23- No quiero ser parte de eso

1508 Words
JESSA El día de la gala, todos están manos a la obra. Este es el evento más grande que Rosberg Cross ha organizado jamás, y es el más solicitado de la ciudad: el evento es en el salón de baile del hotel Plaza, habrá una alfombra roja con las celebridades más famosas del mundo, todas luciendo las mejores piezas de la marca, además de la prensa, personalidades sociales, socios corporativos… Todas las miradas estarán puestas en la empresa, así que no es de extrañar que cada m*****o el personal está trabajando horas extra un domingo, asegurándose de que todo salga a la perfección. Apenas veo a Trace en todo el día, pero me envía un mensaje de texto- Trace: Te recojo a las seis Me trago los nervios. —¿Te parece bien si me voy ahora? — le pregunto a Vivian, una hora antes del espectáculo. —Necesito cambiarme para el evento— No le he dicho que entraré del brazo del director ejecutivo. Supongo que es una sorpresa que es mejor dejar hasta el último minuto. —¿Te coordinaste con la empresa de catering y revisaste los planos de asientos? — pregunta, con aspecto estresado. —Si— le digo. —Y también me encargué de algunas cosas más de tu lista— Le paso una pila de páginas, detallando todos los detalles adicionales. —Parecía que te vendría bien la ayuda— —Oh— Vivian parpadea, sorprendida. —Gracias. Supongo que ya puedes escabullirte— dice a regañadientes. —Tendrás que limpiar, tenemos que establecer un tono— Supongo que esto cuenta como un favor, así que no lo pido dos veces, tomo mis cosas y salgo de allí. Pero no me voy a casa. Me dirijo al Upper East side. A la casa de Christina. De pie en los escalones, me preparo como la última vez que estuve aquí. El mayordomo responde y me lleva a la sala, donde Christina está de pie en una tarima frente al espejo de cuerpo entero, con un cegador vestido dorado. Una pequeña costurera corre por en anden, con alfileres entre los labios. —¡Jessa! — dice Christina radiante, viéndome en el reflejo del espejo. —¿Cómo estás? Estaba pensando en que deberíamos hablar antes de la gala. Para estar en sintonía. Siéntate— No me siento. Respiro hondo. Me obligo a mantener la voz firme. —Christina. Vine aquí para decirte…— —¿Quizás en la otra pierna? — interrumpe, estudiando su reflejo. Es una fiesta, después de todo. —Por supuesto, señorita Cross— Me aclaro la garganta y lo intento de nuevo. —Christina. Realmente tenemos que hablar. Sobre nuestro…acuerdo— Miro a la mujer, y Christina parece darse cuenta de que algo anda mal. —Por supuesto— dice, —Magda, ¿nos darías un momento, por favor? Hay refrigerios en la cocina— La costurera se marcha educadamente dejándonos solas. —Buena idea— dice Christina, bajando del estrado. —Tenemos que mantener esto confidencial hasta que todo esté en orden— Trago saliva con fuerza. —No habrá ningún problema— digo. —O sea, no puedo seguir con esto— Christina se congela. —¿Qué estás diciendo, Jessa? — Se gira y me mira con una mirada inquisitiva. Aparto la mirada —No puedo ayudarte a encontrar pruebas contra Trace, porque no hay nada que encontrar. Le importa Rosberg Cross, el legado de sus familias. Sea lo que sea que esté haciendo, estoy segura de que es lo mejor para la empresa — digo en voz baja. —Y lo que intentas hacer aquí… No quiero ser parte de esto— —¡¿Estás bromeando?!— La voz de Christina resuena, áspera y furiosa. Retrocedo un paso, sorprendida por la virulencia en sus ojos. Respira hondo. —Solo quiero decir, ¿Qué pasó? — pregunta, alisándose el vestido, recomponiéndose. —Me dijiste que tenías sospechas. Las llamadas telefónicas, su comportamiento. ¿Qué cambio? — Bajo la mirada. —Oh— se da cuenta. —Te ha seducido. Debería haberlo sabido— —No es así— protesto, aunque es verdad. Pero no toda la verdad. —Es un buen hombre— —¿No querrás decir que es un buen polvo? — Christina pone los ojos en blanco. —Lo entiendo, he estado allí— añade. —Pero no puedes dejar que esto te nuble el juicio. No dice nada en serio. Ni una sola palabra. Lo conozco, Jessa— insiste. Es un mentiroso, y