Algo extraño.

1074 Words
El frío se cuela por la rendija de la ventana que tienen fisuras, las ramas un pequeño árbol de limón chocan contra la pared del baño haciendo un molesto sonido, y a su vez escabroso, lo que hace que Ángel se despierte a mitad de la noche. Mira. sus pequeños dormir y va a la cocina por algo de agua. El solo sonido del agua cayendo sobre el vaso logra asustarla. Se sienta sobre un pequeño sillón junto a su pequeña ventana de 70x30 cm, toma su laptop y se queda allí, mirando la pantalla, dónde están sus pequeños hace unos años atrás, sonrientes y con sus mejillas rojas, recuerda ese día como si fuese ayer. Inicio de Flashback. Sentada sobre una silla de playa, con una blusa que cubre sus brazos hasta el puño, cuello alto. Un pantalón n***o y su cabello suelto. Ángel ve a sus hijos correr y jugar sin parar en la arena. Luisa intenta atrapar a Jota, mientras Sandro huye de Jota y un vaso lleno de caracoles. El sol brilla en su máximo esplendor, el aire es fresco, las olas bailan con el viento, y la brisa juega con el cabello de Ángel. —Mami!! —corre hacia ella un pequeño Jota dando traspiés con la arena, sin soltar su pequeña pala de plástico, con la que ha construido varios castillos de arena. —agua... —dice apenas entendible. Con apenas dos años, cuesta mucho entender lo que realmente quiere, pero para su fortuna, agua es algo que si se le puede entender. Ella abre una bolsa plástica que tiene junto a ella y saca una botella plástica ya un poco arrugada por el desgaste y le da al pequeño. —Mami, ¿que vamos a comer?, tengo hambre. —dice un pequeño, delgado y algo pelón Sandro, poniendo la manos en la cintura, lo que hace verlo gracioso. Ella urga un poco más en aquella bolsa plástica y da con una pequeña bolsa de papel con tres panes. —Come despacio, no vayas a masticar mal. —advierte al pequeño, a quien le brillan los ojos con aquel pan. —Yo... —tiende su manita el pequeño Jota, inclinado su cabeza de lado y regalando una hermosa sonrisa, muy tierna. —Yo también quiero. —Se acerca Luisa, al tomar el último pan, pese a tener solo diez años, sabe que no hay más y que su madre se quedará sin tener uno, así que toma un pedazo de su pan y se lo da a su mamá. —No quiero mucho. —miente. Algo que aunque no entiende mucho, Sandro lo hace igual, sacando un pedazo de su pan par su madre. —Si tienen frío, no deben volver al agua, o se van a resfriar. —dice sin quitarle la vista al mar. —¿A dónde vamos a ir mamá? —pregunta Luisa, ya que llevan allí toda la mañana, con una maleta y una bolsa plástica con ellos. —Iremos a visitar a la abuela. —dice con una sonrisa. —¿tenemos abuela? —pregunta Sandro con mucho asombro. —Si, iremos con ella por un par de días, en cuanto ya no quieran jugar en la playa... —suelta un suspiro, sin dejar de ver el mar, el nudo en la garganta empieza a sentirse cada vez más grandes, la presión es su pecho es demasiada, tanta que sin importar lo mucho que realmente se esfuerce por no llorar, un par de lágrimas empiezan a caer. —No... —dice el pequeño Jota limpiando enseguida las lágrimas de su madre. —Es la arena. —sonríe secando sus lágrimas, llenando de besos a su pequeño. La horrible idea de entrar al mar con sus hijos y no salir de allí taladra su cabeza tan hondo que empieza a hacer estragos en ella. Respira tan hondo como puede, llena de aire sus pulmones y lo retiene allí, debe aguantar la respiración par asegurarse de que sus hijos no se queden en el mundo para sufrir. Sin nada de dinero en sus bolsillos, con una botella plástica con agua hasta la mitad, sin nada de comer para sus pequeños, ella no ha comido nada hace más de tres meses, y sin tener a dónde ir, a quien recurrir, sus opciones son tan pocas, que la muerte se ve tentadora. —a, ame... —dice el pequeño Jota tendiendo su mano a su madre mientras abre y cierra su manita, en señal de que quiere más comida, pero ya no hay nada. —Vamos al agua, vamos a jugar... —dice Ángel, tomando al pequeño en brazos, y sus dos hijos la siguen como se costumbre sin preguntar. Sandro camina dando vueltas y vueltas alrededor de su madre mientras ríe y canta una graciosa canción de un patito azul. Luisa toma la mano de su madre y la presiona un poco, está asustada, está nerviosa, de alguna inexplicable manera, tiene una idea de lo que pasará. Tocar el agua fría erizó todo cuerpo, y dejo escapar una vez más sus lágrimas. Sandro se aferra a la blusa se su madre por el frío y el miedo a las olas. Los tres pequeños están aferrados a su madre mientras ella camina mar a dentro. —Tengo frío, quiero salir. —dice Sandro temblando, tirando de la ropa de su madre hacia atrás al sentir el agua en su cintura. Luisa presiona con más fuerza su mano, pero no la suelta. —Ma... —Jota le da unas palmaditas en las mejillas a su madre, ya que parece estar en trance y no escuchar a su hermano. No hay nadie más que ellos, no hay personas en la playa, la persona más cerca a ellos son las personas que atienden en locales comerciales de la playa, a más de 20 metros de dónde están, nadie camina sobre la arena, es lunes, no hay salvavidas ni nadie a la vista. Solo ellos cuatro entrando en el frío mar. —Mami, ya no quiero jugar, me quiero regresar. —insiste una vez más Sandro. Jota con ambas manos toma la car de su madre e intenta hacerla mirar a su hermano, pero ella no dice nada. Luisa está demasiado asustada, pero se aferra ahora a la cintura de su madre con fuerza, el agua le llega por cintura, y la fuerza del mar empieza a tirar para dentro.
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