24- Me lo has quitado todo

2243 Words
JESSA Aunque he visto los planos hasta el último detalle, nada me prepara para llegar a la gala como invitada. Nos detenemos frente a una alfombra roja que se extiende hasta el vestíbulo y tomamos nuestros lugares caminando entre todos los resplandecientes invitados; Trace sonríe y asiente a la gente al pasar. Los fotógrafos hacen flash con sus cámaras, haciéndome ver estrellas, y le agarro la mano con fuerza, sintiéndome ya fuera de lugar. —Lo siento— murmura Trace, llevándome adentro. —Me gustaría que nos coláramos en la parte de atrás, pero necesito ser el anfitrión esta noche— —Lo entiendo— le sonrió. —Esta es tu noche, después de todo— —Por mis pecados— murmura Trace crípticamente, mientras atravesamos el vestíbulo. Es precioso: lujosamente decorado con una temática art deco, lleno de candelabros de cristal y accesorios dorados. Con la adición de los artículos de Rosberg Cross en subasta, que adornan las vitrinas en la pared, el lugar simplemente brilla. —¿Estás nerviosa? — me pregunta, y me pregunto que lo ha provocado. ¿Mis palmas sudorosas? ¿Mi piel enrojecida? —Obviamente— Me besa los nudillos. —No lo estes. Eres la mujer más hermosa de la sala— Me sonrojo de nuevo. —Escucha— digo, sintiendo una punzada de culpa. —Deberíamos hablar más tarde…Después del evento— —Estoy de acuerdo— Trace sonríe. —Vamos. Te presentaré a algunas personas importantes— Nos abrimos paso entre la multitud. La gente deja de hacer lo que está haciendo para mirarlo o saludarlo al pasar. Es el hombre del momento, lleno de encanto, pero no pierde el paso hasta que se detiene frente a una pareja de cabello blanco y bien vestida. Besa la mejilla de la mujer, que le sonríe, y estrecha la mano del hombre. —Edith y William Delacort eran unos de los mejores amigos de mis padres— me dice. —Déjame presentarte a Jessa. Mi novia— —¡Oh! — dice Edith, sorprendida. Y no es la única. Algo me dice, por la forma en que me observa con atención, que no hace esto a menudo. —Encantada de conocerte querida— dice, saludándome. —Espero verte más a menudo. ¿Quizás en la ópera del mes que viene? Tenemos un palco que apenas usamos, pero nos encantaría recibirlos a ambos— —Eso suena genial— dice Trace, rodeándome los hombros con el brazo casualmente. —Fijemos una fecha— Mi emoción crece. Novia…Planes… Hablaba en serio cuando dijo que quería hacerlo oficial. Me lleva a conocer a más gente, y con cada nueva presentación, mi confianza crece. Puedo ver que la gente me evalúa, pero me mantengo erguida a su lado. Esta noche siento que realmente pertenezco. Después de un rato, la confusión de caras nuevas se vuelve abrumadora. —Si me disculpan— digo cortésmente, mirando a mi alrededor en busca de un baño. —Vuelvo enseguida— —Y yo voy a buscarnos algo de beber— dice Trace con un guiño. Me escabullo al baño de mujeres. Es un santuario de mármol fresco, y me toma un momento a solas para recomponerme, pasando el grifo de agua fría por mis muñecas para calmarme. Es mucho, ser la que está de su brazo. Solo espero estar a la altura del desafío. Miro mi reflejo y me retoco el lápiz labial. Parte de mi cabello se suelta por el complicado moño que me hizo el estilista; se engancha en la gargantilla de diamantes, descentrándola ligeramente, así que desabrocho el collar para volver a colocarlo. Pero cuando lo miro de cerca, noto algo. La inscripción que vi en el interior del collar, ¿la que decía pétalo? Ha desaparecido. Lo inspecciono más de cerca, segura de que debí haberla pasado por alto. Pero no, las letras grabadas no están allí. Este no es el mismo collar. Siento un escalofrió. Trace dijo que era único. Entonces, ¿Qué está pasando? Ajustando rápidamente de nuevo, me