ORDEN PARA UNA NOVIA BARBIE
ADRIÁN
Cuando el coche entra en la propiedad familiar, mis puños se aprietan. Me han inculcado desde niño que estoy destinado a ser el próximo líder del apellido Blackwood. No aceptar mi destino nunca fue una opción para mí, y nunca cuestioné mi destino, que estaba sellado antes de mi nacimiento. Esta finca es mi herencia, un legado transmitido a lo largo de generaciones.
Cuando mis antepasados construyeron esta ciudad, tenían una visión: traer prosperidad mientras mantenían vivas las tradiciones. Y quiero ser parte de ese legado y hacer mi contribución para dejar una huella. Estaba listo para trabajar duro y darlo todo, pero no sabía que exigiría la única cosa que temo: la intimidad, permitir que alguien se acerque a mí y darles la oportunidad de hacerme daño.
El coche se detiene, y me sacan de mis pensamientos. Doug abre la puerta, y salgo para encontrar a mi madre esperándome en la entrada. Kristy Blackwood, vestida con un vestido casual de gasa y tacones altos, su cabello rojo descansando sobre sus hombros, se ve tan impresionante como el día en que mi papá y yo le propusimos matrimonio, juntos. Aunque no sea mi madre biológica, sé que me quiere tanto como a mi media hermana, Maya, y probablemente se preocupa más por mí.
—Mamá, de verdad no tienes que esperarme en la puerta cada vez. Siempre siento que llego tarde a una cita.— Inhalo su perfume floral, que es sinónimo de hogar para mí.
—Me encanta esperar a mi hijo. No te atrevas a pedirme que cambie ese hábito, Adrián.— Me da unas palmaditas en las mejillas como si tuviera cuatro años.
—Si te hace feliz, no lo haré.— Con mi brazo alrededor de sus hombros, la guío hacia adentro. Un m*****o del personal de la casa toma mi abrigo y mi maletín antes de que entremos al comedor. Mi bisabuela, o GG, mi abuela y mi papá ya están sentados en sus lugares.
Me acerco a GG, que está sentada al cabecera de la mesa, lista para ganar el premio a la persona mejor vestida. Su cabello blanco corto está perfectamente peinado. Sus enormes gafas negras esconden sus ojos pequeños, que se arrugan con calidez. Me envuelvo en el puff de las mangas de su traje amarillo cuando la abrazo, y sus muchos brazaletes suenan cuando me da un toque en las mejillas.
—¿Cómo has estado, cacahuete?
—Hace mucho que dejé de ser un cacahuete, GG.
—Oh, siempre serás mi cacahuete.— Su sonrisa radiante se ilumina mientras ajusta sus collares. —¿Cómo me veo hoy?
—Impresionante, como siempre. Me sorprende que no tengas reporteros de moda siguiéndote. Te harían viral en un abrir y cerrar de ojos.
Sus ojos brillan mientras aprieta los labios para contener una gran sonrisa y se inclina hacia mí. —No se lo digas a tu abuela, pero Maya ya está hablando con Vogue sobre mi entrevista. ¿Sabías que ahora tengo un portafolio de moda?
Me río. Maya y GG han sido cómplices desde que mi hermana era pequeña.
—Si necesitas ayuda o quieres acelerar las cosas, solo llámame. Lo haré mi prioridad.
Su sonrisa se amplía mientras me da otra palmada en las mejillas antes de que me mueva hacia mi abuela. A diferencia de GG, ella está vestida con un vestido burdeos y una chaqueta a juego.
—Adrián.— Me besa ambas mejillas. —¿Cómo has estado?
—No me quejo, Abuela. ¿Y tú?—
—Estoy bien. Tuve algunas reuniones esta semana con nuestros administradores del fondo fiduciario. Mi equipo te enviará toda la información mañana.— La abuela Helena siempre ha cuidado del apellido Blackwood y su gloria, a veces incluso por encima de los intereses de sus propios hijos.
Me intimida y a la vez me asombra su determinación. Tras el fallecimiento de mi abuelo y la decisión de mi padre de dar un paso atrás oficialmente en el negocio familiar, ella se convirtió en el rostro de la familia Blackwood, y lo hizo de manera sobresaliente. Sé que tengo grandes zapatos que llenar.
—Espero eso, Abuela.
Finalmente, llego a donde está mi papá, y nos damos un abrazo antes de que tome la silla junto a él.
—¿Cómo va todo?— pregunta.
—No me quejo. ¿Y tú?—
—Todo está bajo control.— Mi papá rara vez habla de trabajo en la mesa, quizás su manera de asegurarse de que nadie se entere de su implicación con los negocios de Blackwood o lo profundamente involucrado que está tras bambalinas.
