Capitulo 4. Fuera de control.

2487 Words
Capítulo 4. Fuera de control. — Bruno Santos — La dejó en su habitación y me voy a la sala, esperando a que salga nuevamente; al ver que no lo hace, me levanto y voy a la cocina por algo de comer para ella. Noto que no come y eso no está bien; lo menos que necesito ahora es que se enferme. Camino con la bandeja hacia la habitación, donde puedo notar la puerta abierta. Me adentro al lugar al ver que no responde y salgo al no encontrarla. Me devuelvo nuevamente a la cocina, donde veo a Sol; dejo la bandeja en la mesa y la cubro. —¿Dónde está? —le digo, algo preocupado. —¿Usted qué cree? Esa niña nos matará a todos. —Señala hacia la puerta del jardín que está abierta y de inmediato salgo a buscarla. No tardo mucho en encontrarla, ya que la veo sentada en una banca en medio del gran jardín mirando al cielo mientras aprecia las estrellas. Noto que se limpia las mejillas por las que corren lágrimas; esa acción me hace entender que sabe que estoy aquí. Lo que no me gusta es ver que llora. ¿Qué la lastima tanto? Me acerco poco a poco y soy detenido al escucharla hablar. —No, detente, no saldré y estará aquí, no hará que te corran; ahora, por favor, déjame sola. —Dice esas palabras muy enojada y a la vez siento dolor en ellas y me doy cuenta de que quizás fui muy duro con ella, pero no puedo permitir que haga lo que le dé la gana porque podría perder mi trabajo y el sustento de mi familia. —Por favor, vuelve adentro, hace frío y además tu comida está servida. —Gracias, no tengo hambre. —Dice sin verme. —Sé que no tocaste tu almuerzo, por favor, vamos adentro. —Por favor, Bruno, ya hiciste mucho por mí hoy, ve a descansar, no te preocupes por mí, no me iré, te lo prometo. —Sus palabras de alguna forma me hacen sentir como un imbécil. Vuelvo a la casa y la espero en la sala mientras reviso los correos que su padre envió; puedo notar que es mucho por hacer. Me parece muy exagerada la rutina que quiere implementar en ella, que se nota que no hace más que dormir. Tomo apunte de todo, organizado por orden, cada día; no puedo opinar y mi deber es seguir órdenes; por ello, agrego unos lugares para que ella pueda distraerse; sé que esto terminará mal si ella no logra enfocarse. Estoy organizando los horarios cuando la veo pasar a su habitación y de inmediato me levanto para ir a la cocina a revisar si comió algo, pero no, dejó la comida intacta; no sé si sea una estrategia para molestar a su padre o para enfermarse, pero no lo permitiré. Tomo la bandeja caminando a su habitación, tocando antes de entrar. —Pasa, Bruno. —Es increíble que sepa que vendría. —Toma. —Le digo dejando la bandeja a su alcance. —Te traje la cena y no me iré hasta que te termines todo. —Me mira y yo a ella, me quedo parado en la puerta esperando a que coma y ella se levanta haciendo la comida a un lado. —No tengo hambre, ¿podrías entenderlo? —No, no puedo, come, por favor, no me obligues a dártela. —Le digo con mis brazos cruzados, muy serio. —¿Llegarías a tanto? —Me mira y puedo ver lo cansada que está, sus ojos hinchados de tanto llorar y su voz débil me lo deja saber. —¿Tú qué crees? —le digo alzando una ceja. —Bien, lo haré. —Se sienta y empieza a comer, yo la miro y ella a mí sin decir una sola palabra, solo el sonido de los platos es lo que se aprecia en el lugar. Se come todo y yo me siento mejor al verla; retiro la bandeja para retirarme. —Buenas noches, Brethany, mañana tienes tu primer día de universidad, muy temprano. —Ok. —Es lo único que responde y yo salgo llevando la bandeja a la cocina. Vuelvo a su habitación y sé que exagero, pero quizás esté vomitando la comida; mi hermana Rocío lo hacía en algunas ocasiones para no sentirse gorda y agradezco a la psicóloga por ayudarla. Me quedo en la entrada y no, al contrario, veo la luz apagarse y camino a mi habitación, me meto a la ducha tomando un baño y a la cama; por fin puedo descansar gracias a ella por este largo día. * Despierto por el sonido de la alarma, me levanto, tomo una ducha y me visto lo más rápido que puedo; son las 5 y media y debo estar a las 7 en la universidad. No sé si ella haya revisado el itinerario, así que debo darme prisa por si aún sigue dormida. Camino a su habitación, donde puedo