Capítulo 1

2622 Words
LA NOVIA IDEAL ADRIÁN —¿Adrián Blackwood se quedará soltero para siempre? —¿La línea familiar de los Blackwood terminará con él? —¿Es este el fin de una era para la familia fundadora de Willowridge? Javier Galindo, el jefe de relaciones públicas en Blackwood Holdings, lanza su iPad sobre la mesa con tanta fuerza que me sorprende que la pantalla siga intacta. Maldiciones en español escapan de sus labios mientras desliza un expediente de plástico sobre la superficie. No necesito mirar su contenido para saber qué contiene. Hasta hace unos meses, sospechaba que Javier solo inventaba cosas para provocarme o, peor aún, para manipularme y convertirme en una marioneta de relaciones públicas para las cámaras. Pero este hombre tiene un olfato más agudo que el de un perro de rastreo cuando se trata de detectar dudas. Ahora, cada vez que me visita, trae consigo una serie de recortes de columnas de chismes, lo suficiente como para arruinarme el día. ¿Hay problemas más grandes en este mundo, y aun así se enfocan en mi vida personal? —¿Todavía no vas a decir nada?— La cara de Javier está roja, su línea de cabello retrocede un poco más cada vez que nos encontramos. Siento compasión por él, realmente. Si yo fuera él y trabajara para mí, ya habría renunciado. ¿Qué puede lograr el mejor equipo de relaciones públicas cuando su cliente detesta la atención mediática y los reflectores con toda su alma? Pero este hombre está comprometido con la familia Blackwood. Con mi familia. Me dirijo al minibar de mi oficina y saco una botella de agua. Estoy a punto de girarme y dársela, preferiblemente antes de que explote con toda esa tensión reprimida, pero mis ojos captan unas servilletas de papel rosadas y llamativas, grabadas con letras doradas que dicen: "¡Que tengas un día tan mágico como un unicornio!" Desentonan contra la elegante superficie negra como una anomalía flagrante. Maldición, esa mujer. Tras tomar el montón de servilletas, las escondo detrás de las botellas de whisky. No vale la pena tirarlas. No es que no lo haya intentado antes. En menos de una hora, reaparecerán, gracias a su determinación inquebrantable de molestarme. ¿Cómo lo hace? Quizás tenga un escondite secreto de objetos que sabe que me sacan de quicio, solo por el puro placer de provocarme. —Si ya terminaste de admirar tu lujoso bar, estoy ansioso por escuchar tus pensamientos, Adrián—. La voz de Javier me devuelve al presente, alejándome de mi excéntrica asistente ejecutiva, quien ocupa demasiado espacio mental con su comportamiento absurdo. Le paso una botella de agua. —¿Qué piensa la prensa, que voy a morir mañana? Solo tengo veintinueve años, por el amor de Dios. —Y en todos estos veintinueve años, no has mostrado interés en ninguna mujer. No ha habido avistamientos de ti en fiestas con posibles intereses amorosos. Mis dientes rechinan. Que la gente señale mi falta de vida social siempre me irrita. —Eso es porque no voy a esas malditas fiestas. —Y necesitamos arreglar eso. Sin inmutarse ante mi mirada asesina, Javier saca un sobre del bolsillo interno de su chaqueta. —Es una invitación a una gala social en honor a tu tatarabuelo, el fundador del hospital de la ciudad. Como siempre, la familia Blackwood igualará las donaciones recaudadas, pero este año estarás ahí para entregar el cheque personalmente. —Si crees que voy a tocar siquiera ese cheque, estás muy equivocado. Además, ¿quién sigue las noticias de chismes hoy en día?