Capítulo III

1222 Words
César llegó temprano a su oficina. Ya había celebrado su cumpleaños y se sentía renovado para comenzar la semana.  —¡Georgina! —saludó César.  —Señor —contestó ella.  —Romina pidió una reunión contigo y conmigo mañana —anunció Xander.  Romina, pensó César. La chica tímida del beso.   —Agenda con Georgina sin problemas.  —Ya están en el edificio los representantes de la UNE, la universidad ¿Recuerda? —preguntó Georgina.  —Que los atienda solo Daniela. Estaré ocupado Georgina —contestó César.  —Se lo diré señor.  César se concentró en estudiar los apuntes de Xander, no quería quedar en ridículo con Romina y por algún motivo deseaba conversar más con ella.   Xander y él decidieron ir por un café y evaluar la información de mercadeo interno que habían desplegado en el trimestre anterior, necesitaban ver si sería necesario darle un nuevo enfoque a la campaña para el nuevo trimestre.  —¡César! —lo saludó Daniela en la planta baja al encontrarse de frente cuando iba camino al cafetín.  Estaba acompañada de los representantes de la universidad. César se quería morir de vergüenza, entre los representantes estaba la mujer mal vestida, la hermana de Diana, estaba borracho aquel día pero recordaba todo y claro que la recordaba a ella y sin dudar ella lo recordaba a él. Lo miraba asombrada con mala cara y expresión de molestia.  —¡Daniela! —respondió él sin comprender si podría librarse de aquella situación embarazosa.  —César Agusto Puig, es el director ejecutivo de la compañía, nuestro querido CEO, uno de los más jóvenes y exitosos del gremio —lo presentó Daniela con orgullo ante el grupo.  Los dos hombres le estiraron la mano sonrientes y él presentó a Xander. La mujer lo miró de arriba abajo y no lo saludó, lo dejó con la mano extendida, César la miró incómodo y regresó la mirada a Daniela.  —Tan buena Daniela, es muy buena conmigo. Bienvenidos —dijo César con torpeza.  La mujer lo miraba con desdén.  —Una pena que no nos pudiera recibir. Usted diseñó el programa de pasantías y la verdad es un éxito, estamos asombrados de lo eficiente y pertinente que ha sido, queremos colaborar con ustedes en otros asuntos, unir la academia y la industria —dijo el hombre mayor del grupo.  —Tenemos el tiempo limitado con una campaña por eso ha sido. Podemos hablar arriba sin problemas, puedo hacer el tiempo para ustedes —dijo tratando de sonar lo más cortés posible.  Los hombres se giraron para ver a la mujer.  —Ella es la rectora —anunció uno de ellos.  César le sonrió y asintió con la cabeza, ella seguía sin hablar y mirándolo de mala forma. Su vergüenza estaba a niveles estratosféricos.  Él era el CEO de la compañía y la rectora de la universidad más prestigiosa del país  lo vio borracho, insultándola por su ropa y diciendo que quería cogerse a su hermana. No podía ser peor. No podía. Pero entonces la mujer habló.  —Has sido muy atenta Daniela. Me preocupa que los valores de la compañía no sean compatibles con los de la universidad. Para nosotros es muy importante la moral y la ética. Tengo serias dudas de que ustedes como organización estén a la altura. Nos vamos.  Xander no disimulo y abrió los ojos y la boca en un gesto exagerado propio de él, pero Daniela usualmente más comedida, lo imitó.  —Es un juicio prematuro e injusto —alcanzó a decir César titubeante.  La mujer lo miró desafiante y sonrió.  —¿Si? ¿Le parece? ¿Quiere que discutamos acá mis impresiones? —lo retó.  César entendió que debía dejar el asunto hasta ahí y convencer a Daniela de que la mujer era una excéntrica pretenciosa. Que nos les convenía juntarse con ellos.  —Disculpe, usted es libre de asociarse con quién guste en nombre de la institución que representa. Fue un placer —dijo César esperando que la gente se fuera rápido.  Los hombres se miraban confundidos.  La mujer se dio media vuelta y se dirigió hacia un auto que esperaba sin siquiera despedirse.  