas. Charlie frunció el ceñó y lo golpeó en el hombro. -Auch, bien no vuelvo a decir nada -dijo Sean-. Ahora me tengo que ir también, y supongo que no te veré hoy, pero tenemos que hablar sobre el sábado. -¿Sábado? ¿Qué hay el sábado? Sean le lanzó una mirada seria. -¿Bromeas? ¿Cómo no recuerdas que hay el sábado? -Lo siento, tengo tantas cosas en la cabeza. -Si, no te culpo -bromeó y señaló en la dirección en la que Brenda se marchó-. Supongo que recordaste lo bien que se veía en su vestido la noche del baile de bienvenida. No te culpo, puedo entender porque se te están olvidando las cosas. Charlie se sonrojó. -Sigo sin recordar lo que sucede este sábado. -No es nada importante -bufó Sean-, solo tenemos la más épica batalla de World of Warcraft. -Oh, cierto -dijo Charlie-. Lo había olvidado por completo. -Bueno, te lo recuerdo para que no se te pase por alto -dijo Sean-. Te vamos a necesitar si queremos ganar. -Estaré ahí, lo prometo. Sean le dio esa sonrisa de comemierda que a Charlie le molesta. -Digo, te lo puedo dejar pasar si es que es porque invitas a Brenda a una cita. -No empieces, amigo -dijo y empezó a alejase. -Enserio, Charles -chilló emocionado-. Vi cómo te miró, y no fue nada inocente. -Estás delirando. -O quizá soy capaz de ver lo que tú no ves. -Si, si -asintió-. Lo que tu digas. Se detuvo fuera del salón de Literatura y Sean continuó su camino. -Te veré en el entrenamiento mañana. -Estoy ansioso por patearte el trasero. -Ya lo veremos. * Sara frunció el ceño con molestia y se cruzó de brazos cuando Charlie se tropezó con ella saliendo de la escuela. -¿Se puede saber por qué Brenda Hastings está tan cómoda en el capó de tu auto? -¿Qué? -preguntó confundido. -Lo que oíste. Charlie la rodeó para continuar su camino y se detuvo cuando notó que, de hecho, la capitana de las porristas estaba apoyada en el capó de su auto charlando animadamente con sus amigos. -¿Qué sucede? -cuestionó Sara. Charlie parpadeó y soltó un suave suspiro. -Nada -respondió agitando la cabeza de un lado a otro. -Entonces ¿Qué hace ella ahí? -Es sobre un trabajo -dijo Charlie, girándose para enfrentare a su hermana. Volvió a suspirar con cansancio, sintiéndose estresado por los constantes ataques de su hermana hacia la rubia. -Supongo entonces que te está esperando. -Si, irá con nosotros a casa para poder trabajar. -¿Y recién me lo dices? -Ya hablé con mamá y papá y ninguno tiene problema. -¿No tenía derecho a saberlo? -Sabes, no entiendo que te pasa con ella -gruñó Charlie-. No fui yo quien decidió hacer el trabajo con ella, pero tenemos que cumplir con la tarea y no puedo evitarlo. -Ya, pero porque tiene que ir a nuestra casa -refunfuñó Sara en respuesta, sin agradarle aun la idea de que pasaría unos considerables y tortuosos treinta minutos al lado de la porrista hasta que llegaran a su casa. -Ya te lo dije Sara -repitió Charlie-, debemos hacer el trabajo y queremos aprovechar que ninguno tiene planes hoy -suspiró y acercó la mano al brazo de Sara-. Por favor hermanita, no me la pongas tan difícil. -Es que no puedo permitir que este cerca de ti, Charlie -dijo-. Ella te hará daño hermano, no te conviene acercarte a Brenda. La mano de Charlie cayó y él bajó la mirada. -Debes entender que Brenda jamás se fijaría en mí, Sara -murmuró Charlo-. No sabiendo mi secreto, y de momento prefiero que nadie más lo sepa -levantó la mirada y la centró en su hermana-. Así que gracias, pero no necesito más recordatorios de lo anormal que soy. El ceño fruncido de Sara se profundizó. -¿Anormal? ¿Te estás escuchando acaso? -gruñó la menor-. Y sabes que eso no es a lo que me refería. -No importa -respondió Charlie-. Igual es la verdad, ella jamás estaría conmigo porque soy un completo fenómeno. -¿Ves? Esta es la razón por la cual no la tolero -gruñó Sara, con voz baja, tratando de que la pelea verbal no sea escuchada por los demás-. Siempre te defenderé de quienes te llamen así, incluso tu mismo, pero no puedo soportar que te denigres por ella. Vives con esos pensamientos atorados en tu cabeza que no te dejan avanzar y no es algo bueno. Yo… yo… solo no soporto verte lastimado. Una pequeña lagrima, producto de la ira, escapó del ojo derecho de Sara, y ella enseguida lo hizo desaparecer con un barrido de su mano. Notó a Charlie enderezar su espalda después de tomar una larga inhalación. -Gracias -murmuró en respuesta después de unos segundos-. Realmente agradezco todo lo que tú, los gemelos, papá y mamá hacen por mí. Y sabes que yo también soy tu mayor defensor, pero aun es difícil para mi lograr aceptarme por completo ¿Cómo crees que lo tomarán los otros? -¿Desde cuando te importa lo que digan los demás? -Me importan las opiniones de las personas que quiero. Sara asintió. -Si te refieres a los chicos, pues te digo que ninguno se alejaría de ti. Charlie soltó una suave risita. -Eso puedo intentar creerlo -dijo-. Pero no puedes hablar así de Brenda… Sara bufó interrumpiéndolo. -Y la defiendes cuando la baja autoestima que experimentas es por ella. -Ni siquiera la conoces -dijo Charlie con voz calmada-. Además, esto no es su culpa. Es mi culpa principalmente, y es que si yo no puedo amarme ¿Por qué lo haría alguien más? Sara se descruzó de brazos. -Debes hacerle entender a esa cabecita tuya, que no eres un ser anormal. -Es más fácil decirlo que hacerlo. -Pues no me rendiré hasta que te lo creas -respondió Sara con una suave sonrisa. Charlie respondió a la sonrisa. -Gracias. Sara suspiró y se encogió de hombros. -Supongo que tendré que aguantarla de camino a casa -gruñó. Charlie puso los ojos en blanco. -Solo por favor, no empieces a lanzarle tus indirectas. -Oh, por supuesto que no -dijo Sara fingiendo su mejor postura angelical-. Me portaré super bien. Charlie asintió y reanudó su caminata. -Ahora vamos, antes de que tu novio la involucre en algunas de sus cosas extrañas.
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