— Me dejo caer en mi silla y me reclino, sin apartar la mirada de Javier. Él sostiene mi mirada unos momentos antes de dejar caer los hombros. Justo cuando libero un suspiro contenido, pensando que esta reunión tortuosa por fin ha terminado, Javier me lanza una mirada penetrante. —Puedes ignorarme todo lo que quieras, Adrián, pero tus esfuerzos en esta oficina no significan nada si los miembros de la junta no confían lo suficiente en ti como para votarte como el próximo líder del negocio familiar. Mis puños se aprietan mientras Javier sale de mi oficina, sus palabras resonando en mi mente. Toda mi vida, todo lo que he hecho es para ser el mejor y digno de liderar el imperio Blackwood, pero una vez más, no logro ser suficiente. Un golpe interrumpe el silencio, que empieza a volverse insoportable. Zoe Briggs entra con gracia, vestida con una falda circular en tono rosa dorado que le llega a las rodillas, combinada con una blusa azul pastel. Parece una empleada de una heladería o, tal vez, un helado en sí misma. Mira directamente al minibar, sin duda captando el montón de servilletas arrugadas que sobresalen. Se muerde el labio, tratando de contener una sonrisa, aunque falla de todos modos. Pero no le doy el gusto y ni siquiera menciono el toque de color que intentó añadir en mi oficina. —Javier no parecía muy feliz,— empieza, deslizándose detrás de mi escritorio y colocando notas adhesivas rosas en la pared de cristal, ordenándolas por prioridad. Giro en mi silla, siguiendo sus movimientos mientras escribe metódicamente las tareas en esos pequeños papeles de colores antes de pegarlos en la pared de cristal. Sus tacones, apenas una pulgada más bajos de lo que sería declarado peligroso, combinan con su falda, con un lazo azul en la parte trasera, a juego con el de su hebilla para el cabello. Si existiera un premio a la coordinación de colores, mi asistente lo ganaría todos los días. —No le pagan para verse feliz, sino para hacer su trabajo. —No puede hacer nada si no lo escuchas.— Sus manos se detienen, y me mira por encima del hombro. En sus ojos marrones, siempre tan expresivos, brilla el desacuerdo. —¿Estás aquí para convencerme en su nombre?— Si cree que puede persuadirme para asistir a una reunión social, puede intentarlo bajo su propio riesgo. —¿Cómo me atrevería a hacer algo así?— La forma en que arquea una ceja sugiere que, de hecho, sí se atrevería. Señalo la invitación intacta que Javier dejó convenientemente. —Envía una respuesta un día antes del evento diciendo que, lamentablemente, no podré asistir debido a una emergencia. Y por el amor de Dios, si inventas una emergencia como que los huevos de mi pato mascota están por nacer y tengo que estar allí para darles la bienvenida al mundo, te encontrarás sin trabajo. Ella se da la vuelta y se dobla de la risa, que resuena en toda mi oficina. No estoy seguro de qué encuentra más gracioso: mi amenaza o el recordatorio de la excusa ridícula que inventó la semana pasada para mi ausencia en la inauguración del ayuntamiento. Gracias a ella, todavía estoy recibiendo correos de felicitación preguntando por mis nuevos pollitos. Pero ella lo sabe todo, ya que es quien los clasifica en la carpeta de —NECESITA ATENCIÓN INMEDIATA—. —¿Crees que no te despediré?— Le hago una pregunta completamente hipotética. A pesar de todas las tonterías que tengo que soportar, nunca ha habido una asistente más perfecta. No solo es la mejor, es la mejor para mí. La gente me llama adicto al trabajo, pero en comparación con Zoe cuando comenzó hace cuatro años, prácticamente soy un vago. Llegaba a la oficina antes que yo y se iba después, sin parpadear cuando le pedía que reescribiera el primer informe del cliente cinco veces. Su única solicitud fue trabajar en papel para los primeros borradores. Lo que no anticipé fue cómo su amor por el papel y las notas adhesivas algún día se convertiría en la pesadilla de mi existencia. Ella chasquea los dedos frente a mí. —Hey, ni siquiera estabas escuchando. Solo decía que nunca haría algo para molestarte.