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Brethany Ferruco, de 20 años, única hija del alcalde de La Florida, Dante Ferruco, quien ha estado bajo las sombras de su padre por tanto tiempo, llevándola al descontrol para llamar su atención y su afecto, que es lo único que ella desea desde que su madre la abandonó siendo ella muy joven, pero todo cambia cuando conoce a su nuevo guardaespaldas, Bruno Santos, quien llega para cambiar su mundo por completo.

Bruno Santos, de 26 años, guardaespaldas personal de Dante Ferruco, se verá en la dura tarea de cuidar de la niña mimada del alcalde, convirtiéndose en su mayor reto y su más dura tentación, haciendo lo que sea necesario para protegerla y conservar su trabajo. Ambos tendrán que aprender a sobrellevar la situación, enfrentándose a innumerables retos que los llevarán a enamorarse con locura, convirtiéndose en un campo irrompible ante los que quieren separarlos.

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Capítulo 1. Descontrol.
Bienvenidos a este drama de amor. Capítulo 1. Descontrolada. Narración. —Bethany, cariño, lo siento, no podré llegar. Te envié tus regalos de cumpleaños, ¿te gustaron? —Bethany está sentada en el comedor de la gran mansión de su padre con nada más que un gran pastel y las señoras del servicio, mientras en su cabeza y en su corazón quería desaparecer todos los obsequios para que solo su padre estuviera con ella. —No pasa nada, padre, ya se nos ha hecho costumbre solo hablar por videollamada. —Dice cortando un trozo de pastel. —Bethany, te recompensaré, cariño, todo esto lo hago por ti, desde que tu madre… —Interrumpe al ver que volverá a escudar sus acciones con la historia que ya tiene grabada en su mente y corazón, el abandono de su madre. —Entiendo, papá, debo irme, tengo una fiesta. —Bethany con… —Cuelga la llamada arrojando el pastel al suelo con enojo, se levanta y todos sus guardias saben que hará una rabieta como acostumbra, así que se preparan para cualquier acción. —Vamos, dame la llave. —Le habla a su nuevo guardaespaldas, Darío, quien le teme, ya que se ha metido en tantos problemas en un solo día que si hace otra cosa, perderá el trabajo. —Señorita, debería descansar, su padre me ha prohibido darle la llave. —Bien, como quieras entonces, ¿para qué me regalas un Lamborghini si no puedo usarlo? Entonces será a las malas. Corre hasta la entrada con un vestido que la hace lucir despampanante, resaltando todos sus atributos bien destacados, como su madre, tan natural, con una estatura de 1,70, rubia de ojos azules como el cielo y con largas pestañas, labios carnosos y una mirada intensa, largas piernas hermosas con un pequeño abdomen que la hace lucir como una diosa. Al salir, llama la atención de todos los hombres que cuidan la casa, corre hasta su nuevo auto, un Lamborghini que cambia de colores como toda niña mimada, toma una roca y le rompe el vidrio delantero para abrir la puerta y subir. Al hacer su guardaespaldas, la sigue sentándose a su lado; le entrega la llave antes de que destruya el costoso auto. —Bien, pensé que tendría que usar una estrategia para encenderlo o romperlo en pedazos. —Señorita, conduzca con… Aaaaaaaaa... Despacio, despacio o nos vamos a matar, señorita… No, no, no, no haga eso, señorita. Bethany conduce a toda velocidad por las calles rebasando carro tras carro, corre para liberar su corazón del sentimiento que en él permanece por la falta de una familia, por la falta de la atención de su padre, que seguramente está con la doble cara de su amante en Cancún mientras la deja sola como acostumbra en sus cumpleaños, la primera vez es perdonable, pero la segunda, la tercera, la cuarta y hasta quinta vez, no la dejan razonar, es como si a nadie le importará en el mundo, como si fuera un estorbo en la vida de sus padres, su madre quien tiene otra familia y su padre con otra mujer, confinándola a las cuatro paredes de su mansión, con todo lo que ha querido, pero jamás lo que ella ha necesitado, parándose junto a su padre en escenas formales, eventos de alta clase y dándole el apoyo del padre anegado que dice ser, el padre que su esposa lo abandonó dejándolo con su pequeña niña a la que ha sacado adelante, a la vista de todos suena el mejor padre del mundo, sin saber que detrás de la puerta el padre anegado utilizo esa sucia fachada para tapar sus engaños y así ganar las elecciones, un hombre con poder, un hombre ambicioso que solo le interesa el dinero y las