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No le llamemos amor

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Blurb

Libro 1 -Bilogia Llamando el Amor-

Una noche, una copa, una traición imposible de curar.

La habitación de un hotel, dos desconocidos, la lujuria a flor de piel.

-Simplemente desperté, tome mis cosas y salí de esa habitación.-unos ojos color café me observan y su dedo indice me da un leve golpe en la frente.

- ¿Y si esa persona era el amor de tu vida? -bufo y niego levantándome del sillón.

-No le llamemos amor, a lo que solo fue una noche de locura.

La mente de pronto procesa lo ocurrido con ese hombre grande, de ojos verdes y cabello castaño. Es inevitable que mis mejillas se ruboricen y piense en él, pero es que tengo razón, solo fue un simple impulso, esto no podría llegar hacer amor, para nada... ¿No?

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Capitulo 1
Siento el agua fría subir repetidas veces desde mis pies hasta mi cintura. El frió comienza, es intenso, mi cabello rubio está hecho un desastre, la arena bajo de mí, mis dedos enterrados en ella, cierro mis ojos y las lágrimas comienzan nuevamente a descender por mis mejillas. Observo el cielo en esas tonalidades vibrantes del atardecer. La noche está cada vez más presente, el lugar está quedando solo, y yo fui el centro de atención para todas las personas que me veían totalmente confundidos, en esta playa. Es muy obvio y claro, ¿Quién no vería extrañado a una chica con un vestido de novia tan bonito y pulcro sumergirse al mar mientras decía mil vulgaridades? Me siento de golpe para ver como el sol se comienza a esconderse al final del inmenso mar. Limpio mis manos en este vestido hermoso, limpio mis mejillas, tomo una bocanada de aire, dejo salir todo con pesadez. Mi móvil que está un poco retirado de mí, no ha dejado de sonar una y otra vez, gateo hasta cogerlo, noto que tengo más de treinta llamadas perdidas y no me molesto en revisar. Sin más me levanto doy unos pasos, alzo brazo y con fuerza lanzo el móvil al mar. Observo como se sumergió en la profundidad y ni siquiera me inmuto en tomarlo, quiero que todo quede allí, en lo más profundo del mar. Un suspiro brota sin más, veo a ambos lados y para este momento, ya me encuentro sola. Bajo el cierre a un costado del vestido y quedo con mi ropa interior. Me veo desde mis pies descalzos hasta mis pechos. Yo, estaba tan hermosa para él y todo simplemente fue en vano. Comienzo a caminar, el agua sube y sube hasta por encima de mis caderas, la brisa fría eriza mi piel y sin más me sumerjo. Nado de un lado a otro hasta cansarme, hasta que mi respiración no pueda más, que mis pulmones ardan. En cuanto vuelvo a la orilla, coloco otra vez el jodido vestido, tomo los tacones en mi mano y decido volver a casa. _ Después de que el taxista me viera en todo el trayecto de forma extraña y el cual le tuve que rogar para que me dejara subir, por ir con mi vestido húmedo. Le pido que espere un segundo para buscar dinero y así pagarle, veo el auto de mis padres y mi hermana, tengo que lidiar con ellos y era lo que menos quería. Al tocar la puerta, esta rápidamente es abierta, mi hermana me mira de pies a cabeza, aun lleva su lindo maquillaje y el traje de dama de honor. – ¿Tienes dinero? Ve a pagarle al taxista que me trajo. –asiente y yo paso a su lado. Todos me observan de pies a cabeza, yo dejo caer los tacones al suelo, los ojos de mi madre con lágrimas a punto de bajar por sus mejillas, me parten el corazón. Trato de ser fuerte delante de ella, la ignoro y tomo camino hasta mi cocina, busco una botella de champagne y una copa, me asusto al ver mi cara