— Parpadea sus pestañas y hace un puchero, lo cual encuentro inconvenientemente atractivo, aunque le diga que no. —Deja el puchero. Crees que te ves linda, pero solo pareces un Chihuahua sonriendo. Su respuesta a mis burlas es una carcajada. Por mucho que quisiera una asistente que no convirtiera mi oficina en una tienda de manualidades de papel y que me temiera un poco, cada momento con Zoe es refrescante. —Si ya terminaste aquí, vete. Y, Zoe…— Pauso, esperando su atención completa. —Cancela mi invitación. No voy a ir. Esta vez, resopla con seriedad. Sé que quiere protestar, pero también sabe que algunas cosas no son negociables, y que yo entre a una sala llena de desconocidos es una de ellas. Mi chofer y guardaespaldas, Doug, estaciona el Mercedes en mi lugar designado en Mistique Inc. antes de que Stuart, mi segundo guardaespaldas, abra la puerta para mí. Dirigir Blackwood Holdings y estar en camino para convertirme en el CEO de Blackwood Empire en los próximos meses ya me tiene ocupado con el negocio familiar. Pero Mistique es especial. Me enorgullece formar parte de la junta directiva de esta empresa. Hace años, mi papá declaró que no estaba interesado en dirigir Blackwood Empire y se lo dejó a mi abuela. En su lugar, ayudó a sus amigos a establecer la oficina de investigación de Mistique en Willowridge, que ahora sirve como sede de la empresa. Aquí fue donde conoció a mi mamá, la mujer que me valoró a mí y a mi papá por encima de la riqueza familiar, a diferencia de mi madre biológica. También fue aquí donde me uní con mis primos, que son más como hermanos y que ahora dirigen la empresa o forman parte de la junta junto a mí. Honestamente, asisto a estas reuniones más para verlos a ellos que por el trabajo en sí. Mistique está en buenas manos con Asher como CEO. Al entrar en la sala de juntas, me reciben las caras familiares de los hermanos Brent: Asher, Rubén, Rohan y su gemelo fraternal, Alden. —¿Pensé que era una reunión de trabajo?— comento, observando la falta de otros empleados importantes y tomando asiento entre Asher y Rohan. —Todos estamos en la junta y en una sala de reuniones en este momento, así que técnicamente es una reunión de la junta.— Rubén se ríe, colocando un decantador de whisky sobre la mesa. —Entonces, ¿por qué se siente como una intervención? —No es una intervención, más bien una reunión de "Adrián tiene una nueva etiqueta y Javier está encima de él".— Alden sonríe, agitando su teléfono en el aire. —Mi trasero está bien, hermano. Pero dime a quién tengo que despedir por esta filtración de información. ¿Es Javier, ya que compartir un gerente de relaciones públicas claramente me deja sin privacidad? ¿O es alguien de mi oficina?— Tengo mis sospechas sobre mi pequeña secretaria. —No te preocupes, hoy no se enviarán cartas de despido. Mamá leyó una columna de chismes, y esperábamos que Javier viniera corriendo a ti a primera hora de la mañana,— explica Alden, pasándome un vaso de whisky escocés. —¿Entonces van a compartir algún consejo sobre relaciones conmigo? —¿Quieres consejos de relaciones de nosotros?— Rubén levanta una ceja, luciendo una sonrisa que los medios han etiquetado como una sonrisa asesina. Y no se equivoca. Ninguno de nosotros ha tenido relaciones serias, y podemos culpar a nuestros padres por eso. Ellos establecieron el listón de las relaciones tan alto que preferimos evitarlo a fracasar miserablemente en el intento. Además, estoy seguro de que nuestras madres nunca nos dejarían en paz si no cumpliéramos sus altas expectativas. Así que, con gusto, hemos optado por mantenernos alejados de compromisos serios. Pero a diferencia de mí, mis primos no tienen a los medios persiguiéndolos constantemente por su estatus de solteros, tratándolo como si fuera un delito. —¿Por qué no contratas a alguien?