dirijo al salón de baile, buscando a Trace. observo a la multitud y lo encuentro hablando con otro hombre de aspecto distinguido. Me apresuro hacia ellos y fuerzo una sonrisa. —¿Puedo robarte un segundo? — le pregunto a Trace. —El deber llama— le dice al hombre. Lo alejo de la multitud, a un rincón privado. —Trace, creo que hay algo mal con el collar— le digo, presionándome una mano en la garganta. —¿Qué quieres decir? — me mira con cautela. —No tiene la inspección. ¡Creo que podría ser falso! — —Shh— me calla Trace inmediatamente. Mira a su alrededor. —No puedes decir algo así, no aquí— —Pero…— —Te equivocas— Me calla con voz firme. —Ese collar no tiene nada de malo. Lo saqué yo mismo de nuestra bóveda— Lo miro con el ceño fruncido, preguntándome qué demonios está pasando. Pero antes de que pueda insistir más, un hombre alto e impecablemente vestido se acerca. —Una fiesta encantadora, Rosberg— dice con un marcado acento inglés. —Tienes futuro como organizador de fiestas, por si necesitas una nueva dirección en la vida— Los ojos de Trace se vuelven gélidos. —No me di cuenta de que estaban dejando entrar a cualquiera— —Moví algunos hilos. Quería ver el gran evento con mis propios ojos. El fin de una era, ¿no? — Trace frunce el ceño, con aspecto de estar confundido, mientras el hombre se gira hacia mí y me ofrece su mano. —Emiliano Wilder. Encantado, estoy seguro— Wilder. El nombre le sienta bien. Hay algo salvaje y depredador detrás de su mirada que me hace moverme, inquieta. Retrocedo medio paso, acercándome a Trace. —Hola— digo cortésmente. —Que tengas una agradable velada— —Oh, la tendré— Emiliano mira a su alrededor, presumido. —Me pregunto cómo reaccionará esta gente cuando escuche la noticia de que voy a adquirir la empresa— Trace lo mira fijamente. —Sobre mi cadáver— Con la mayor suavidad posible, Emiliano toma otro sorbo de su whisky y dice: —Lo siento. Pensé que ya no tenías voz ni voto. Ahora que te están echando por fraude y robo— Se me atasca el corazón en la garganta, impidiendo respirar. ¿fraude y robo? Las mismas cosas para las que Christina me contrató… Oh, no. No es verdad. Trace lo fulmina con la mirada, perdiendo su compostura habitual. —¿De qué demonios estás hablando? — —Trace…— intento llamar su atención al ver que Christina, con su vestido dorado, cruzando el salón de baile. Lleva consigo un sequito de hombres trajeados y una sonrisa decidida en el rostro. Una sonrisa que dice que consiguió todas las pruebas que quería. No. Trace se acerca a Christina en medio de la pista. —¿Qué has hecho? — —Solo lo que había que hacer— Mira los curiosos presentes. —¿Quizás deberíamos hablar en privado, lejos de la fiesta, para evitar cualquier disgusto? — Me doy cuenta de que Trace está indeciso, pero asiente bruscamente. Sigue al grupo por un pasillo, hacia una habitación lateral. Y lo sigo con nauseas. ¿Qué tiene Christina contra el? No le he dicho nada, pero claramente tiene una misión. ¿Y cómo se relaciona Emiliano Wilder con todo esto? Lejos de la multitud, Trace se gira hacia ella. —¿Alguien podría explicarme qué demonios está pasando? — —No te hagas el tonto conmigo— La voz de Christina es cortante. —Ya sabes exactamente lo que has hecho. Y ahora todo el mundo también lo sabrá, no eres más que un ladrón común— Saca un fajo de papeles y los coloca con aire de suficiencia sobre la mesa. —Copias de tus cuentas ficticias y las reales. Todo está aquí. todas las pruebas que demuestran que has estado moviendo dinero. Malversando fondos de la empresa que construyeron nuestros padres. Esta actividad ilegal significa que serás destituido de tu puesto de director ejecutivo y de tu puesto en la junta directiva de inmediato— —La junta…— Trace la