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Estoy Pensando en Ti

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Blurb

Astor es el menor de los hermanos del clan Marshall. Desconfiado, escéptico, arrisco y malhumorado.

Jun es el menor de los hermanos del clan Hyun. Amable, simpático, bondadoso y alegre.

Dos polos opuestos. Blanco y n***o. Yin y Yan. Positivo y negativo. Dulce y salado. Luz y oscuridad.

No deberían ser el uno para el otro, ¿No?

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Capítulo 1
ORDEN PARA LEER LA SAGA "FAMILIA MARSHALL" 1. No puedes comprar mi amor 2. Atrapado Contigo 3. Fuego con Fuego 4. Hijo de la Mafia 5. El Legado de la Mafia 6. Estoy Pensando en Ti ***** Estaba pensando en quién eres Tu delicado punto de vista Estaba pensando en ti No me preocupa dónde estás O con quién volverás a casa Sólo estoy pensando en ti Sólo pensando en ti - Harry Styles- ***** Estamos aguardando afuera, listos para atacar. Mi equipo espera a mis espaldas la señal, atentos.  Giro mi cabeza para observarlos.  - ¿Alguna duda? - pregunto. Ninguno responde. - Bien. Si surge alguna durante el ataque, háganse a un lado y no molesten a los que si hacen su trabajo. - hago una pausa. - Y procuren terminar la noche con vida. - agrego con voz firme. - Que no tengo tiempo, ni paciencia, para buscarles reemplazo.  - Oh vaya, que conmovedor. - menciona Milo divertido. - Si que sabes levantar la moral del equipo. - sigue Dexter con esa sonrisa presumida y de galán que acostumbra a tener en su rostro.  - La última vez casi les explota una granada en la mano, porque jugaban a tirársela al otro. - acota Stellan con ese tono de voz analítico tan característico suyo. - Yo creo que lo hice con fundamento.  - Ya sabes el dicho, "El que tenga miedo de morir, que no nazca". - continúa el pelinegro.  Pongo los ojos en blanco y regreso la vista al frente, observando todo el panorama, mientras ellos continúan con su debate, hablando todos a la vez.  Chasqueo los dedos para llamar su atención. - Concéntrense mi ejército de conejillos de indias.  - Y luego se queja cuando lo llamamos "cascarrabias". - habla Larissa entre dientes.  - Oí eso. - sentencio. - Así que hoy nos saltaremos el sorteo, y serás tú quién se va a quedar supervisando la limpiada luego del desastre que vamos a dejar aquí.  - ¡Ey! - se queja frunciendo el ceño.  - Tú sigue quejándote, y lo harás también al siguiente ataque, y al que le sigue a ese.  - Anda Lari, no te quedes callada. - la anima Milo. - Estamos en una democracia. Tienes voz y voto.  - Cierra el hocico. - habla irritada.  - En posiciones. - ordeno al percatarme del movimiento que hay dentro de la mansión.  Vuelvo a observarlos. Sus semblantes de ponen firmes y serios, y toman bien sus armas. Veo la determinación en sus ojos, y la seguridad en su postura.  Mi equipo es el mejor. Si, pueden ser unos niños inmaduros que pelean por quien va la ventanilla de la camioneta, pero cuando estamos a punto de iniciar un ataque todo eso queda atrás y sacan esa parte feroz y llena de adrenalina que los hace ser los mejores.  Cuando quede solo, luego de que tres de mis hermanos se fueran a otro país, y otro de ellos se convirtiera en un muerto viviente, me sentí muy perdido y sin rumbo, nunca en mi vida había estado sin su presencia en mi vida.  Hasta que llegaron cada uno ellos, y de alguna forma se sintió como un rompecabezas, dónde cada pieza va encajando en su lugar.  - Andando. - ordeno. - Acaben con todo.  Y dicho esto, marchan hacia allí, siguiendo sus posiciones y con sus armas apuntando.  - Que empiece la diversión. - anuncio, y voy junto a ellos.  Siempre es una noche divertida cuando tenemos planeado algún ataque. Nos gusta la acción y esa adrenalina que nos recorre, las cuál consigue que nos sintamos invencibles.  Suele ser algo sencillo para nosotros, y todo gracias a la buena coordinación que hemos adquirido con estos años. Cada uno de los miembros de mi equipo tiene un papel especifico, y deben cumplirlo. Solo hay una regla que pongo... No salirse del plan trazado. Sin importar nada.  