¿Qué es lo que te pones para un cita con un multimillonario?
Me pongo un vestido por la cabeza y me miro en el espejo. Es mi vestido más bonito y tiene seis años: lo usé para mi graduación de la universidad. Además…lo compré en oferta en J Crew.
—¡No! — declara Sídney, saltando en mi cama con otra copa de vino. —¡Siguiente! —
—Ya no tengo más— digo desesperada, mirando mi armario. —O sea, que tengo cosas bonitas para una cita informal… Jeans, blusas…Esa cosita negra. ¡Pero no creo que Trace Rosberg me lleve a comer una pizza al parque! —
—¿Qué hay de las cosas que te envió, la ropa de diseñador? —
—Todas son cosas de trabajo— respondo, —Perfectas para un día típico de trabajo en la oficina, pero no estoy segura de que me sirvan para una cena elegante—
Por otra parte, ¿Qué sé yo sobre vestirme para el tipo de lugares de lujo que probablemente frecuenta Trace? Voy y reviso la percha donde he colgado cuidadosamente toda la ropa de diseñador. Blusas…Aburridas. Blazers…Demasiado profesionales. No es que quiera verme exageradamente seductora ni nada, simplemente no quiero parecer totalmente fuera de lugar.
—¿Y el azul? — Sídney me aparta con el codo y lo agarra.
Es un vestido cruzado, de una tela azul marino. Ajustado. Entallado, femenino… —¿Qué pasa? — pregunta Sídney al ver mi expresión.
—No sé, ¿no es un poco peligroso? — pregunto, jugando con las tiras. Un tirón de esto y se cae todo.
—Exactamente— Sídney sonríe. —Por eso es perfecto—
Tengo que reírme. Aquí estoy, preparándome para cenar con un hombre guapo y seductor, y me preocupa que la cita salga demasiado bien.
—¡El azul será! — declaro, y me lo pongo por la cabeza. Me ajusto el lazo y reviso mi reflejo. Se ve increíble: elegante, discreto, pero con escote V pronunciado y una insinuación de abertura en el muslo cuando camino.
—Te ves increíble— vitorea Sídney. —Al menos lo harías si sonrieras. Se supone que esto es divertido— me recuerda. —Intenta disfrutar—
Asiento. Pero no estoy segura de cuanto debería divertirme esta noche. Porque al final del día… Esto es una tarea, no una cita real. Negocios, no placer. Dije que sí porque me acercará a echar un vistazo al teléfono de Trace. Eso es todo. ¿Verdad?
Miro el reloj. —¡Estará aquí en cinco minutos! — Me ahueco los rizos, y me vuelvo a aplicar el brillo de labios, pero enseguida llaman a la puerta. Sídney chilla.
—¡Shhh! — la callo, intentando parecer tranquila. Tengo un nudo en el estómago, y no se me quita cuando abro la puerta de golpe y encuentro a Trace allí de pie, tranquilo e informal, con un traje azul marino a medida y una camisa blanca abotonada, abierta en el cuello. Sin corbata. Cabello húmedo. Barba de sombra en su mandíbula cincelada.
Maldito sea, este hombre se ve bien cuando viste de manera informal.
—Hola— digo, un poco sin aliento.
—Hola— Trace me dedica una sonrisa lenta y admirativa. Se inclina y me besa en la mejilla, y aspiro su colonia, profunda y picante. —Te ves hermosa—
Me sonrojo. —Gracias—
—Ejem—
Una tos no tan sutil viene detrás de mi. Trace se gira.
—Hola. Soy Sídney— dice radiante, saludando levemente con la mano. —La compañera de piso de Jessa. Me lo conto todo sobre ti— Trace parece divertido.
—¿En serio? —
Mis mejillas arden, pero mantengo la compostura. —Creo que mencioné algo sobre el nuevo jefe, un capataz—
Se rie. —Bueno, ya estamos fuera de horario, intentaré ser indulgente contigo esta noche— Baja la voz y añade en un murmullo que solo yo puedo oír. —A menos que quieras una mano más firme—
Dios mío.
