JESSA
Bastardo.
Eso es lo que pienso al día siguiente, mientras me siento en mi escritorio, abriéndome paso a tientas en una aburrida presentación de ventas.
Anoche fue absolutamente ridícula. No pude dormir porque no dejaba de pensar en él, su cálido aliento en mi clítoris, su lengua abriéndose paso entre mis pliegues. Luego, cuando me quedé dormida, soñé con él, encima de mí, mirándome con esa sonrisita maliciosa, pero sin darme nunca lo que quería, ni siquiera cuando se lo rogaba.
No sé cómo logre llegar al trabajo hoy, o mantener la compostura como si nada hubiera pasado. Pero cada vez que Trace pasa junto a mí, me dedica esa misma sonrisa satisfecha. La que dice: “Se a que sabes”
Me está volviendo loca, y lo sabe. Bastardo hijo de puta.
Sabe que no haré nada al respecto. me torturará y me torturada, y me sentaré allí como una buena chica y lo aguantaré hasta que llegue a mi punto de quiebre. Bastardo. ¿Pero qué puedo hacer?
Oh, tengo muchas ideas. Ahora. especialmente desde que, por cortesía de Trace Rosberg, he estado pensando en sexo las 24 horas del día, los 7 días de la semana. No es que las ponga en práctica. Porque estoy en una misión aquí. Una tarea que me resulta demasiado fácil de olvidar.
Aparece Vivian. —¿Qué tal la reunión del otro día? —
Ni siquiera recuerdo de que reunión está hablando. —Oh, estuvo…Bien—
—Bueno, debiste haber hecho un excelente trabajo tomando notas. Quiere que tomes notas para la reunión del comité de planificación del aniversario— Ella frunce el ceño.
—Oh— Mi pulso se acelera. —¿Cuándo es…? —
—¡Es ahora! Vamos—
Agarro mi libreta y bolígrafo y me apresuro a ir a la sala de conferencias. Trace ya está allí, se ha arremangado la camisa y se ve deliciosamente ilegal considerando que ha dormido tan poco como yo. Está hablando con Elías de marketing, un chico amable de mi edad con cabello rubio rojizo.
Trace me lanza una mirada hambrienta cuando nos unimos a la reunión y llegan otras personas. Aparto la mirada, tratando de ocultar el hecho de que he estado pensando en él toda la noche. Me encuentro mirando la ventana. La ventana igual a la que estuve anoche, mientras el me lamía hasta el cielo y de regreso.
—Jessa— El siseo de Vivian me devuelve al presente. Rápidamente saco mi laptop y empiezo a tomar notas.
—Entonces, ¿Dónde estamos? — comienza Trace, mirando alrededor de la sala.
La reunión trata sobre los próximos eventos del aniversario. Para el septuagésimo quinto aniversario, habrá un mes entero de promoción, mostrando la historia de Rosberg Cross y culminando con una gran elegante gala. Los diferentes departamentos opinan, poniendo al día a Trace sobre sus planes y su calendario, y yo trato de mantenerme concentrada y seguir el ritmo vertiginoso.
Publicidad está hablando de colaboraciones con famosos cuando siento un zumbido en mi bolsillo. Un mensaje de texto. Reviso mi teléfono disimuladamente.
Tengo tus bragas.
Es Trace, siento una emoción. Levanto la vista y capto su mirada al otro lado de la mesa. Asiente con la cabeza al ritmo de la conversación, pero la mirada en sus ojos es pura seducción. Maldita sea.
Mi teléfono vibra de nuevo.
Trace: ¿Qué harías para recuperarlas?
Mi pulso se acelera. Puedo sentir mi cuerpo tensarse de nuevo con anticipación, solo imaginando lo que tiene guardado. Mientras tanto, Trace no flaquea. Dos personas están discutiendo sobre lugares y él está apagando el fuego, al mismo tiempo que enciende uno en mí.
Cree que es tan suave. bien, si, lo es. Tengo tanto calor que casi jadeo. Pero me niego a dejarle saber lo afectada que estoy.
Jessa: Puedo prescindir de ellas.
Respondo con indiferencia, consciente del doble sentido. Mira su teléfono y no puede ocultar una sonrisa.
Trace: Niña traviesa
La reunión se prolonga, hasta que finalmente Trace se pone de pie. —Creo que lo tenemos todo—
El resto del personal recoge sus cosas. —¿Entendiste todo eso, Jessa? — Elías pregunta.
—Eh…Si— Mentira.