— Alden juega con el borde de su vaso, dejando la sugerencia en el aire. —¿Qué significa eso? No está contratando personal, Alden,— señala Rohan levantando una ceja hacia su gemelo. El día en que Rohan se volvió selectivamente mudo, su madre organizó extensas clases de lenguaje de señas para todos nosotros. Eventualmente, todos nos volvimos expertos, y no ha habido un día en que las palabras no habladas de Ro no sean escuchadas. —¿Pero cuál es la diferencia? Adrián tiene que cubrir una posición vacante en su vida: una esposa para las cámaras. Solo imagina si hubiera una forma de encontrar a la mujer perfecta, y que le paguen bien como a cualquier otra persona por un trabajo bien hecho. ¿Soy el único que no ve nada malo en esto? Debo estar realmente loco, porque la idea de Alden no suena tan horrible. Sin miedo a los sentimientos. Sin estrés de apego. Todo profesional, justo como me gustan las cosas en mi vida. —¿Y cuál sería la descripción del puesto para esa posición, listillo?— Rubén le lanza un anacardo salado a Alden. —Específica para el trabajo y el potencial esposo.— Alden sonríe, tecleando en su iPad. —Así que, para Adrián, necesitaríamos una mariposa social, alguien que no solo tolere a la gente, sino que prospere en el centro de atención. Después de todo, tendrá que compensar tu falta de habilidades sociales. Está en medio de escribir cuando Rohan interviene, aparentemente olvidando su oposición inicial. —También deberá tener una piel gruesa. ¿Cómo más sobrevivirá la tormenta de mierda y el escrutinio que le lanzará la prensa? Todos están ansiosos por ver a Adrián asentado. Sí, es oficial. Me he vuelto loco, porque empiezo a sentir pena por mi esposa ficticia y falsa. —Y no te olvides de la aprobación de la abuela Helena Blackwood.— Rubén sonríe. —No tú también,— gimo, sacudiendo la cabeza. —Me sorprende que aún no veas el beneficio de este proceso. Solo imagina, puedes encontrar a la chica perfecta que cumpla todos los requisitos.— Alden me lanza una mirada como si estuviera perdiéndome lo obvio. ¿Pero qué pasa si quiero a la chica más imperfecta y verla intentar cumplir todos los requisitos, no porque soy Adrián Blackwood, sino porque yo le soy suficiente? —¿Aún no convencido? Cuando no respondo a su comentario, Rubén dice arrastrando las palabras: —Quizás Adrián está preocupado de que no sea bonita. —Ya basta de hablar de mí, ¿y tú? ¿Qué incluirías en tu lista para una posible esposa falsa?— Le devuelvo su sonrisa con otra. Pensar en esta chica perfecta en el papel me está dando dolor de cabeza y falsas esperanzas. —Piernas largas, seguro. Y un sentido del humor increíble. No podría lidiar con una chica demasiado rígida. La noche avanza hasta que cuatro papeles impresos adornan la mesa, cada uno enumerando las características de la esposa falsa perfecta para todos, excepto para Asher. Ninguno de nosotros se atrevería a hacer una lista para él. Por un lado, todos sabemos quién es perfecta para él. Y en segundo lugar, si alguien puede convencerlo de eso, es ella. Pero ha decidido mudarse a kilómetros de distancia, a Francia. Lo odio por el dolor que le está causando. Pero, al mismo tiempo, lo admiro por defender lo que cree correcto, especialmente por ella. —Entonces, ¿cuándo se enviará la oferta de trabajo para la nueva señora Blackwood?— Asher inclina la cabeza hacia los papeles, mostrando una sonrisa con hoyuelos. —Y aquí pensé que al menos tú te comportarías como un adulto y darías algún consejo real. —Estás mejor sin mis consejos en este departamento, hermano.
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