apariencias, sin importar que su única hija a pasado, por tanto, enfermedades, acoso, depresión y sobre todo discriminación por parte de muchos que no aprecian el trabajo de su padre, arrojándola a cometer estupideces para llamar la atención del único hombre que le importa, su padre, por qué en ella vive recuerdos de ellos cuando ella era pequeña, cuando era feliz, antes de que sus vidas cambiarán para siempre. —Vamos, señorita, bájese de la mesa, se lo pido, hará que me corran. —Matarás a tu guardaespaldas, Bry; es el quinto esta semana. —Dice Dora, una de sus compañeras de la universidad con quien Bethany sale a fiesta. —No, no durará mucho, todos son débiles, siempre cuidando de que no me rompa un dedo o que haga algo que afecte a mi padre; vamos, quiero más de ese cóctel. HOY ES MI CUMPLEAÑOS, LA HIJA DEL ALCALDE INVITA ESTA RONDA. —Grita a todos en el club y la ebullición de la gente la alagan. —No, no, ¿qué hace? No haga eso, no, señorita, Dios, bájese de esa barra, nos meterá en problemas. —Darío, relájate y disfruta de la noche, mi padre tiene tanto dinero que podría tomarme el bar completo y solo le costaría 1 $, relájate, es mi cumpleaños. Tomando las botellas como agua y bailando con chicos desconocidos, Bethany se siente cansada y corre junto a su amiga al coche, donde su guardaespaldas la sigue. Conduce a toda velocidad, siendo detenidos por varios oficiales. —¿Qué pasa, oficial? ¿Acaso no me reconoce? —Señorita, baje del coche en este instante. —Le dice uno de los oficiales, quien al ver su estado de ebriedad y a su amiga besándose con quién sabe quién, le abre la puerta para medir los niveles de alcohol. —Darío, dale unos billetes al oficial, tengo sueño y quiero dormir. Esas palabras hicieron que la joven que acompaña al oficial la baje del coche; los llevan detenidos a todos, pasando la noche en la cárcel. Dante, al escuchar la noticia, decide volver a casa dejando una importante junta de trabajo. Al volver, ya Bethany estaba en casa debido a los oficiales que, por órdenes de su padre, la llevaron a salvo, asumiendo las diferentes infracciones que cometió su hija y una gran suma en alcohol. —Vamos, levántate ya. —Abre las cortinas de su habitación con gran enojo. —Muuuu, no, estoy cansada, quiero dormir. —Dice colocándose la almohada en el rostro, cubriéndose de la luz. —Te dije que te levantes ya, Bethany, es una or… —Bethany lo interrumpe. —Suuuh, no tienes que gritar, me duele la cabeza. Su padre, lleno de enojo, va al baño, donde toma una cubeta con agua y se la arroja encima. —¿PERO QUÉ DEMONIOS TE PASA? ¿TE VOLVISTE LOCO? Ese tono, la falta de respeto y las infinitas infracciones llevan a Dante a hacer lo que no se había atrevido a hacer en toda su vida, dándole una fuerte bofetada a su hija, quien despierta de inmediato. —¿Me pegaste? —le dice con gran dolor a su padre, quien de pequeña siempre fue su ídolo. —Lo siento mucho, Bethany, yo… —Se siente extraño, con gran dolor de lo que acaba de hacer. —¿Qué QUIERES DE MÍ? ¿Qué PAPÁ? SI NO FUERA POR ESAS INFRACCIONES Y TU MALDITA REPUTACIÓN, NO ESTARÍAS AQUÍ AHORA. ¿POR QUÉ NO VOLVISTE ANOCHE PARA MI CUMPLEAÑOS? ME TIENES CANSADA CON TUS ESCUSAS, NO PUEDO SEGUIR CON ESTO, NO PUEDO SEGUIR FINGIENDO SER LA HIJA FAVORITA DEL ALCALDE, NO SOY LO QUE QUIERES QUE SEA Y TÚ NO ERES LO QUE YO QUIERO QUE SEAS, TÚ ERES FELIZ CON TU VIDA Y YO CON LA MÍA. — TE HE DADO TODO, vives la vida que cualquiera quisiera tener, eres buena en tus clases y no veo por qué no aprovechas lo que tienes y haces algo bueno con tu vida, me tienes cansado, he intentado todo contigo y nada funciona, nada te hace feliz y nada te complace, reacciona Bethany, tus acciones tienen consecuencias y las tuyas rebasan los límites, he cambiado de personal más de lo que debería y te lo digo hoy ya esto se acabó, gracias a tus maravillosas calificaciones que es lo único bueno de ti, te aceptaron en la universidad del Sur, te irás a vivir al rancho familiar, se acabó tu libertinaje, ya eres una mujer y debes aprender tus responsabilidades, tomaras las empresas familiar como es debido, dejaras este mundo inconsciente he irresponsable que quieres llevar, se acabó Bethany, tendré que tomar medidas más drásticas si eso me ayuda a cambiar tus pensamientos y te vuelvas más razonable. —¿Me estás echando de mi casa? ¿Acaso no quieres tenerme a tu lado? —Lo que quiero, Bethany, es que te conviertas en la mujer magnífica que sé que eres; sea lo que sea que pase por tu