Mientras comemos, la conversación fluye sobre los próximos eventos navideños de la ciudad, con GG recordando cómo ella y el bisabuelo solían vestirse de incógnito para asistir al mercado de Navidad local. Aprecio la distracción.
—Por cierto, ¿alguien de ustedes vio E! News esta semana?— GG sonríe, dirigiendo su mirada hacia mí, y yo gruño.
—No tú también.
—Sabes que los medios no van a parar hasta que les des lo que quieren.— A diferencia de GG, el tono de la abuela Helena carece de diversión.
—Helena, los paparazzi solo quieren aumentar sus propias audiencias. Tengo curiosidad por saber qué van a inventar sobre mi entrevista con Vogue.
—Mamá, necesitamos discutir esto antes. No puedes decir cualquier cosa frente a las cámaras.— La abuela Helena deja el tenedor y fija su mirada en GG, quien simplemente se encoge de hombros.
Sé bien que GG mencionó su entrevista para desviar la atención de mí, pero antes de poder relajarme, los ojos de la abuela Helena se posan sobre mí, demostrando que no es alguien que se distraiga fácilmente.
—Sé que gran parte de lo que se ha dicho es una tontería, pero algunas personas se preguntan genuinamente si este es el fin de la familia Blackwood. La solución más fácil sería que te casaras, Adrián.
Aprieto la servilleta sobre mis piernas mientras mis dientes rechinan. —No me voy a casar porque los medios piensen que soy más apto para dirigir el negocio familiar con una mujer a mi lado. No voy a dejar que me manipulen de esta manera, Abuela.
—Te apoyo completamente, hijo.— Papá me da una palmada tranquilizadora en la espalda, pero cualquier alivio se desvanece rápidamente cuando la abuela se aclara la garganta.
—No importa lo que apoyemos, Oscar,—interrumpe ella, tocando un botón en su teléfono antes de ponerlo frente a mí.
En la pantalla, un reportero de noticias está junto a un caballero anciano, con el pintoresco fondo del quiosco de la plaza del pueblo. Más allá de ellos, el mercado navideño brilla con luces festivas y alegría, mientras una parte del congelado Lago Cherry resplandece bajo el cielo invernal. Todo está rodeado por colinas que custodian nuestro pueblo como una fortaleza medieval.
—¿Cuánto tiempo ha vivido en este pueblo, señor?— pregunta el reportero.
—Nací aquí hace setenta años y nunca me fui.— El orgullo en la voz del hombre es imposible de no notar.
Un forastero no lo entendería, pero yo sí, porque siento la misma emoción surgiendo en mi pecho. Significa que el pueblo que mis antepasados construyeron es suficiente para que las personas no dejen sus hogares, sus raíces, en busca de algo más lucrativo afuera.
—¿Ni siquiera para estudiar o trabajar?
—No, nunca.— El caballero sacude la cabeza. —Este pueblo lo tiene todo, y gran parte del crédito por eso lo tiene la familia Blackwood, que se dedica a hacer de Edenridge uno de los mejores pueblos pequeños del país.
—¿Entonces es optimista sobre el futuro del pueblo?
—Lo soy, pero también estoy un poco preocupado. Todos amamos a Adrián Blackwood. Tomó el negocio familiar de su abuela sin problemas. Aunque es algo tímido con los medios, sabemos que tiene los mejores intereses de todos en su corazón. Pero su renuencia a establecerse me preocupa.
—Pero aún es joven— pregunta el reportero, y mi estado de ánimo toma un desvío inesperado por el camino de la decepción.
—Lo es. Pero inculcar el mismo sentimiento de responsabilidad a sus hijos no será tarea fácil. Adrián tuvo grandes modelos a seguir en su familia que lo guiaron desde joven. Aprendió temprano lo que este pueblo significa para su familia y cuánto significa la familia Blackwood para nosotros. Cada Navidad, mi familia reza por la familia Blackwood. Sé que mucha otra gente también lo hace. Adrián necesita establecerse y tener una familia para que sus hijos puedan recibir la misma educación que él.
¿Acaba de decir hijos?
—No voy a tener hijos por una entrevista, Abuela.
—No estoy sugiriendo que te apresures a tener hijos,— dice la abuela con frialdad antes de recostarse en su silla. —Simplemente digo que no puedes descartar las preocupaciones de la gente solo porque estás en lo alto de tu torre de oficina y te has vuelto casi inaccesible. Solo comprométete, Adrián. Dales algo de qué hablar, y cómprate algo de tiempo.
—¿Y no crees que parecerá que estoy cayendo justo en las manos de los medios si de repente aparezco con una prometida que no existía hasta ayer?
