Sara descansó esa tarde y parte de la noche, no se despertó si no hasta la madrugada, cuando la niñera entró a la habitación con la nena sollozando. Lo que la hizo despertar de golpe, al hacerlo una presión en la cabeza le retumbó. Puso su mano en la frente y apretó los ojos buscando alivio. Unas pisadas más fuertes entraron también a la habitación. - Traeré unos analgésicos, señora. - Susurro. Ella asintió y abrió los ojos de a poco buscando a la bebe. - ¿Qué pasa mi niña? - Señora- La niñera susurró - La niña está caliente, pero no encontré el termómetro. Sara se levantó deprisa, como si todo el malestar se hubiera desvanecido. Encendió la luz y buscó la carita de su niña, Ainara levantó los brazos para que le alzara y ella se acercó para tomarla en brazos. - ¿Qué pasa mi niña?