Cuando estoy a punto de irme me detiene.
—Jessa. Sé que eres nueva, pero tenemos una regla. Nada de teléfonos en las conferencias. Estabas distraída—
Me quedo boquiabierta. ¿habla en serio?
Lo miro. La sonrisa burlona ha sido reemplazada por un ceño fruncido. Así que habla en serio. Su mirada se dirige a Vivian. —¿Recibiste las sugerencias del lugar? —
Ella asiente con orgullo y levanta su lista perfecta. Incluso tiene buena caligrafía.
—Bien. empieza a hacer las llamadas— Me mira. —Jessa. Hazlo mejor—
Entrecierro los ojos.
—Si señor— respondo con un dejo de rebeldía en mi voz.
Sus labios se tuercen, el inicio de una sonrisa o un ceño fruncido, no estoy segura, porque salgo de la habitación un segundo después y tiro mi bloc sobre el escritorio con gran fuerza.
—Idiota— murmuro.
Elías escucha y suelta una risita. —Eh. No te preocupes por él. Solo es un gruñón— Le sonrió agradecida.
—Debería habértelo dicho. La distracción es una de sus grandes molestias— dice Vivian, con aire de suficiencia. —Exige una concentración al cien por ciento—
Trace es exigente, sí.
Me aclaro la garganta, sonrojándome. —Estoy empezando a darme cuenta—
—Deberías tener cuidado— añade mirándome fijamente. —Cuando no consigue lo que quiere…hay consecuencias—
Consecuencias sensuales y deliciosas, estoy segura. Ya ha demostrado que le encanta dar órdenes y esperar que la gente las obedezca. Por mucho que quiera abofetearlo por ese pequeño juego anterior, también quiero…Obedecer.
De repente Trace emerge. —¿Estás listo para tu reunión de la una? — pregunta Vivian alegremente, carpeta en las manos.
—¿Qué? — Trace parece confundido. —No. Tengo que ir a algún sitio. Cancela todas mis reuniones por el resto de la tarde—
—Pero…Si, señor Rosberg— dice confundida mientras Trace se dirige a los ascensores.
Y ni siquiera me mira. suspiro. Este tipo es tan volátil que no debería sorprenderme. Y al menos con el fuera de la oficina, puedo concentrarme en mi carga de trabajo y no en sus juegos de provocación sexys. Así que me concentro en archivar y trato de no pensar en sus mensajes sexys.
A las dos, Trace no ha regresado, pero mi estómago ruge. —¿Te parece si tomo mi hora de almuerzo? — le pregunto a Vivian.
Ella suspira.
—Date prisa. Ah, y puedes recoger mi ropa de la tintorería mientras estás fuera—
Abro la boca para protestar, pero la cierro de nuevo. —Lo que necesites— digo alegremente.
Me entrega el ticket y me hace un gesto para que me vaya. Es una dirección en un barrio sombrío del Lower East Side, pero sé que hay un restaurante de dumpling increíble a la vuelta de la esquina, así que pienso: mato dos pájaros de un tiro, diez dumpling para llevar.
Me bajo del metro y recojo su ropa, pero estoy esperando mi pedido fuera del restaurante de dumpling, cuando veo una cara familiar al otro lado de la calle.
Es Trace
Hago una pausa. ¿Qué está haciendo en esta parte de la ciudad? Acaba de salir de un bar viejo y oscuro en la esquina, mirando a su alrededor como si le preocupara que lo hayan visto. Me ve y se detiene. Luego cruza la calle, frunciendo el ceño.
—¿Qué haces aquí? — pregunta a modo de saludo.
—Podría preguntarte lo mismo— respondo con descaro. Levanto la ropa de la tintorería. —Haciendo mandados, ¿Cuál es tu excusa? —
—Solo…encontrarme con un viejo amigo— responde vagamente. Se relaja, evaluándome con una sonrisa que ya me resulta familiar. —Que afortunada coincidencia. Los dos. Fuera de la oficina…—
—Pero solo uno de nosotros tiene a alguien contando cada minuto hasta su regreso— le recuerdo. —Vivian probablemente ha calculado el tiempo exacto que me llevará ir y volver en metro—
—Entonces será mejor que liberemos algo de tiempo— Trace da un golpecito en su teléfono y, un momento después, su coche se detiene.
—¿Qué hace tu chofer, esperando todo el día? — pregunto divertida.