El calor me recorre los muslos. ¡No puedo creer que haya dicho eso! La cita ni siquiera ha comenzado y ya me siento débil.
—¡Deberíamos irnos! — digo de golpe, antes de derretirme en la alfombra. —Adiós, Sídney—
—Encantada de conocerte— le dice a Trace con una sonrisa. —Cuídala bien—
—Oh, eso pienso hacer—
Consigo recomponerme en el coche y mantener la calma, a pesar de que Trace está sentado tan cerca de mí en el asiento trasero, conversando casualmente sobre un libro que leyó la semana pasada y la nueva exposición de Monet en el Met.
s>>s, me recuerdo. Este no es un ritual extraño. Comeremos, hablaremos… caerás en sus brazos y devorarás>>.
Bien, claramente necesito estar alerta, especialmente con tanto en juego. Y Trace no es un dios griego, después de todo. Es un hombre humano, con malos hábitos y defectos, como cualquier otra persona. Solo necesito concentrarme en eso, eso es todo.
Para cuando llegamos al restaurante, casi me he convencido de que puedo manejar lo que sea que la cita me deparé.
—Déjame adivinar— le digo a Trace mientras nos acercamos a la puerta principal. —¿El restáurate más popular de la ciudad con una lista de espera de un kilómetro de largo? —
—No exactamente— Me dedica una sonrisa misteriosa y entramos.
Espero un restaurante de alta cocina con camareros de guantes blancos y candelabros de cristal. Pero, para mi sorpresa, descubro que estamos en un acogedor y bonito bistró con una decoración hogareña y clientes jóvenes vestidos de manera informal.
—Oh— Miro a mi alrededor, tomándolo todo.
—Por supuesto, siempre podríamos ir a Per Se si lo prefieres—
—¡No! — Grito. —Esto se ve genial— una camarera pasa con una bandeja de comida con un aspecto increíble. —Realmente genial. Gracias—
La anfitriona parece conocerlo. Bien. —¡Señor Rosberg! ¡Que alegría verlo! — le dedica una sonrisa coqueta y nos lleva rápidamente a una mesa apartada a la luz de las velas en un rincón. —Solo nuestra mejor mesa para usted, naturalmente—
—Gracias— asiente, pero apenas la mira, demasiado ocupado jalando mi silla para mí.
Me siento, sintiéndome radiante, y mucho mas relajada que si hubiéramos estado en algún lugar elegante.
Resulta que Trace Rosberg sabe cómo tratar a una mujer con las que tiene una cita. Sus ojos no me han dejado ni un momento. Es todo un caballero.
Y, sin embargo, yo lo sé mejor. He oído esa boca sucia suya en acción, y está claro que no es solo palabrería.
Se sienta a mi lado de la mesa en la mesa pequeña. Demasiado cerca. Agarro un menú.
—Se ve genial— parloteo, tratando de ignorar su brazo rozando el mio. —¿Has estado aquí antes? ¿Qué te gusta? —
—Cualquier cosa es buena— No mira el menú, está demasiado ocupado estudiándome. —Estás nerviosa—
—No— Miento.
—No necesitas estarlo— dice y suelto una carcajada.
—¿Qué? —
—Por favor— lo miro.
—Tú eres tú. Por supuesto que estoy nerviosa. Ya has dejado claras tus…intenciones para la noche—
Trace se rie entre dientes. —Estamos en un lugar público. No tienes que preocuparte de que te proponga matrimonio aquí mismo, en medio del comedor. A menos que te guste— añade, con un brillo de travesura en los ojos. Y esta vez sí que me relajo.
Me río. —Claro, eso les caería bien a los tabloides— bromeo. —Heredero de Rosberg pillado con un ligue en un bistró—
—Ligue…— repite. —Siempre me ha gustado esa palabra. Tan llena de promesas—
Me río de nuevo y tomo un trago de agua.