todo lo que te dice, todo lo que te promete, no es real. Es un hecho— —Lo siento— susurro. —Tal vez tengas razón, pero ya no lo espiaré. No te ayudaré más— Christina niega con la cabeza con tristeza. —Estás cometiendo un error, Jessa. Te romperá el corazón. Recuerda mis palabras— Tal vez. Tal vez no lo haga. Pero al salir de su casa, no puedo evitar sentirme más ligera. Los juegos de Christina ya han quedado atrás. Y una vez que le diga todo a Trace, no habrá nada que se interponga en nuestro camino. * * * De Vuelta en mi apartamento, estoy buscando las llaves en mi bolso cuando Sídney abre la puerta de golpe. —Oh— me detengo, parpadeando sorprendida. —¿Qué haces volviendo del trabajo tan pronto? — —Te lo contaré más tarde— dice. —Pero ahora, tienes algunas visitas— Nuestro apartamento no es el más grande. Incluso tuvimos problemas para acomodar nuestro sofá para dos personas en la sala. Ahora mismo, está tan lleno de gente que parece una fiesta de sábado por la noche. —¿Quiénes son estas personas? — pregunto, confundida. Una mujer con rizos rubios dice: —Estamos aquí para ayudarte a prepararte para la gala. Peinado, maquillaje, vestuario— señala alrededor de la habitación. —¿Es todo esto necesario? — pregunto, vacilante. La mujer me mira. —El señor Rosberg dijo que podrías intentar echarnos. Créeme, todas las miradas estarán puestas en ti esta noche. Querrás lucir lo mejor posible— —Si crees que esto es exagerado, mira lo que hay sobre la mesa— añade Sídney. Voy a mirar. Hay una caja enorme, de una marca de diseñador que no puedo creer. Y dentro, hay un impresionante vestido de gala n***o sin tirantes. Elegante. Chic. Atemporal. Y mio. Siento una emoción intensa. Tienen razón. Esta es una gran noche, no solo para mí, sino también para Trace. Se lo duro que ha trabajado y quiero enorgullecerlo. —De acuerdo— digo, girándome hacia el equipo. —Hagámoslo— Me meto en la ducha y dejo que comience el glamour. Siempre parece divertido en las películas, pero pronto descubro que es como estar en una tormenta bastante incómoda, con gente pinchando y empujando, rizando y pintando. Pero cuando finalmente se apartan, la mujer que me mira desde el espejo parece un millón de dólares. —Wow— dice Sídney, observándome. —Supongo que esto es lo que el dinero puede comprar— Me giro confundida por el tono cortante en su voz. —Te ves genial— añade rápidamente. Sonríe de nuevo, pero no me mira directamente a los ojos. Hay algo raro en ella. normalmente es tan optimista. Me pregunto si está un poco celosa, pero supongo que yo también lo estaría si estuviera en su lugar. La abrazo. —La próxima vez, serás mi acompañante— le digo. —De hecho, insistiré. Y tengo cierta influencia con el director ejecutivo— añado con un guiño. Sonríe de nuevo, de verdad esta vez. —Los dejarás sin aliento— Llaman a la puerta, y entonces Trace está de pie en la puerta, tan atractivo como siempre con su esmoquin. —¿Cuántos de esos tienes? — pregunto divertida. —¿O guardas los trajes de etiqueta como yo guardo los jeans viejos? — No responde. Sus ojos me absorben y hay una nueva expresión en su rostro. casi reverente. —Te ves hermosa— dice simplemente, y me derrito. —Tuve ayuda— digo, señalando alrededor. —Gracias por eso, por cierto— —Cuando quieras— Trace mete la mano en el bolsillo y saca un joyero n***o. —Lo subastaremos esta noche para caridad. Se suponía que iba estar en los expositores, pero no se me ocurre mejor manera de presumirlo. Quiera verlo puesto por última vez— Abre la caja, revelando esa increíble gargantilla de diamantes. La levanta y la coloca alrededor de mi cuello, sus dedos rozando mi piel y provocándome escalofríos. —Tengo buenos recuerdos de este collar— murmura en mi oído. Me sonrojo al recordar la última vez que lo usé. No usé nada más que eso. Sobre mis manos y rodillas, rogando por su toque. —Listo. Perfecto— Retrocede un paso y me ofrece su brazo. —¿Lista? — Respiro hondo, preparándome para mi primer evento público con Trace Rosberg. —Lista—
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