notar las luces apagadas. —Brethany. —Toco su puerta sin éxito, intento varias veces y no lo logro. —Estoy aquí, Bruno. —Dice dándome el susto de mi vida. —Brethany, ¿no dormiste en tu habitación? —Buenos días, Bruno, estaré lista en un momento. —Dice abriendo la puerta de su habitación, entrando al lugar. Me voy a la cocina para desayunar y Sol hace para ella chocolate y tostadas con tocino y huevo revuelto. —¿Se lo llevó al comedor? —me pregunta y no sé qué responder. —Sí, llévalo al comedor. Cada uno a su habitación al dar las 6 y ya es tarde; la universidad está a unos minutos de aquí y no puedo llegar tarde. Al intentar tocar la puerta, ella abre y mi corazón por un momento se acelera al verla directamente a los ojos. Luce muy hermosa con un vestido vino tinto de mangas largas hasta las rodillas y unas botas de igual altura negras; con su maquillaje suave y su labial vino tinto, es muy hermosa y hoy luce como toda una dama, muy bien vestida con su bolso escolar. —Disculpa, tu desayuno está en el comedor —le digo tratando de no incomodarla con mi mirada. —No voy a comer, vamos. —Dice caminando a la salida y no puedo evitar detener sus pasos; toma él su mano. —Por favor, no de nuevo, ya sabes lo que pienso. Me mira cerrando los ojos y suspira; me sorprende lo bien que me hace caso. Camina al comedor y se sienta; yo intento salir para buscar el coche cuando soy detenido por sus palabras. —¿No te quedarás a supervisar que coma? —dice arrogante. Paso mi pulgar por mi ceja derecha, rascando un poco de ella, y me volteo para mirarla. Es muy retadora, no hace más que retarme; al terminar de comer, se levanta y camina chocando contra mi hombro. —Vamos, tengo un largo itinerario, no hagas molestar a DANTE, podría despedirte. Camino tras ella y uno de los hombres que cuida la casa trajo el coche. Abro la puerta para ella y ella sube y yo lo hago; conduzco por varios minutos y ella no dice nada, solo mira por la ventana observando el camino. Al llegar a la universidad puedo ver a varios estudiantes mira el coche al entrar, conduzco hasta el estacionamiento y estacionó el coche, me bajo y le abro la puerta, ella baja y yo la sigo por el lugar hasta la entrada donde soy detenido por uno de los guardias de seguridad, le muestro mi credencial y me adentro hasta los pasillos, la espero por varias horas fuera de la recepción y luego su aula de clases, puedo ver a varios chicos tratar de ligar con ella, pero es como si aquí ella fuera otra persona, es concentrada y muy atenta a la clase, por lo menos le gusta estudiar, al terminar la clase la sigo al estacionamiento nuevamente para llevarla almorzar, es detenida por uno de los hombres de su salón que no dejaba de verla en clases. —Brethany, ¿podemos hablar? —Ella lo mira y yo me hago a un lado; le daré su privacidad y me acercaré si me necesita. La veo hablar con el chico y está un poco incómoda; no sé por qué, me da la impresión de que no tiene experiencia en esto. Me mantengo distante hasta que veo que el chico se aleja y le da un pequeño beso en la mejilla; ella se acerca al coche y yo también lo hago para abrirle la puerta. Ella sube y yo lo hago; conduzco nuevamente hasta un restaurante cerca del lugar donde será la rueda de prensa de su padre después de ver las instalaciones de sus empresas. Estacionó el coche en frente del restaurante y me bajo para abrir la puerta para ella; ella baja y yo la sigo, espero en la entrada y ella se va a su mesa sola, yo espero a que almuerce, la miro y ella a mí, ordena y almuerza; al terminar, yo la espero en la entrada y no puedo creer que ella traiga una bandeja de comida para mí. Normalmente almuerzo al volver a casa y si da tiempo. —Toma, espero te guste. —Me entrega la bandeja. —Gracias, Brethany, pero no puedo aceptarlo; si tu padre se entera, yo perdería mi trabajo. —¿Quién le va a decir? —Toma su abrigo y yo camino tras de ella. Subo al coche y la llevo a la empresa; al llegar, la escolto hasta la entrada, donde soy detenido por su padre. —Bruno, muchacho, si lograste traerla, bien hecho; yo me encargo desde aquí, ve al coche y está atento. —Sí, señor. Salgo del lugar esperando por ella, me subo al coche y abro la bandeja; tiene arroz, carne a la plancha y papas al vapor. Almuerzo