—¿Ves? Puedo con esto. Solo una charla informal y buena comida. Nada de qué preocuparse—
—Háblame de ti— le digo, una vez que hemos hecho nuestros pedidos. —¿Qué hacías antes de hacerte cargo de la empresa? —
Espero que actúe como cualquier otro chico y que llene el resto de la noche con un monologo sobre su vida, pero Trace niega con la cabeza.
—No te invité a cenar para hablar de mí. Quiero saber de ti. ¿De dónde eres? —
Me encojo de hombros. —No es nada emocionante. Soy de Leonia—
—Ah. Una chica de Jersey—
Sonrió. —No me lo tengas en cuenta. Fui a la escuela aquí, luego me mudé a Chicago por trabajo después de la universidad—
—Una gran ciudad. ¿Qué te trajo de vuelta aquí entonces? —
Hago una pausa. —Cosas familiares— digo diplomáticamente. —Mi madre…Bueno, era mejor que estuviera cerca. En fin— digo alegremente.
—¿Siempre te interesaron las joyas? —
Si Trace se da cuenta de que intento cambiar el tema, es demasiado educado para decirlo.
—No siempre— responde, bebiendo su vino. —A decir verdad, hubo una época en la que prefería hacer cualquier otra cosa. Al crecer, se sentía más como una sentencia de muerte; mi padre me dejó claro que no tenía otra opción que hacerme cargo. Me hacía ir a la oficina con el todos los sábados, mientras el resto de los niños de la escuela jugaban a la pelota. Saliendo con amigos. teniendo infancias normales— Me dedica una sonrisa autocrítica. —Ser un Rosberg nunca fue normal—
—¿Es por eso que te rebelaste? — pregunto con valentía. El levanta una ceja. —Puede que haya investigado un poco antes de la entrevista— admito, —Aparentemente tuviste una juventud bastante rebelde—
Esa es una forma de decirlo. Fiestas en Ibiza. Regatas en la costa de St. Tropez. Trace era un gran fiestero con una supermodelo en cada puerto.
La mayoría de los chicos podrían presumir de eso, pero Trace suelta una risa triste. —Cometí algunos errores, tratando de entender las cosas. Pero cuando mis padres murieron…bueno, crecí rápido. Me di cuenta de la responsabilidad que me dejaron podría ser una bendición, no una maldición—
Veo esa sombra en sus ojos de nuevo, la que había visto cuando miraba la fotografía. Pero con la misma suavidad, Trace toma un bocado de la terrina y me lo ofrece. —Pruébalo, está delicioso—
Lleva el tenedor a mis labios y saboreo el rico paté. —Delicioso— Estoy de acuerdo, y pronto llegan nuestros platos principales, y estamos intercambiando historias de nuestros platos favoritos de la ciudad: desde la esquina hasta los mejores dumpling de las dos de la mañana.
Trace hace una pausa un momento y me mira.
—¿Cómo se siente? — pregunta en voz baja. Lo miro inquisitivamente
—Saber que me tienes en la palma de tu mano—
Le lanzo una mirada dubitativa. —Buen intento— le digo con ligereza.
—¿No me crees? — Trace se acerca. —Cada vez que te miro, todo lo que puedo pensar es en lo que estuviera haciendo si estuviéramos solos… Las cosas obscenas que podría mostrarte—
Mi corazón tartamudea en mi pecho. —Trace. Lo prometiste— intento sonar como una reprimenda.
—¿Qué prometí? —
—Que no me harías proporciones en medio de un restaurante lleno de gente—
Me dedica una sonrisa maliciosa. —A menos que te guste. ¿Te gustaría, Jessa? — Su aliento caliente en mi oído. Pasa la yema de un dedo por mi brazo desnudo, poniéndome la piel de gallina. —Porque creo que te gustaría. Creo que ya estás mojada para mi—
Oh. Dios
Siento como si el resto del mundo se derritiera y solo estuviéramos nosotros dos, mi corazón acelerado y el lento roce de la punta de su dedo en mi muñeca desnuda, de ida y vuelta. Consumiéndome.