mente, está errado. Solo mira lo buena que eres en tus clases y no sé por qué dejaste de pintar en lienzo, ¿qué te ocurrió? —Si estuvieras aquí para verlo, no tendrías que preguntarlo, pero no importa, no me iré, no me iré de mi casa para que traigas a vivir a la puta de tu secretaria. —BETHANY, ESTÁS FUERA DE CONTROL, TIENES 10 MINUTOS PARA QUITARTE ESE OLOR REPUGNANTE Y ESTAR LISTA PORQUE TE LLEVARÉ A TU NUEVO HOGAR. —TÚ SOLO QUIERES DESHACERTE DE MÍ, DANTE FERRUCO, TU HIJA YA NO ES UNA SANTA, ¿QUÉ SIENTES CON ESO, EH? —Total decepción. Esas palabras y verlo salir de su habitación la derrumbó contra el frío suelo de su habitación, donde sus lágrimas recorrían sus mejillas destrozadas. Con el dolor de su alma, se levanta al ver que se abre la puerta y dos chicas del personal entran con grandes maletas y cajas para recoger sus cosas. Es oficial, se irá de la casa que la vio crecer, la única casa que guarda los recuerdos de una familia amorosa. —Vamos, mi niña, te ayudaré a ducharte. —Dice la mujer que más odia en su vida, la amante de su padre, quien en innumerables ocasiones ha intentado acercarse a ella. —VETE A LA MIERDA, MÍA, ¿esto es lo que querías, no? Por fin serás la dueña y señora de esta casa; eres UNA ZORRA QUITA MARIDOS. —Le da una fuerte bofetada que la arroja al suelo. Mía la mira con lágrimas en sus ojos y ella camina a la ducha, donde se sienta en el suelo abrazándose a su rodilla para llorar. Al terminar de ducharse, sale del baño, notando que todas sus cosas ya no estaban; solo hay un vestido en la cama, su ropa interior y unas cómodas zapatillas. Se cambia, cepillando su larga y hermosa cabellera, y sale al encuentro con la zorra de la secretaria y su padre, quien, al verla llegar, se acerca a ella tomándola del brazo con fuerza. —¿La golpeaste? ¿Acaso eres una loca? —Dante la sujeta fuerte. —No, no, Dante, suéltala, por favor, suéltala. —Exige Mía tratando de separarlos. —Es una maldita deshonra para mí, no puede comportarse, está loca como su madre. —Sí, estoy loca y tienes que temerme, DARÍO, VAMOS, NOS DIVERTIREMOS EN UN NUEVO HOGAR. —Grita buscando a Darío, quien no aparece a sus gritos. —NO, olvídate de Darío, para ti tengo algo mejor, camina. —Dante, no seas tan duro con ella. —Tú cállate, Mía, no te hagas la santa conmigo que no te queda, zorra. Su padre la vuelve a tomar del brazo, sacándola al coche donde hay un camión con sus cosas. Ella sube a su nuevo coche y su padre la sigue, saliendo de lo que ella recuerda que era su hogar, y que seguirá siendo su hogar. Tras varias horas de camino en un intenso silencio y lágrimas que oculta de su padre, quien va frente a su computador organizando el nuevo itinerario de su hija. Al llegar al rancho familiar, puede ver a varios hombres en la entrada y se ríe, preguntándose quién será su nueva víctima. Al detenerse el coche, su padre la ayuda a bajar, pero ella lo ignora. Una joven abre la puerta para ellos y ella camina sin ánimos. —Bienvenida, señorita Be… —interrumpe. —Sí, sí, como sea, llévame a mi habitación que muero de sueño —dice revisando en su celular las fiestas de esta noche. —No, no, señorita, camina a la sala, te dictaré tus nuevas reglas, tendrás responsabilidad si quieres dinero; tu gracia de anoche tienes que pagarla. —¿Qué demonios, Dante? ¿Me mandarás a trabajar? —No, mejor que eso, camina, BETHANY, y para ti soy papá. —Gánate el título, DANTE. Su padre suspira y coloca su mano en sus caderas; caminando tras ella, la lleva a una amplia sala de muebles finos. Todo el lugar está adornado de finas telas y ambiente campestre. Ella toma asiento en un gran sofá donde se acuesta ignorando a su padre. —Lucio, llama a todos, los quiero aquí ahora que no tengo mucho tiempo. —¡Qué novedad! Dante Ferruco no tiene tiempo. —Guarda silencio, BETHANY, no me saques de mis cabales. —¿O qué? ¿Me vas a pegar de nuevo? —Bien, Bruno, pasa, me alegra que seas el primero en llegar. —Bethany ni se inmuta; al contrario, cierra los ojos ignorando lo que sea que pasa a su alrededor. —Estoy a sus órdenes, señor. —Esa voz tan masculina y gruesa es su nueva víctima, sin duda. —BETHANY, levántate de inmediato. —Sí, sí, como sea, Dan… —Se detiene al ver al hombre frente a ella mientras se levanta; su mirada se fija en esos ojos verdes que se fijan en los suyos, removiendo una extraña sensación que la hace pasar saliva. —Bethany, él es Bruno Santos, tu nuevo guardaespaldas.

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