reflejada en una olla. Estoy hecha un asco, me encojo de hombros y vuelvo a la sala, todos tienen su mirada sobre mí, mi madre, mi padre, mi hermana y mi cuñado. – ¿Que? –mamá me toma de los hombros y me abraza. – ¿Que? ¿Que? ¿Eso es lo único que dirás? –asiento y los veo a todos. – ¿Esperaban a que llegara hecha un mar de llanto, volviéndome loca, diciendo que el jodido amor no existe? ¿Qué por qué a mí? –chiteo y niego. –Venga, que no es una novela latina, sin ofender, ya que mi cuñado es mexicano. –lo señalo y me sonríe. –Pero cómo es posible hija, que Bru… –levanto mi mano evitando que hable, no quiero escuchar ese nombre. –Ok, que ese chico te dejo plantada en el altar, pero si ustedes demostraban el puro amor, ustedes eran tan unidos. –Me encojo de hombros y veo a mi hermana. –Llévatelos, quiero estar sola... –mamá toma mi rostro entre sus manos para que la mire fijo a los ojos. –No te dejare sola. –Quiero estar sola –niega repetidas veces. –Sami, hija, no pretendo... – ¡Sola! –chillo con enojo. – ¿¡Pueden entender eso!? ¡Sola! –Samantha, no le hables así a tu madre, ¿ok? –observo a papá. –Sé que estas dolida, que... –y lo corto de tajo. –Mamá, papá, tengo veintisiete años ¿ok? Puedo cuidarme sola, lo he hecho por cuatro años, déjenme sola, no quiero la compasión de nadie –trago grueso, niego repetidas veces, exploto. – ¡Lárguense de mi casa! ¡Por favor! ¡Váyanse! –mamá salta del susto y no dice nada más. –Hija, debemos hablar acerca de lo que ocurrió... –miro fijo a papá. –Ese miserable, jamás será mencionado bajo este techo y mucho menos en mi presencia –recalco. –Encárguense de todo, yo no quiero lidiar con nada… Nada... –volteo a ver a mi hermana y asiente, es la única que me entiende. Y de inmediato me retiro de la sala, entro a mi habitación, cierro con llaves, quito mi vestido, quito mi ropa interior y camino hasta mi baño. Dejo que la tina comience a llenarse y le aplico sales, abro mi botella con dificultad, pero por fin logrando con el objetivo, lleno mi copa. Al ver la tina lista entro en ella, el agua tibia me quita este frio que me estaba matando, tomo toda mi copa y la vuelvo a llenar, cierro mis ojos y me recuesto para disfrutar de mi baño. Las lágrimas se agolpan, el nudo en mi garganta se vuelve intenso y para este momento me es inevitable no echarme a llorar una vez más. . Lo veo y aun me parece imposible creer que este hombre me ha pedido ser su esposa. Me lleno de sus labios, hemos hecho el amor repetidas veces después de aquella cena la cual estaba bien planeada. Una maravillosa cena, con música clásica de fondo, los candelabros con luz tenue y algunas voces alrededor de los comensales, tan perfecto, como siempre lo había imaginado. –Te amo Sami, tanto, tanto, estoy feliz de que seas mi prometida, que pronto serás la señora de Eilish. –mis labios se unen a los de él y me abraza acariciando mi espalda desnuda. –Y yo feliz de aceptar serlo. –sonríe y me mira. – ¿Siempre tu y yo? –asiento y beso su mejilla. –Siempre Bruno... . Abro mis ojos de golpe y me hundo en la tina dejando que el agua me cubra por completo, salgo a la superficie tomo la botella de champagne la llevo a mi boca y me la tomo completamente. Duro un largo rato en la tina, con tantos recuerdos invadiendo mi mente y decidida a espantarlo un poco, decido volver a mi habitación. Observo el reloj en mi mesita de noche son cerca de las diez de la noche. De pronto me encuentro con algo titilando en mi mente, observo mi dedo anular, en este momento debía estar llevando una alianza, pero solo esta vació, y nunca entenderé porque demonios me dejo plantada frente a todas las personas. Su familia estaba tan