bc

Amores & Heridas

book_age18+
93
FOLLOW
1K
READ
HE
kicking
city
like
intro-logo
Blurb

Ariana creyó que su vida era perfecta, se había casado con el hombre de su vida, y llevaba una vida de lujos y clases sociales demasiado altas a lo que ella alguna vez había soñado que estaría. Sin embargo, mensajes anónimos comienzan a llegarle a su celular con evidencias de una infidelidad por parte de su esposo que provoca un derrumbe en su vida, de cuál ella jamás se imaginó que podría salir gracias al amor incondicional que encontró en un nuevo hombre que la ama y la valora tal como ella es aunque también sea de la alta sociedad.

chap-preview
Free preview
Susurros del Dolor: Enzo y la Caída del Amor
Mensaje desconocido: Él no te ama, aléjate de él. Tú no eres digna de ser su próxima mujer, él merece a alguien mejor, y ya la tiene. Él ya tiene a una mujer digna de su cuerpo y de su amor. Tú eres una mujer seca que ni hijos puede conceder. Por tanto, desaparécete de nuestras vidas, aléjate y vete muy lejos a un lugar donde todos creamos que estás muerta y podamos seguir con nuestras vidas adelante como si nada hubiera sucedido. Los mensajes desconocidos seguían llegando. Mi corazón palpitaba con velocidad extrema cada que los leía. Una vez le pregunté a mi esposo acerca de este mensaje, y él me respondió que era mejor ignorarlos y no dejarme afectar de personas envidiosas que existían en su círculo social por ser uno de los hombres más cotizados en la alta sociedad. Enzo era irlandés, su familia era irlandesa, y sus cuentas bancarias se mantenían llenas de miles de dólares debido a su negocio familiar que se dedicaba a la distribución de licores importados en el país. — Amor, ¿quieres que te sirva más café? — pregunté a Enzo cuando terminé de desayunar y me dispuse a llevar el plato a la cocina. Enzo no me respondió, no despegó su mirada del celular que llevaba usando desde que nos sentamos juntos a desayunar. Nuestras horas de comidas se pasaban así; él en el celular, y yo únicamente dedicándome a preparar la cena, a servir, y a dejar todo limpio y en orden como siempre se encontraba. Nuestro matrimonio iba de mal en peor, la rutina, las noches sin placer, y el amor se han acabado. Eso era lo que yo presentía que pasaba, y lo que todas las personas cercanas a nosotros solían decirme, que se notaba que sucedía entre Enzo y yo. No sabía qué era lo que había pasado, por un momento, y hasta tuve mis sospechas de que Enzo me estaba siendo infiel, sin embargo, mientras que él no estaba en casa, yo me encargaba de vigilar cada paso que él hacía para así sacarse las ideas de la cabeza que me estaban afectando: comencé a seguirlo a cada sitio que, según él, me decía a donde iba antes de marcharse; todos los sitios fueron verdad, nunca se encontró en esos lugares con alguna mujer que pudiera darme señales de infidelidad. Cuando soltaba su celular, yo aprovechaba ese momento para revisar sus mensajes, lo sé, sé que eso está mal, pero mis sospechas no me dejaban descansar, y por fortuna, y al revisarlo, me pude dar cuenta de que su celular únicamente lo usaba para asuntos del trabajo y para comunicarse con su familia. No había nada más extraño en él que mantuviera viva mis sospechas. Pero aún sigo sin comprender el porqué Enzo seguía comportándose de esa manera conmigo. Y lo cierto era que mis mejores amigas tampoco me ayudaban mucho porque mientras menos dolores de cabeza quisiera yo tener en este momento para no terminar de arruinar mi matrimonio perfecto, ellas seguían insistiendo en que Enzo tenía en su vida a otra mujer, y que por esa razón era que él ya no quería nada que ver conmigo ni para estar juntos en la cama así como solíamos disfrutarlo. — ¿Sales tarde del trabajo hoy? — pregunté a Enzo, insistiendo en querer hablar con él, así fuera lo más mínimo para recuperar lo que antes éramos. — ¿Mm? ¿Por