Así que cuando entramos de improviso no tardan en oírse los disparos de nuestro lado, y a los pocos segundos la respuesta del suyo.  Me muevo a 360°, disparando en el centro de la cabeza a todo aquí que no forma parte de mi clan. Siento el goce de la satisfacción de no errar ningún tiro.  Los genes Marshall. Nuestro legado.  20 minutos después, y en mi campo de visión solo puedo ver a mi gente, luego de haber terminado con el enemigo como si fueran mosquitos.  Emiko, Ross y Dexter se acercan a mí. Los dos últimos llevan de un brazo a un hombre jadeante y herido, al cual lo traen arrastrando. Y enseguida lo reconozco como el cabecilla de la familia, con quien solíamos hacer negocios. Se detienen.  - Lo agarramos antes de que se disparara a sí mismo. - menciona Emiko.  - Maldito cobarde. - susurra Ross.  Me pongo en cuclillas para quedar a su altura. Me mira con desprecio e ira.  - Di la orden de que te dejaran vivo para el final. - comienzo a decir. - Para que así presencies con tus propios ojos lo que sucede cuando alguien se cree más inteligente que un Marshall como para poder engañarlo. - Me incorporo y le apunto con mi arma. - Sus negocios con nosotros han terminado.  - Sucio Marshall. - escupe con desprecio.  Sonrío con malicia. - Si, ya lo he oído antes. - digo con orgullo. - Salúdame a los otros que mande allí. Y disparo. Oigo ese sonido que me resulta tan familiar, y que consigue calmarme tanto.  Todo lo que necesito.  ***** Al llegar de vuelta a la casa, estacionamos en la entrada y nos bajamos de los vehículos.  - ¿Pizzas y cerveza? - comenta Ross.  - Si. - respondemos a coro.  Me freno al percibir una fuerte presencia, ajena a nosotros. No tardo en distinguir a mi hermano mayor junto a la entrada.  Tiene su penetrante mirada puesta en mí, pero la acompaña una sonrisa encantadora. Aquella que solía tener todo el tiempo y que en un momento llegue a temer no volver a verla. Lleva puesto un jean suelto, y una remera negra mangas cortas. Noto que lleva aquel reloj que le regalo nuestro abuelo, y en su dedo brilla esa sortija que comparte con Miss Corea.  En los últimos meses mi hermano ha adquirido un aire más informal y relajado. Y eso le sienta bien. Solía estar tenso y malhumorado todo el tiempo.  Hace un mes que mi hermano se fue a vivir de forma permanente a Seúl, para liderar el clan Hyun. Lo que me parece una enorme idiotez, si me lo preguntan.  Por lo que sí, voy a admitir que estoy un poco molesto con él.  Los chicos lo saludan y entran. Yo voy a lo último.  - ¿Qué haces aquí? - pregunto al pasar a su lado para adentrarme a la casa. - ¿Entraste en razón al fin y te diste cuenta que Miss Corea es un imbécil? Me detiene tomándome del brazo con fuerza. Su mirada refleja severidad. - Atlas es mi novio, así que cuida tus palabras. - sentencia firme. - No te pido que seas su mejor amigo, sino que lo trates con respeto.  Suspiro con fastidio y me zafo de su agarre. - Bien... - hago una pausa. - Lo siento.  Hace una mueca. - Está bien... - ¿Y qué te trae por aquí entonces? - sigo preguntando llevando mis manos a la cintura.  - Necesito que me hagas un favor.  Frunzo en ceño. - Luego del último favor que me pediste, ya comienzo a tener miedo cuando oigo esas palabras salir de tú boca. Podrías pedirme hasta que me ponga un par de pechos.  - ¡La última vez no fue tan malo! Admítelo.  - Ni en mi lecho de muerte. - hablo tajante.  Lanza un suspiro pesado, mientras desliza su mano por su cabeza, la cual ahora lleva afeitada desde hace un tiempo.  