y vuelvo a salir del coche a esperar por ella; las horas pasan y casi son las 5; no me despego de la entrada, espero por varios minutos y ella aún no sale. Me siento sobre el capó del coche y puedo ver salir a los guardaespaldas del señor Dante. Me informan que aún siguen en la rueda de prensa. Me acomodo y puedo verla salir; corre hacia mí y sube en él, haciendo de piloto. Yo, al ver la acción, subo al asiento; ella conduce mientras llora. No sé si preguntar, no es prudente; conduce a toda velocidad y, entre más se adentra en la carretera, más corre. Conduce por varios minutos, llega a una casa a las afueras de la carretera, se baja y toca el timbre. Yo la sigo y una señora me abre la puerta; reviso el lugar y espero en la entrada. Ella, después de varios minutos, sale con una chica que no me quita la mirada de encima. —Vamos, Bruno. —Dice, tomando la mano de la chica, quien sube, sentándome en sus piernas. —¿A dónde te llevo? —le digo al subir al coche. —Al club. —Brethany, no tengo permitido llevarte ahí. —Vamos, Bruno, haz lo que te digo. —No. —Bien, veamos si no me vas a llevar. —Se baja caminando a mi puerta. —Estás en problemas, tío, llévala o esto no saldrá bien. —Dice la chica con un traje vulgar, a la que trato de ignorar por completo. Brethany abre la puerta y no entiendo hasta que se sube sobre mí; me siento incómodo y nervioso al sentirla tan cerca. —¿Qué haces, Brethany? Bájate, si alguien no ve, solo bájate. —Le digo muy nervioso, esto me costaría mi trabajo. —Tú no me quieres llevar y si no lo haces, yo lo haré por ti. Se acomoda y no puedo evitar sentir mi pulso acelerarse; se acomoda y arranca el coche. —Bájate, detén el coche, yo te llevo. —Le digo pasando saliva por esta extraña sensación. Ella toma mi mano y la coloca abrazando sus caderas; conduce a gran velocidad. —Brethany, por favor, no hagas esto, detente, para el coche. —Vuelvo a repetir y lo que escucho son risas de su amiga, a la que por simple vista no me cae bien. —Lo haré cuando llegue al club, Bruno, disfruta el viaje, no todos los días tienes a la hija del alcalde sobre tus piernas. —Harás que me despida, necesito es… —Interrumpe. —Deja de quejarte, no harás que me detenga. Conduce a toda prisa; frenar el coche en automático no sería buena opción, podríamos tener un accidente. Ella, por alguna extraña razón, entrelaza nuestros dedos, apretando más mi mano a sus caderas, y yo alejo mi mano de ella; no quiero más problemas de los que ya tengo con una niña bipolar. Acostumbra hacer este tipo de cosas con todos los guardaespaldas; no puedo permitir que malinterprete mis intenciones con ella. Llegamos a un club en el centro; me empiezo a incomodar. Su amiga baja del coche y ella intenta hacer lo mismo; yo la detengo colocando mi brazo, sujetando el volante con fuerza. —Déjame bajar. —Dice mirándome fijamente. —No, ¿quieres jugar Brethany? Jugaremos. —Conduzco tomando el control. La acomodo sobre mis piernas, permitiendo mi acceso a los pedales; tomó la palanca y la sacó de ese lugar. —¿Qué haces? Bruno, vuelve, ¿qué haces? —Te dije que no tengo permitido estar en club. —Bruno, para, me acomodaré en el otro asiento, tú ganas. Detengo el coche en medio de la carretera, le doy acceso para que se acomode en su asiento y me engaña como un niño pequeño; se baja del coche y corre gritando por ayuda. Corro detrás de ella y la tomo entre mis brazos haciéndola detenerse. —Para, estás actuando como una loca. —Ella se voltea mirándome a los ojos. —Y tú, como un imbécil, un idiota, un perro faldero. —Golpea mi pecho mientras me grita.— Una máquina, un arrogante, un imbécil. —Y tú una mujer insoportable, que solo le gusta llamar la atención. Detente, Brethany, para ya. —¿Sí? ¿Eso piensas? —dice acorralándome sobre el coche. Toma mi mejilla y la acaricia, me mira y mi pulso se acelera; por más que le digo a mi mente que esto no está bien, no la detengo. Se acerca tanto que pienso que me besará; bajo la guardia y me alejo un poco; ella aprovecha eso para correr al coche y cerrar con seguro. —Abre, abre, Brethany, abre. —Golpeo un poco la puerta del asiento; ella me muestra su dedo medio y se va dejándome en medio de la carretera. —¡MALDICIÓN!
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