—Eres conocido por ser privado. La gente casi no sabe nada personal sobre ti. Siempre podemos inventar una historia, cómo no querías compartirla con la prensa, pero con toda la incertidumbre en las mentes de todos, cambiaste de opinión. Puedo encontrar una pareja perfecta en solo una semana.
Mis músculos se tensan, enrollándose como un resorte listo para estallar. Antes de que pueda salir apresuradamente de la habitación, mi madrastra lanza su servilleta junto a su plato en la mesa.
—¡Mamá! Adrián tal vez ya tenga a alguien que le guste. ¿No es suficiente con que lo estemos presionando para anunciar su vida personal en una valla publicitaria, y ahora queremos involucrarnos en con quién se casa?
Toda la conversación debió haber agotado sus límites porque, en general, ella evita ser confrontativa con la abuela.
—Él tendrá una opción, Kristy. No voy a sacar una chica de la nada y anunciarla como su esposa. Nunca lo planeé hacer con ninguno de mis hijos, a pesar de lo que puedan pensar.
Antes de que esta cena se desmorone por completo, pongo mi mano sobre la de mamá en la mesa junto a mí. Es suficiente para que tanto ella como la abuela me presten atención nuevamente.
—Sé que esto es importante, abuela, y prometo pensarlo. Solo dame algo de tiempo.
La cena termina, y antes de que pueda escapar de la atmósfera asfixiante y quitarme toda la sensación de agobio que me acompañará toda la noche, papá me invita a su estudio.
Enciende un cigarro y sirve whisky en dos copas, luego me da una antes de hundirse en su apreciada silla de alas, cruzando casualmente una pierna sobre la otra. Sus zapatos Bontoni marrones captan la luz de la lámpara de araña.
—Entiendo que estás en una situación difícil, hijo. Pero no tengo ningún consejo sobre cómo navegarla.
—Está bien, papá. Con todos en el pueblo ofreciendo sus opiniones sobre cómo debería proceder con mi vida personal, me alegra que tú no estés empujándome fotos de posibles parejas.
Él gruñe.
—Dios, no. Nunca haría eso. Estoy seguro de que eres mucho mejor buscando una novia que yo.
—Por favor, mantengámoslo entre nosotros. No estoy seguro de que nos gusten las consecuencias si mamá te escucha.— Me siento bien sonriendo.
Papá se ríe por lo bajo, colocando su vaso sobre la mesa auxiliar antes de quitarse el cravat de seda del cuello. —Estoy agradecido de que fuera Kristy quien vino a buscarme. Si hubiera tenido que perseguirla, probablemente lo habría arruinado de alguna manera.
—¡Bah, tonterías! Habrías estado bien. Recuerda que yo siempre estuve de tu lado. Hice lo mejor que pude para ganarme a mamá cada vez que tuve oportunidad.— Camino por la habitación, echando un vistazo a las fotos colgadas en la pared. Papá con su banda, los Brent originales celebrando con una botella de champán después de que Mistique cerrara un gran trato. Mamá con sus amigas —básicamente las esposas Brent— en un viaje de chicas a Egipto. Papá, mucho más joven en esta, posando con sus hermanas, la tía Clementine y la tía Florence.
Nunca he visto a un hombre de negocios como mi papá. Debería estar enseñando un curso sobre cómo poner a la familia por encima de todo y aun así estar en la cima de tu trabajo.
—Definitivamente lo hiciste,— dice, echando la cabeza hacia atrás en una risa. —Esos eran días más fáciles, ¿eh?
—Definitivamente.— Respiro libremente por primera vez desde la cena, la ansiedad desvaneciéndose momentáneamente.
—Pero quiero decirte dos cosas, si te parece bien.
Me giro hacia él y asiento, curioso. Siempre ha sido ese tipo de padre que nos deja elegir nuestro propio camino, interviniendo solo cuando cree que realmente puede marcar la diferencia.
—Primero: tu responsabilidad más importante es contigo mismo, hijo. No puedes ayudar a nadie si no estás bien con tu propia vida. Si no decides qué hacer en cada paso, alguien más lo decidirá por ti. Pero en cuanto tomes una postura, todos tendrán que aceptarlo y adaptarse. Nunca permitas que alguien más tenga el control de tu vida.
—¿Y cuál es el segundo?— pregunto, porque siento que ya estoy fallando en el primero.
—Nunca te cases con la persona equivocada o por la razón equivocada. No se trata solo de lo que se hacen el uno al otro, sino también de lo que te haces a ti mismo. Una relación tóxica saca lo peor de ti, y una buena relación te permite crecer. Entiendo que hay una presión enorme sobre ti, pero el nombre Blackwood no es más grande para nosotros que tú y tu felicidad.