—Le encanta el Sudoku— responde Trace sonriendo. —¿No es así, Charlie—
Charlie se ríe mientras nos abre la puerta. —Espera, tengo comida— digo, señalando el local de dumpling, justo cuando el chico trae mi pedido.
—Justo a tiempo— Trace me hace un gesto para que pase delante de él, así que me deslizo en el asiento trasero. Trace se sube después de mí y pulsa un botón. La ventana divisoria del conductor se desliza hacia arriba, dejándonos privados y solos.
Arqueo una ceja. —Ahora, ¿Por qué necesitamos privacidad? — pregunto con una sacudida de anticipación.
—Oh, tengo planes…—
Mi pulso se acelera ante la posibilidad de esos planes, pero antes de que Trace pueda mostrarme esos planes, su teléfono nos interrumpe. Mira la persona que llama y hace una mueca de disculpa.
—Tengo que contestar esto—
Es una llamada de negocios, algo sobre las proyecciones de ganancias del este de Asia, y Trace charla sobre datos y cifras mientras yo estoy sentada allí, inquieta. Las calles de la ciudad pasan por las ventanas, y estoy impaciente, nuestra ventana de privacidad sigue cerrada.
No creo que pueda soportar otra tarde en la oficina con Trace provocándome. Pero tal vez es hora de que sienta como se sienten esas provocaciones. Lo miro, y se me ocurre una idea. Él ha sido quien manda desde que nos conocimos. Atormentándome. Seduciéndome. Excitándome.
Pero siempre ha sido en sus términos. El decide cuando ponerme nerviosa y cuando dejarme jadeando. ¿Cómo será ser yo quien lo vuelva loco? ¿Haciéndole gemir mi nombre?
Siento una oleada de euforia. Al captar la mirada de Trace, me acerco y lentamente desabrocho la hebilla de su cinturón. Casi deja caer su teléfono.
—¿Qué estás…? — susurra, y sonrió.
—Sabes exactamente lo que estoy haciendo— digo, haciendo eco de sus palabras de anoche. —Ahora Shhh, no hagas ninguno ruido—
Le guiño un ojo mientras bajo su cremallera y le abro la bragueta. Ya está duro contra mi mano, tirando de la tela de sus calzoncillos. Me deslizo del asiento al suelo frente a él, acomodándose de rodillas mientras libero su hermosa polla.
Maldita sea, este hombre es enorme. Lo he sentido presionado contra mí. Sabía que estaba bendecido. Pero viéndolo de cerca…Se me hace agua la boca, solo imaginando como se sentirá dentro de mí. Pero primero, voy a hacerlo suplicar. Me inclino y lamo la longitud de su grueso eje. Hago girar mi lengua a su alrededor, inclinándolo más profundamente hacia mi boca.
—Mierda—
Esta vez, su maldición es audible. Muevo la cabeza, encontrando un ritmo, sintiendo su cuerpo tensarse y sacudirse bajo mi tacto.
Me siento poderosa. Invencible. Y tan cerca de hacer que Trace Rosberg pierda el control. Me levanto, luego deslizo mis labios por su eje de nuevo, girando mi lengua a medida que avanzo. Puedo escuchar su respiración cada vez más agitada, puedo decir que está cerca del borde.
Pero antes de que pueda llevarlo allí, Trace me detiene de repente.
—Volveremos la semana que viene— dice al teléfono, colgando. Luego me levanta, sacándome de su regazo.
—¿Tan pronto? — pregunto, mirando su pene tenso.
Deja escapar una risa entrecortada. —Creo que has ido lo suficientemente lejos. De hecho, serás castigada más tarde por tu insubordinación—
Sonrió con suficiencia, todavía sintiendo el poder como una droga en mis venas. —Parece que eres tú quien se está castigando así mismo— respondo. Todavía nervioso y sin ningún lugar adónde ir. O correrse.
Mete su pene de nuevo en sus pantalones.
—Aquí no— Trace sube la cremallera y luego me mira con una promesa en sus ojos grises. —Cuando me corra no será en tu boca, ni en esos magníficos pechos tuyos— dice, de nuevo con determinación de acero y hielo. —No, voy a estar enterrado hasta la empuñadura en tu coño resbaladizo, y no me conformaré con menos—
Abre la puerta y me doy cuenta de que el coche se detuvo hace mucho tiempo. trace sale suavemente, dejándome, jadeando en el asiento trasero.
Demasiado para tomar el control. trace ha demostrado sin lugar a dudas que es un hombre que nunca se rendirá. Y maldita sea, si no me encanta así.