Cuando iban de regreso en el ascensor por fin Daniela reaccionó.  —Nos habíamos entendido. Íbamos bien. Ella estaba encantada con todo. Propusieron instaurar unas clínicas de conocimiento aplicado acá en asociación con ellos, hablamos de crear una escuela técnica juntos, un club de lectura cruzado, charlas de motivación para los primeros cursos —recitaba Daniela en modo automático.  —¡Ya podremos cuadrar eso con otras universidades! —la tranquilizó César.  —¡Pero esta es LA UNIVERSIDAD, César, era como la pareja de Jay Z y Beyoncé, esa universidad y nosotros, seríamos más poderosos juntos —explicó Daniela casi al punto del llanto.  César pensó que debería hablar con aquella mujer eventualmente.   —Pero la rectora es una perra pretenciosa —espetó Xander.  —Es una mujer estricta pero se había portado amable hasta que vio a César.  —¡Yo lo arreglaré! Daniela ya no pienses en eso. Mañana iré a esa universidad y lo arreglaré. Sigue con tus cosas, déjame esto a mí —se apresuró a decir César.  —¿Seguro? —preguntó ella.  —Confía en mí.  —No debí presumir tan rápido con mis colegas sobre que haríamos una alianza con la UNE —se lamentó Daniela.  César se sintió mal. La miró con algo de compasión y culpa, esa mujer rechazó cualquier posibilidad de alianza por su comportamiento tan inmaduro y claro que fue un patán. Se detestó.  Le pidió a Xander que siguiera que él lo alcanzaría después, corrió enseguida hacia la oficina de Iker. Le llamó en el camino para advertirle que iría hacia allí.  —Hola Roraima —saludó César y se plantó frente a su escritorio.  —César. Ya Iker está desocupado. Pasa.  Al entrar Iker lo miró con expresión de desconcierto.  —¿Qué pasó? ¿Algo grave?  —No sé si grave. Vergonzoso, mucho —respondió César con tono intrigante.  —Aclárate.  —No sé por dónde empezar. ¿Recuerdas a la mal vestida del viernes en el club? —preguntó César.  —La hermana de la pelirroja que te querías follar.  —Esa. Es la rectora de la UNE. La universidad con la que Daniela había planificado ciertas alianzas, estaba hoy aquí.  —Imposible. Qué probabilidades había de que fuera posible. No te creo —contestó asombrado Iker.  —La mujer casi me escupió un ojo. Me miró con odio, prácticamente dijo que no había posibilidad de que la universidad trabajara con nosotros porque la moral y la ética eran importantes para ellos y dudaba de que nosotros fuéramos compatibles con sus valores. Algo así, obviamente me recuerda.  —Te portaste horrible. Tu comportamiento fue denigrante. Nunca te había visto así, no parecen cosas tuyas César —le recordó Iker.  —Lo sé. Creo que estaba un poco ansioso por la edad que cumplí, tonterías mías, el seguir solo. La llame mal vestida, que vergüenza.  —Y la llamaste virgen —completó Iker haciendo un gesto afirmativo con la cabeza y la cara seria.  César bajó la cabeza y se la cubrió con las manos resoplando. Levantó la mirada de nuevo y vio a Iker con determinación.   —Le prometí a Daniela que arreglaría el asunto, eso o explicarle porque la mujer me odia. Tendré que ir a la universidad y disculparme con ella.  —Tendrás que hacer más que eso. César, creo que no debes exponerte tanto en la ciudad, en los clubs, eso nunca ha afectado tu gestión pero la gente observa, los empleados observan, nunca te habías emborrachado en ese lugar, ese día pasó, sé que fue tu cumpleaños pero no dejas de ser el director ejecutivo. Siento decírtelo, es lo que pienso.  —Tienes razón, debo ser más cuidadoso.  —Y también con las chicas, con las empleadas. Lo siento, sabes que te quiero y me importa tu imagen, desde lo de Claudia has estado muy descuidado en ese aspecto. La gente comenta.  —La gente siempre comenta Iker.  —Solo te digo.  César regresó a su oficina después de desahogarse con Iker. Se estaba descuidando en su comportamiento. Necesitaba asentarse con una mujer. Una sola.
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