desconcertada como yo, no quería ser el centro de miradas y salí corriendo de la iglesia, no tuve más escapatoria que irme a la playa y allí fue donde descargué toda mi rabia. Me esforcé tanto, en la fiesta, en mi vestido, en toda mi boda, di todo de mí y ese maldito me dejo de esa manera. – ¡Te odio Bruno Eilish! –grito fuerte, tomo una de las almohadas, la lanzo a cualquier lugar de la habitación. Siento ganas de llorar, de ovillarme sobre el colchón, pero quiero y debo salir a despejarme, se que quedarme en esta habitación no me hará bien. En ocasiones él se quedaba a pasar la noche conmigo y no quiero seguir derramando más y más lágrimas, ya estoy cansada, ¿cuándo dejare de darle luto a este fracaso de amor? ¿cuándo dejare de llorar? Sé que no será pronto, pero siempre he sido una mujer fuerte de sentimientos, solo que ese idiota fue el único que supo cómo doblegarme en el amor y miren, él mismo logro ponerme recta una vez más. Camino hasta mi armario decidida a salir esta noche, tomo un vestido mangas largas color azul rey el cual me llega un poco más arriba de mis rodillas y se aferra a mis piernas. Veo mi cabello rubio en ondas por el inestable cabello que tengo y solo aplico algo de crema para que no se vuelva un desastre. Maquillo mis ojos con un simple delineado n***o haciendo resaltar mis ojos mieles con un destello café, resalto mis pestañas y un labial color rubí en mis labios. Tomo mi cartera de mano y como loca busco mi móvil, pero luego caigo en cuenta que lo tire en la playa y tomo un suspiro. Simplemente mejor hubiera borrado las cosas, pero no, decidí lanzarlo y no pensé en las consecuencias. Quizás mañana me compre uno nuevo, busco mis tacones color dorado y estoy lista, sexy y dispuesta a olvidar un poco este maldito día. _ Voy al hotel de un conocido y amigo mío y como sé que él nunca está en ese lugar y no me hará las mil y un preguntas acerca de lo que ocurrió, me adentro al bar que tienen. Es de lo más top como dice mi amiga Emily, que por cierto debe estar que se vuelve loca buscándome, pero me da igual en este momento, mañana me comunicare con ella, no quiero pensar en nada en este momento, quiero bloquear mi mente. Me siento en un taburete de la barra y un chico muy guapo se acerca sonriente. –Buenas noches ¿En qué le puedo ayudar? ¿Que desea? –sonríe, y se siente ese feeling de coqueteo, le devuelvo la sonrisa y coloco mis manos sobre la barra. –Un Martini, bien cargado por favor, doble aceituna... –asiente y se retira. Observo mi alrededor, hombres solos, hombres acompañados de su pareja, incluso mujeres solas como yo, de seguro algunos son huéspedes y otros están aquí pasando la noche. Me doy vuelta sobre el taburete mientras espero el Martini que me pedí, observo todo el amplio lugar a más detalle y está lleno de mucha gente. La diferencia es que acá todos mantienen pláticas relajadas, no es un lugar para estar de farra y juerga, acá solo se pasa un rato agradable. –Acá esta su trago señorita –volteo para ver al moreno y asiento. –Gracias... Tomo de mi Martini y vuelvo mi vista al lugar, tomo un sorbo y arrugo mi cara por lo fuerte que está, pero de igual manera está muy bueno. Al bajar por mi garganta quema, saco el palillo dentro del cóctel con las aceitunas, paso mi lengua por la primera aceituna para quitar el sabor del licor y comerlo. Cuando estoy por hacerlo subo la mirada y un hombre un poco lejos, rodeado de un grupo de personas tienen su mirada fija en mí. Alza su vaso de quizás whisky y toma un sorbo,  levanto mis aceitunas y como una de ellas, al tenerla en mi boca veo como aquel hombre muerde su labio inferior, volteo la mirada a un lado sintiéndome un poco intimidada y me giro nuevamente para quedar frente a la barra. Juego con mi trago moviendo el palillo de un lado a otro y mientras tomo un sorbo tras sorbo. Así se me pasan los minutos y con aproximadamente cinco o seis Martini seguidos. Ya siento el alcohol apoderarse de mi cuerpo, me siento jodidamente caliente, pensativa, terca y arrepentida por todo lo que he pasado el día de hoy. Ahora estoy en esa etapa donde el alcohol me hace desear a todo hombre que esta en este lugar, y no, no debería ser de este modo. – ¿Puedo acompañarte? –una voz ronca habla cerca de mi oído y rápidamente volteo. –Mier... Hola... –mi voz entrecortada por la sorpresa. –Hola, un placer... –el hombre que hace un rato mordía sus labios me mira fijamente, la mirada fija. –Un placer... –toma mi mano y sonríe de lado luego de darle un beso. – ¿Una copa? –niego y me mira de arriba abajo. –Un Martini ¿por favor? –sonríe y asiente. Pide un Martini doble aceituna y whisky para él, el fuerte olor a perfume extremadamente costoso me hace delirar completamente. Es alto, seria de su tamaño si llevara tacones un poco más altos, su cabello es castaño claro con algunos destellos rubios, la barba que lleva recién está comenzando aparecer nuevamente, lleva un traje súper costoso, –lo sé porque yo trabajo vendiendo todo tipo de trajes para hombres–. Sus ojos se enganchan con los míos, son de un color verde y si la claridad los ilumina se pueden ver algunos destellos color amarillo. –Tu Martini... –sonríe mostrándome sus blancos dientes. –Gracias... –sonrió de lado, tomo un sorbo y llevo una aceituna a mis labios, la froto un poco por mis labios y luego la como, veo como muerde sus labios, le imito. – ¿Quieres que salgamos de aquí? –su propuesta directa me sorprende, pero lo que más me sorprende es el cómo asentí sin pensarlo. –Está bien... – ¿Si? ¿Segura? –Sí, muy segura –no comprendo porque me voy a toda, pero sin embargo no me retracto. –Necesito... – ¿Olvidar? –enarco una ceja, este sonríe. – ¿No? –Sí, necesito olvidar un par de cosas por la noche de hoy... –Bien... Entonces, vamos. –Vamos. Me sonríe y extiende su mano frente a mí, la tomo y me ayuda a bajar del taburete, se ofrece en pagar mi cuenta, pero le comento que no se preocupe, tengo influencias y puedo tomar lo que quiera. Se sorprende y sonríe nuevamente, creí que nunca me gustaría otra sonrisa que no fuera la de mi ex prometido, pero veo que aún hay sonrisas que te pueden llevar a otro mundo. Ambos salimos del bar del hotel y caminamos hasta el ascensor, si mi hermana viera esto de seguro estuviera hiperventilando al verme ir con un desconocido. Ni siquiera me preocupo por su nombre sé a dónde nos dirigimos no soy tan inocente como aparento ser, sé que tendremos una noche de esas locas, de esas que disfrutaba cuando no tenía ni siquiera novio. Llegamos a la habitación, veo que es una de las más costosa, no me he hospedado aquí, pero cuando visito a mi amigo, él siempre está en una de estas. Un hermoso candelabro está en el medio de la habitación, la alfombra color purpura, las paredes de un color marfil, las cortinas hacen juego con la alfombra, un televisor enorme, una gran cama y ni se diga del baño, es tan elegante y espacioso. El rubio camina por toda la habitación, quita el saco de su traje y lo deja en uno de los muebles. –Acá no tengo Martini, pero puedo ofrecerte algo de Vino... –lo busco con la mirada y lo veo desbotonar sus mangas, la luz esta tenue y el ambiente se torna muy íntimo. –Está bien, Vino está bien... –asiente y llena dos copas. –Ten... –lo entrega y mi mirada encuentran sus verdes nuevamente. – ¿Porque estabas tan sola en el bar? Creí que esperabas a alguien... –niego y camino hasta uno de los sillones tomo asiento y me doy un sorbo. –Estaba... –suspiro, me encojo de hombros. –Simplemente olvidando, solo eso –se acerca y se sienta a mi lado. –Mmm... –se inclina en mi dirección, su nariz choca en mi hombro e inhala. –Espero que no sea por alguien, esas ganas de olvidar. –Lo es... –sube por mi cuello, mi piel se eriza. –Pero no crees que esta demás hablar de ello. –Tienes razón, no soy quien para arruinar la noche donde has decidido olvidar –su voz ronca logra que algo ocurre en mi interior, me encanta. –Eres hermosa, flor... –sus ojos verdes, el solo roce, la cercanía, Dios mío su voz, denme aire. –Tú también, eres muy guapo no puedo negarlo, grandote... –suelta una risita prepotente y toma un sorbo de su copa. Se levanta y enciende el estéreo, me percato de que busca una música en específico, da con ella, pero no la reproduce. Camina hasta mí y se agacha, quita los tacones de mis pies y levanta un poco mi pierna, sus labios recorren desde mis tobillos hasta mi rodilla, su mirada fija con la mía nuevamente, asiento para que continué y así lo hace. Llega hasta donde se encuentra la costura de mi vestido, sube hasta mi olfateando por encima de mi vestido y llega hasta mis labios, dejando un casto beso y se levanta, toma mis manos y me levanta con él. –Báilame... –susurra en mi oído, una corriente de electricidad pasa por mi columna vertebral, ¿Qué? ¿Bailar? ¿Para él?  –Yo... –me pongo un tanto nerviosa, asiento. –Está bien... Volteo para así verlo de lleno, estoy por retractarme, pero me quedo muda al verlo con su camisa totalmente abierta, su torso y su abdomen desnudos ante mí. Tiene sus brazos abiertos esperando por mí, levanta el control y le da play a la canción, la melodía comienza muy sensual, y de inmediato conecto con la canción. Es una de las que Raquel, mi hermana, siempre escucha y te saca la loba –como ella dice– que llevamos dentro. Es muy sensual, la voz de Two Feet se adentra por mi piel, lo veo morder sus labios y lo imito. Mi cuerpo comienza a dejarse llevar por la música, el frio envuelve mis piernas desnudas, mis manos van desde mi cintura hasta mis pechos, llego hasta mi cabeza y juego con mi cabello. Me volteo para darle una mejor vista de mi trasero, Dios ¿qué carajos estoy haciendo? Yo nunca he bailado ni siquiera para el idiota de Bruno lo hice. –Quita... Quita tu vestido. Su voz ronca llega hasta mis oídos y se adhiere a mi mente, de inmediato mis manos comienzan a subir el vestido, mi trasero esta al aire, llevo una diminuta braga, –no tenía pensado follar esta noche, pero dadas las circunstancias, bueno–. Paso el vestido por encima de mi cabeza y lo dejo caer a un lado. Me volteo, pero mi cabello largo cubre mis senos desnudos, no llevo brasier con este tipo de vestidos, él se sorprende al verme sin ellos, puedo ver bajo la luz tenue su mirada depredadora. Eso me está poniendo muy caliente, él quita sus zapatos y comienza a quitar la correa de sus pantalones, se levanta y queda en ropa interior, su camisa aun esta puesta, su mano derecha acaricia mi brazo, mis ojos están clavados en su rostro. –Eres hermosa... Mis manos de inmediato van hasta su camisa y la quito, su torso desnudo, Dios mío, que torso. Toco su pecho y su piel está caliente, muerdo mis labios inconscientemente y si más me toma entre sus grandes y fuertes brazos. Su boca encuentra la mía y me besa frenéticamente, mis piernas flaquean su mano comienza a bajar por mi espalda y aprieta mi trasero mientras muerde mi labio inferior con lujuria. Jadeo al sentir eso, me voltea al escucharme y su mano izquierda entra en mi ropa interior, sus dedos entran en mi intimidad humedad, un gruñido sale de sus labios, yo me arqueo al sentir como sus dedos se mueven dentro de mí. –Mmm, delicioso elixir... –habla en mi oído y saca sus dedos húmedos los pasa por mi abdomen hasta parar en su boca. –Que delicioso... –lo veo chupar sus dedos y diablos, nunca había sentido esto, es tan morboso, pero tan sexy a la vez. –Eso fue... – ¿Qué? –muerde la piel de mi hombro. –Exquisito... –un gruñido más y voy a su paso. Me encamina hasta la cama y se sienta al borde de ella mis ojos ven su pronunciada erección y Dios es muy grande. Mi garganta se seca de tan solo verlo, acaricia su pene y lo aprieta, mis ojos no apartan la mirada y yo sin que él me lo pida quito su bóxer. Lo veo ante mi totalmente desnudo, quito la última prenda que me quedaba y me siento a horcajadas sobre él. Sin introducirlo dentro de mi aun, rozo mi intimidad con la de él, jadeo una tras otra vez, sus manos acarician toda mi espalda, sus labios muerden y chupan mi piel. – ¿Quieres tenerlo dentro de ti? ¿Lo quieres? –asiento mientras que beso sus labios húmedos. –Sí, sí quiero... Me toma en sus brazos y se levanta, me deja caer sobre la cama y yo estoy tan vulnerable ante él, con mis piernas abiertas, con mi intimida en todo su esplendor. Me recorre con la mirada y veo morder sus labios, por mi lado muevo mis caderas para que de una vez me haga suya, niega sonriente y arrogante, sus manos acarician mis muslos su dedo llega hasta mi clítoris, lo introduce un poco y al sacarlo lo lleva a su boca lamiendo, dejándome tan mal, tan deseosa, sintiendo algo que jamás había experimentado. –Mastúrbate para mí, hazlo... –niego, nunca lo he hecho delante un hombre. Osea el sexo es jodidamente tradicional para mi, la chica encima, el chico encima, la posición de lado, en cuatro patas, es que soy muy tradicional en todo. Sonríe de lado y se acerca hasta mí, su pene roza con mi intimidad y me arqueo. – ¿Porque no lo harías? ¿No te gusta practicarlo? –niego y trago con dificultad. –Nunca lo he hecho delante de un hombre –confieso con un poco de vergüenza. – Siento que es algo intimo para mí... –sonríe de lado y niega, toma mi mano derecha y la lleva hasta mi clítoris. – ¿Qué, que haces? –él mismo comienza a mover mis dedos y un gemido se escapa de mi boca, cierro mis ojos y comienzo a estimularme. –Dios mío... –sus dientes muerden con suavidad mis pezones y luego los succionas llenándolos de saliva. –Para... –niega y comienza a bajar por mi abdomen, sin apartar mis dedos de mi clítoris. En el recorrido va dejando besos en mi piel, llega hasta mi entrepierna y sus dientes muerden mi monte de venus, me arqueo aún más cuando siento eso y no dejo de estimularme en este punto. – ¿Sientes que te vas a correr? –asiento con prisa y veo de lejos como muerde sus labios, baja de la cama busca algo en una de las gavetas cerca del televisor y vuelve. En ese pequeño fragmento lo contemple aún mejor y no hay dudas que este hombre es todo un jodido monumento. Abre la envoltura del condón y lo coloca en su m*****o erecto, comienzo a mover mis dedos en círculos, verlo de esa manera me excita aún más, jadeo más fuerte, los gemidos ensordecen mis oídos, él retira mi mano con brusquedad y de una estocada me penetra. Doy un grito de dolor y gusto, se acerca nuevamente a mí y comienza a embestirme, me penetra tan fuerte, los choques de nuestras partes suenan por la habitación, sus gruñidos, mis gemidos, clavo mis uñas en su espalda. –Si... Así, mas, más fuerte, hazme olvidar... Hazlo... –Un gusto, mi flor. Besa mis labios, su pene sale dentro de mí y como una muñeca me toma y me voltea, me coloca de cuatro patas