—Trace…— susurro, pero esta vez no es una recriminación. Es casi una súplica.
—Shh— dice, en voz baja. —Esta bien. Nadie tiene por qué saberlo—
Casualmente, me rodea los hombros con un brazo y desliza el otro por debajo de la mesa. —Nadie tiene que saber dónde está mi otra mano ahora mismo— continúa murmurando, mientras sus dedos encuentran mis rodillas desnudas. Lentamente las abre. Y, por mis pecados, lo dejo.
—Solo creen que estamos teniendo una conversación normal— continúa. Trace, con su voz hipnótica en mi oído. —Nunca adivinarán cuanto me deseas—
Su mano se desliza más arriba, entre mis muslos. No puedo creer que esto esté pasando, que me esté tocando así en medio de un restaurante lleno de gente. Es descarado. Libertino. Pero mi sangre ya está hirviendo de emoción. Tan prohibido y equivocado.
—No hagas ningún ruido— susurra. —Pase lo que pase… intenta no suplicar—
Suena tan presumido que casi me separo, pero entonces sus dedos encuentran mis bragas, presionando justo ahí contra mi clítoris. Reprimo un grito.
Trace comienza a acariciarme a través de la tela, de la misma forma que me acaricia el brazo, pero aquí…Aquí, cada movimiento se amplifica. Aquí, aviva las llamas del placer hasta convertirlas en un infierno al que no puedo resistirme.
Dios mío…
Su ritmo es perfecto. Exasperantemente lento, pero aplica presión justa para que me quede sin aliento. Agarro mi copa de vino con más fuerza.
—Dios, eres hermosa cuando estás excitada— comenta Trace, con una voz tan casual que podría estar hablando del clima. —Tus mejillas se sonrojan… Y cuando te muerdes el labio… me imagino tu boca alrededor de mi polla—
Sus dedos acarician más profundamente. Mas rápido. El placer comienza a enroscarse dentro de mí. es como una experiencia extracorporal, excepto que nunca había sido tan consciente de cada parte de mí. especialmente la parte que está tocando, llevándome sin esfuerzo al borde con solo un toque ilícito y oculto.
—Puedo sentir cuanto me deseas— murmura Trace, con la voz espesa por la lujuria. —Has empapado tus bragas, dulce chica—
Aparta la tela y hunde dos dedos dentro de mí. Jadeo de sorpresa y placer. Se flexiona, acariciando mis paredes desde dentro, su palma presionada contra mi clítoris ahora, manteniendo la deliciosa presión.
—Mírate— continúa Trace. —Dios, te voy a destrozar—
Se flexiona de nuevo, grueso y lleno dentro de mí, y es demasiado bueno para soportarlo. Todo mi cuerpo se estremece con mi clímax, y tengo que agarrarme al mantel para no gritar.
—Buena chica—
Trace me acaricia suavemente hasta que mis escalofríos disminuyen. Luego retira suavemente su mano volviéndola a colocar sobre la mesa.
Me tambaleo, mareada por el orgasmo más erótico e ilícito de mi vida. Respiro rápido, tratando desesperadamente de mantener la calma. Para recuperar algo de auto control.
Entonces Trace se lleva los dedos a la boca y los lame lentamente con una sonrisa maliciosa, sus ojos nunca dejan los míos. Y sé que el control esta fuera de discusión para siempre ahora. Porque este es un hombre que lo aceptará. Que se deleitará en ello. Y Dios mío, me rendiré voluntariamente.
—¿Postre? —
Parpadeo. La camarera está de vuelta en nuestra mesa, sonriéndonos expectante-
—No— Trace responde por mí. su brazo todavía sobre mi hombro de forma protectora. Tomaremos la cuenta ahora. Rápido—