La prima vez que lo vi pensé que me iba a dar un infarto, creí que había terminado de perder la cordura por completo, dado que siempre fue el que más importancia le dio a su apariencia. Sin embargo luego comprendí que era su forma se separarse del viejo Izan, de aquel que fue. Al principio no quería aceptarlo. Él fue mi mentor por años, y la persona que más he admirado. Estaba seguro que todo era culpa de Miss Corea, ya que esos cambios empezaron cuando llegó. Pero comienzo a ver a esta nueva versión de mi hermano como la más real. Está más relajado y tranquilo, además de más seguro, y que ya no suele hacerse drama por todo.  - No me lo haces fácil... - Ten los huevos de decirlo. - sentencio, cruzándome de brazos.  Me mira con esos ojos particulares, que desde que soy niño me han maravillado, y que ahora tienen un brillo que no veía en ellos desde hace años.  No me agrada Miss Corea, pero de lo que si tengo que darle mérito es de lo feliz que hace a mi hermano mayor. Y nada tiene más importancia para mí.  - ¿Tienes vacante para un nuevo m*****o temporal? - ¿Qué? - pregunto confundido, sin comprender a que se refiere. - Ya, enserio, ¿Te echó? Porque le voy a abrir con pinzas esos ojos en línea, hasta que se le desgarre la garganta de tanto gritar.  Izan pone los ojos en blanco. - No es para mí, sino para Jun.  - ¿La hermana? - pregunto extrañado.  No. Ni hablar. Es Satanás.  - No. - responde seco y molesto. - Jun es su hermano menor. Con quien tuviste la cita.  Carajo. Mucho peor.  Lo apunto con el dedo. - ¡NO FUE UNA CITA! - exclamo firme. Izan lanza una carcajada. - ¿¡Y por qué diablos me quieren endosar a mí al niño!?  - ¡Tiene la misma edad que Lari! - exclama. - Además, ¿Tengo que recordarte lo que "el niño" hizo? - inquiere con su semblante serio. - Si no fuera porque llego en el momento justo, ni yo, ni Atlas, estariamos aquí.  - No digas eso. - hablo tajante. - No es así.  - Si, si lo es. Ya les he contado como fue. Hyun padre estaba a tres segundos que dispararme y acabar con mi vida.  - ¿Tú crees prudente y sano empezar una relación con alguien a quien su padre intento matarte?  - Siendo justos, ¿Qué suegros no quieren matar a las parejas de sus hijos?  Suspiro. - ¿Y por qué se tiene que quedar aquí? No recuerdo haber mencionado que estamos cortos de personal. Ya tengo suficiente con Milo y Dexter, que son dos niñitos, como para eso sumarle a otro más al club de los amigos de Barney.  - Se que te va a quemar la lengua decirlo, pero sabes bien que Jun no es así. - dice. Hace una pausa. - No quiere quedarse en Corea, lo que es comprensible. Su intención es conocer el mundo, pero dado que nunca ha abandonado las cuatro paredes de su casa no creemos que sea los más prudente. Así que lo convencimos de que aguardara un año, luego de cumplir los 21 para iniciar su viaje, que ya es mayor de edad en todos los sentidos. Y teniendo en cuenta de que aquí ya conoce, que ha estado por unos cuantos meses, y se lleva bien con los chicos, yo propuse que se quede aquí. Jun accedió, siempre y cuando tú estes de acuerdo.  - No estoy de acuerdo.  - Atlas está preocupado por él. No ha dicho nada con respecto a que mato a alguien, y que encima esa persona era su padre. Por más que haya sido un hijo de puta, no es sencillo. Al menos no para alguien como Jun, que es la persona más inocente y pura que he conocido. - sigue mi hermano. - Así que te estoy pidiendo el enorme favor de que lo llames y le digas que lo esperas.  - ¿¡QUÉ!? ¡NO! ¡NO PIENSO LLAMARLO! - exclamo.  - ¡Por favor! - pide Izan, con su ceño fruncido. - Te estoy diciendo lo importante que es esto, y tú te niegas por un capricho tuyo, porque eres un maldito arrogante y orgulloso.  - No entiendo porque debo ayudarlo yo, que se busque a otro.  - Es familia.  - Claro que no. - digo a la defensiva.  - Si, si lo es. - habla Izan tajante. - Porque me voy a casar con Atlas, y Jun es su hermano menor, y el centro de su mundo.  - ¿Qué? - menciono extrañado.  - Si, no tenía intención de decirlo así, pero sí. Nos vamos a casar.  - Que va... tú y él no pierden el tiempo, eh... - comento con fastidio.  - Cuando estás a punto de morir, y crees que has perdido a la persona que amas, el tiempo toma otro significado.  - ¿Acaso soy el unico que los cinco que queda en el campo de batalla, resguardando el frente? - inquiero molesto. - Todos ustedes se han puesto filósofos, cursis y.... y responsables. Es cuestión de tiempo para que empiecen a hablar de pañales y terapias de parejas. Voy a tener que buscarme nuevos hermanos.  Izan ríe con ganas. - Por momentos me olvido que eres el más escéptico de los cinco. - pasa su brazo por encima de mis hombros y me atrae hacia él.  Intento apartarme, pero sin éxito, ya que siempre ha sido el más fuerte de mis hermanos, en especial ahora que recupero su estado físico.  - Por favor. - me pide con voz suave. No respondo. - Te pagaré. - agrego luego de unos segundos.  - Tengo más dinero del que voy a gastar en una vida.  - Sabes que nosotros no nos pagamos con dinero. - sigue.  Lo miro con más interés. - ¿Un deseo?  - Si. - confirma.  Quedo pensativo, acariciando mi mentón. - ¿Qué tal si pido que...? - Nada relacionado a Atlas. - me interrumpe con voz firme.  Hay una sola persona en el mundo a la que no puedo decirlo que no si me pide algo. Y es a mi hermano mayor. Izan fue el unico que mantuvo su fe en mi cuando todos en mi familia, inclusive yo, la habían perdido.  Y por más que me hago el difícil, tengo la certeza de que haría lo que fuera por él.  Lanzo un quejido y me aparto de él. - Bien... - accedo, aun frunciendo el ceño.  - ¿Bien, qué? - pregunta Izan expectante.  - Bien se puede quedar aquí. - respondo de mala gana.  - ¿Y... ?  - Y... - suspiro con fastidio. - Considerare llamarlo.  Mi hermano sonríe ampliamente. - Tomo eso como que lo harás.  Lo apunto con el dedo. - Me debes una enorme.  - Si, si, lo que quieras. - dice sin dejar de lado esa alegre sonrisa.  - Y no pienso ser su niñera. - sentencio. - Esa tarea se la daré a Milo y Dexter. Lanza un suspiro pesado. - Bueno... - susurra no muy convencido. - No tientes a tú suerte, Izan. Ya demasiado que he accedido a esta mierda, y solo porque te debo mucho.  - No será tan malo.  Pongo los ojos en blanco. - Como sea... - reanudo el paso.   - ¿Qué dices si cenamos juntos? - pregunta mi hermano, caminando a mi lado, con esa sonrisita victoriosa. - Que en unos días me vuelvo a Corea.  - Todavía no me acostumbro de que ya no vives aquí. - menciono.  Vuelve a pasar su brazo por encima de mis hombros. - No necesitamos vivir bajo el mismo techo para sentirnos cerca.  - No te pongas meloso conmigo, que ya he accedido. - comento con fastidio. Lanza una carcajada.  ***** Es ya de madrugada, cuando salgo a fumar al balcón de mi habitación. Me inclino hacia adelante, apoyándome en la baranda.  Pase la noche trabajando en el club, aquel que Izan remodelo y e hizo accesible para la gente de afuera, y que ahora se convirtió en uno de los más concurrido y de moda. Él siempre ha tenido visión para esas cosas. Todo lo que emprende se convierte en un éxito.  Obviamente no regresé solo a la casa. Una hermosa morena con rulos me invitó un trago, así que me pareció cortes de mi parte invitarla a conocer mi habitación.  Ella está durmiendo en mi cama, completamente desnuda bajo las sábanas. Yo no he podido conciliar el sueño todavía, así que decidí salir a tomar un poco de aire fresco.  Estoy pensando en la conversación que tuve hoy con Izan.  Tengo un cigarrillo entre mis dedos de la mano derecha, y en la otra mi celular. Busco el contacto que me pasó antes de irse. Dudo un prologado tiempo si marcarle o no. Siento el enorme impulso de mandar a la mierda lo que me pidió mi hermano. Pero por más que desee hacer eso más que nada, sé que no me lo perdonara.   Con mi pulgar rígido presiono el botón de llamar. Me llevo el celular a la oreja y mientras oigo el tono se llamando, le doy una calada a mi cigarrillo.  - ¿Hola? - oigo su voz suave al otro lado de la línea.  Tengo las palabras atoradas en la garganta.  Maldito Izan.  - Soy yo. - consigo decir con voz firme. - Tenemos una bacante disponible, ¿te interesa? 

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