qué me preguntas eso si ya sabes a qué horas llego a casa todos los días después de trabajar? — respondió él con indiferencia. Suspiré, tratando de mantener la calma ante tal eufórica situación, porque se ha vuelto evidente que yo ya no podía decir cualquier cosa a mi esposo porque este terminaba por irritarse y portarse groseramente conmigo. Me hablaba muy seco, se comportaba chocante y parecía ser que ya no le gustaba ni que yo le mirara a los ojos para hablarme. Hasta para despedirse de mí habían cambiado las cosas; ya no me besaba en los labios, a duras penas yo recibía de su parte un simple y amargado beso en la mejilla. — No te enojes, solamente pregunto es porque quiero preparar una cena especial para ambos, para que volvamos a revivir los buenos momentos que pasábamos juntos cuando recién nos casamos — dije. Manteniendo la calma frente a sus ataques de ira que se han vuelto incontrolables. Enzo y yo apenas llevábamos cinco años de casados, y ya se sentían como si fuera simplemente treinta años y la mitad de ellos eran los únicos buenos para nosotros. — Mm, haz lo que quieras. Yo me iré a reunirme con mis amigos a un bar. Espero y eso no te moleste — anunció él con irritación. Se puso de pie de la mesa, dejando el desayuno a medio terminar, y sin soltar un segundo el celular de su mano. — Está bien, como quieras. ¿No vas a terminar de desayunar? — No tengo hambre, y tengo prisa por irme, tengo una reunión importante en una hora con un inversionista y no quiero llegar tarde a esa cita. Nos vemos. Enzo se fue de casa, y esta vez, no se despidió de mí. No me dio ni un beso en la mejilla, eso me puso triste, y en cuanto me quedé sola, rompí en llanto. Pasó media hora, y tuve el valor de agarrar mi celular, la verdad es que no quise hacer nada después de desayunar, ni siquiera organicé la cocina, dejé todo allí tirado, con los trastes sucios, la comida tirada en la basura, y la mesa sin limpiar. Llamé a Janeth, una de mis mejores amigas de la universidad, por suerte, me contestó al instante de marcarle. — ¿Aló? ¿Janeth, estás ocupada hoy? — dije en cuanto escuché a la voz de Janeth al otro lado de la línea de llamada. — ¡Ari! No, para nada. Solamente tengo un par de reuniones que terminan al medo día y quedo completamente libre. ¿Por qué? ¿Quieres que hagamos algo hoy? —respondió ella. — Sí. La verdad es que no quiero estar en esta casa, la situación con Enzo va de mal en peor, y simplemente, quiero salir a distraerme. ¿Puedes venir por mí y salimos a almorzar lejos de esta ciudad? — contesté, intentando no escucharme como si hubiera acabado de dejar de llorar justo en ese instante. — De acuerdo. Nos vemos al medo día. Te marcaré cuando esté afuera para que salgas, y por cierto, ponte muy guapa, conozco el lugar indicado para que salgamos a distraernos un rato, así como me lo pides — dijo. — Muy bien, así lo haremos. Nos vemos entonces. No llegues tarde, ¿Quieres? — Sí, confía en mí. Nos vemos más tarde, bye. — Bye. Colgué la llamada, y me fui con el celular en mano hasta la habitación que seguía desordenada, con las cobijas tiradas a un lado del colchón y las almohadas en el suelo como si hubiese pasado un tornado por allí. No quise preocuparme con ello, decidí dejar todo así y que cuando Enzo llegara a casa, se preocupara él por organizar todo, porque yo ya estaba completamente cansada de tener que ser el ama de casa de este lugar y que mi esposo no me tratara como lo que era; su esposa.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.7K
bc

La embarazada sacrificada

read
3.1K
bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
25.2K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.6K
bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
52.1K
bc

Eres mío, idiota.

read
3.6K
bc

Profesor Roberts

read
1.7M

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook