Hola, bonita

1172 Words
─¿trabajaras hoy? ─se asoma su madre por la ventana. ─escuché que se acabó el paro. ─dice abriendo indiscreta la cortina de la ventana para tener mejor visibilidad. ─hoy solo trabajo en la tarde, ya que la señora de la mañana me dijo que había tenido unos problemas y que va a ver si los soluciona, porque le están pidiendo el local. ─dice chupando sus dedos, ya que los tiene embarrados de miel de maple. ─Tú, si que no dejas la costumbre de lamer tus dedos, pareces niña chiquita. ─la regaña. ─ya deja esa manía... ─Soy adulta, trabajo para mantenerme, soy independiente... y usted, aún me regaña por algo tan simple. ─responde algo incómoda, bajando sus manos, pese a lo mucho que le gusta la miel de maple. Su madre ha hecho de una mañana agradable, algo incómoda por su regaño, así que no le queda más que cambiar de tema. ─¿Y los niños, siguen dormidos? ─mira un poco más a su alrededor. ─Si. ─sonrie al voltear a verla. Conoce tan bien a su madre, que sabe que ella jamás se va a disculpar por lo que ha dicho, ni por cómo la hizo sentir, solo cambia el tema y ya. ─hoy no tiene nada que hacer temprano, y los dejé dormir un poco más, ya cuando esté el desayuno los despierto. ─¿Y vas a salir a algún lado hoy? ─pregunta al despegarse de la ventana. ─Ni estarás saliendo, ya sabes que los niños no se pueden quedar solos. ─dice y se va antes de tener una respuesta de Angel. ─Sí señora. ─responde de mala gana. Tan pronto como su madre desaparece de su ventana, lame sus dedos, tras terminar de preparar el último waffle con miel de maple y fresas picadas, que les ha preparado a sus hijos. Sentada por un momento, mientras espera que despierten sus hijos, abre su portátil y revisa la plataforma, ya se autorizó el pago y pronto tendrá ese dinero en sus manos. Mira la hora en su teléfono, y se da cuenta de que tiene una notificación. "hola bonita" Viene de un número que claramente no tiene registrado, ni puede reconocer. Después de todo lo que pasó en su última relación, lo primero que hace es pensar que se trata de su ex pareja, lo borra enseguida sin siquiera preguntar, no necesita arriesgarse más. Aunque intenta mentirse a sí misma, no puede, intenta fingir que no le importa lo que ha visto, que no está aterrada con la idea de que su anterior pareja esté nuevamente tras ella, pero su cuerpo responde con la verdad, lo hace al temblar de miedo, lo hacen sus ojos al está inquietos y llorosos, lo hacen sus manos al sudar y bajar su temperatura a tal punto que parece haber estado en el polo sur, lo hace su corazón al latir tan rápido que hace escuchar sus fuertes latidos. Recordar todo lo que pasó la última vez que lo vio, la hace temblar, sentir unas enormes manos en su cuello, hace presione tan fuerte sus manos que llegan a enrojecer y a lastimarse porque sus propias uñas se clavan en sus palmas. Está al borde del colapso, pero un pequeño la abraza por sorpresa sacándola de su trance. ─Buenos días mami. ─dice el pequeño sin somnoliento, pero con una gran sonrisa. ─Buenos días mi amor. ─sonrie secando una lágrima que ha logrado escapar de su voluntad. ─¿por qué llora? ─dice borrando su sonrisa enseguida, al secar su lágrima. ─No estoy llorando. ─miente. ─lave mis manos y cayó algo de ayuda en mis ojos. ─Buenos días má... ─dice Sandro mientras camina aún tallando sus ojos. ─huele rico... ─dice mirando a la cocina, mientras llega a su madre y le da un beso en la mejilla. ─es muy temprano, deberían estar dormidos... ─besa a los niños y se levanta para servir sus platos. ─su hermana si que sabe aprovechar la mañana... ─les sirve sus platos con una gran sonrisa y los deja en la mesa. Los niños comen mientras ven un poco de caricaturas, algo que Ángel aprovecha y va al baño. Con la puerta cerrada, toma un rollo de papel higiénico y cubre su boca, mientras lágrimas salen a cántaros de sus ojos, recordar parte de la que pasó fue demasiado para ella, aunque ya han pasado algunos años, ella aún lo recuerda y es doloroso, aún no puede explicarse a sí misma, ¿como es que sigue con vida? Escucha a su hija despertar, sabe que lo primero que hará es ir al baño, así que deja todo en su lugar y se mete en seguida a la ducha. No pensaba hacerlo, pero no tiene opción. Se quita la ropa, y pese al frío que hace, se da una ducha, dejando que el agua fría caiga en su rostro, para así borrar las huellas de que ha llorado. ─buenos días mami. ─dice Luisa al entrar. ─Buen día mi amor. ─responde ella regulando lo mejor que puede para que su hija no pueda notar que ha llorado. ─Huele rico, ¿hizo desayuno? El llanto vuelve a brotar de sus ojos, y ya no podrá responder sin que se note que ha llorado, así que hace gárgaras con agua, para que su hija de por hecho que no va a responder. Y así sucede. La hija o hace mas preguntas, y tan pronto termina de ocupar el baño sale en busca del origen de ese delicioso aroma, mientras balbucea como si hablara con su madre. Sus hijos están en su mundo, entra las caricaturas y lo que les gustó los waffles, ninguno ha notado que su madre se ha tardado más de la cuenta, pero no hace falta, pues, después de una larga ducha, y un momento para calmarse, sale de la habitación mientras su hija está lavando los platos. ─¿usted, ya tomó desayuno? ─pregunta al verla salir. ─No..., pensaba hacerme algo después de... ─Ya me imaginaba. ─dice su hija sacando un plato que estaba bajo una cubierta. ─por eso yo le hice algo mientras se bañaba. ─dice le entrega un plato con un par de waffles con mucha miel de maple y fresas picadas, ubicadas estratégicamente en forma de corazón. ─¡Que bonito! ─sonrie empujando suavemente a su hija con su hombro. Luisa no es muy demostrativa en cuanto amor, o cualquier otra emoción con las personas a su alrededor, pero con su madre trata de serlo, ciertamente dar muestras de amor o detalles no es lo suyo, pero ella conoce demasiado bien a su madre, y ella sabe lo que ha pasado y cómo le afecta eso, pero a qué Ángel intentó disimular que estaba llorando, su hija lo sabía, sabía que estaba llorando, aún sin verla, aún sin escucharla, aún sin que se lo dijera, ella sabía. Sentada desayunando, mientras su hija lavaba los platos que se habían usado en el desayuno, evitaba su teléfono, cuando vio una notificación dio un brinco del sillón. ─¡¡Que...!!
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