y yo levanto mi trasero haciéndole saber que me penetre rápido y fuerte. Diablos, como me pone este hombre desconocido, roza su pene desde la entrada de mi trasero hasta mi v****a, me muevo hacia atrás e introduzco todo su m*****o en mi agujero, jadeo y aprieto las manos en las sabanas. Él no se mueve, deja que yo haga todo, nunca he hecho esto, me arrepiento de no haber sido toda una experta del sexo salvaje. Comienzo a moverme de atrás hacia adelante y lo siento, dentro, fuera, dentro y fuera, sus manos se amoldan a mi trasero y comienza a darme fuertes nalgadas, su mano pasa por debajo de mí y llega hasta mi botón comienza a estimularlo muy rápido y cuando siento que ya no puedo más, me dejo venir. Un gemido sale de mis labios y él tomándome de la cintura se acerca hasta mi oído y muerde el lóbulo de mi oreja. –Ahora me toca a mí hermosa... –asiento y comienza a darme más fuerte. –A ver si así te entra en la mentecita, que tú no tienes por qué olvidar, tú tienes que ser a quien olviden, preciosa. Esbozo una sonrisa y lo disfruto, me da más y más fuerte, mi intimidad arde, pero joder lo que daría por que no se corriera ahora mismo. Al escuchar un gruñido de su boca logra venirse, caigo sobre el colchón exhausta, él cae sobre mí con su respiración acelerada y corta, presiona un botón y las luces se apagan, –sofisticado este hotel–. Ambos nos metemos bajo las sabanas, me rodea con sus brazos y deja un beso en mi hombro, cierro mis ojos y caigo en sueño profundo. … Al despertar veo como la luz del día se cuela por la ventana, tomo una bocanada de aire y me estiro sobre la cama. Al estirar mis brazos, siento algo duro a mi lado, volteo asustada y lo encuentro a mi lado, dormido plácidamente, veo toda la habitación y por lo que veo no fue un sueño húmedo lo que tuve por la noche. Me salgo poco a poco de la cama, no quisiera lidiar con él en cuanto despierte, quiero salir rápidamente del lugar. Veo la única prenda interior que llevaba y sonrió al verla, muerdo mis labios y no pretendo tomarla, la dejare de recuerdo. Coloco mi vestido rápidamente, arreglo un poco mi cabello y tomo mis tacones en las manos. Abro la puerta de la habitación, con máxima quietud y logro salir, cierro con mucho cuidado la puerta y al voltearme cubro mi boca para no gritar. – ¡Oh my god! This is amazing... –veo a mi gran amigo extremadamente gay de brazos cruzados y sonriente. –Robbi... No es lo que parece... –asiente sonriente. –Tu querida amiga abandonada en el altar, has tenido una jodida noche loca, esa es la actitud... –me sorprende escucharlo y rápidamente me lleva de la mano hasta su habitación. Llama a recepción pidiendo un servicio de desayuno. ¿Les conté que tenía un amigo que era dueño de este hotel? Pues, ese es mi querido amigo Robbi, de todas las personas, porque tuvo que ser él, el que apareciera frente a mí. –Cuéntame todo y con todo me refiero desde el tamaño de su pene hasta las posiciones que te hizo... –le miro perpleja, niego. –Oh no, no, no y no... –este ríe. -Pero Robbi, una cosa si debo confesarte –asiente ansioso. –Si me vuelven a dejar plantada en el altar, por Dios, quiero que sea ese hombre quien me haga olvidar todo. Ambos reímos a carcajadas. Al salir de la habitación me sentía como toda una delincuente, nunca en mi vida activamente s****l había hecho cosas como las de anoche. Nadie sabrá con lujos de detalles lo que ocurrió en esa habitación solo ese chico de ojos verdes y yo, seremos los únicos involucrados de esa noche, y si me preguntan si quisiera repetir, pues con todo gusto diría que sí, pero debe ser con ese hombre desconocido. 

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