mira fijamente. —Mierda, de esto se trata. Quieres que me destituya para poder forzar los planes de venta de la empresa. Dios mío, Christina, ¿cómo puedes pensar en traicionar el legado de nuestros padres de esta manera? Después de todo lo que sacrificaron…— —¿Se sacrificaron? — la voz de Christina se eleva, con las mejillas coloradas. —¡No sacrificaron nada! Yo fui la que se quedó sola, criada por niñeras y enviada a un internado porque les importaban más un montón de rocas que su propia hija. Lo dieron todo por esta empresa. ¡No por mí! ¡Incluso murieron por ello! Así que si, quero que te echen de este lugar. Quiero vender, llevarme mi montaña de dinero y no tener que volver a ver nunca más el maldito logotipo de Rosberg Cross— Su voz resuena, afilada por la rabia. Y me doy cuenta, con el corazón encogido, de que me han engañado. A ella nunca le preocupo proteger la empresa. No le importaba la malversación de fondos, en realidad no. Todo lo que quería era una razón para destituir a Trace de su puesto de director ejecutivo, para poder destruir la empresa que claramente ha odiado toda su vida. Y yo la ayude a hacerlo- Trace se gira para irse. —Tu pequeño plan fracasará— le dice furioso. —Mi gente bloqueará cualquier intento de derrocarme. No puedes probar nada— —Oh, cubriste tus huellas bastante bien. Era imposible encontrar esas cuentas falsas— dice Christina con orgullo. —Pero encontramos tus archivos ficticios secretos— Saca algo de su bolso y lo cuelga de un dedo. la memoria USB plateada con forma de globo terráqueo. Jadeo, al mismo tiempo que Trace. —¿Cómo lo conseguiste? — pregunta. —Gracias a Jessa— Christina sonríe radiante. —¿Jessa? — Se congela. Mi corazón se detiene. —Me la consiguió— dice Christina con una sonrisa satisfecha. —¿Por qué crees que acabó en tu oficina? La contraté desde el principio, para vigilarte. De cerca. fue muy eficaz, ¿no crees? — Trace me mira con incredulidad. Me siento mal. —¡No es así! — protesto. —Yo no le di esa memoria USB— pero Christina solo sonríe a Trace, disfrutando de su victoria. —Siempre pensaste que eras el hombre más inteligente de la sala, pero no viste esto, ¿verdad? Tu noviecita estaba dispuesta a traicionarte y caíste en la trampa. Anzuelo, sedal y plomada— —¡No! — grito. moviéndome al lado de Trace. —Esta tergiversando todo…— Pero él se libera. Me lanza una mirada tan fría que podría congelar un océano. Luego sale furioso. Corro tras él, presa del pánico. Tengo que hacerle escuchar, hacerle entender, no es como parece. Lo alcanzo en el pasillo. —¡Espera! — grito desesperada. —¡Trace, espera! — Se da la vuelta. —¿Es verdad? — exige, escudriñando mi rostro. —¿Te contrató Christina para espiarme? — —Si, pero… ¡No te traicioné! ¡Lo juro! — le agarro la mano, implorando. —No te conocía al principio y necesitaba dinero para mi madre. Pero cuando te conocí…Todo cambio. Le dije esta noche que no lo haría. Lo juro— —Entonces, ¿Cómo consiguió mi memoria USB? Te la robaste, ¿verdad? — —¡Si! — suelto de golpe, impotente. —Pero no se la di, lo juro. Nunca quise hacerte daño— añado, desesperada. —¡Te amo! — Mi voz resuena en el pasillo vacío, y me quedo allí, aferrándome a él, deseando con todas mis fuerzas que me crea. Trace se aparta bruscamente. —Ya es suficiente— dice frío, como el hielo. Su mirada me recorre como si fuera una extraña. Como si hubiera olvidado mi nombre. —Me lo has quitado todo, Jessa— dice lentamente, dejando clara cada palabra. —Mi reputación. Mi empresa. El legado de mi familia. Pero sea lo que sea que te haya pagado, espero que haya valido la pena. Porque no sabes lo que les hago a mis enemigos. Pero te juro que estás a punto de descubrirlo— Y con esa última y devastadora promesa, se aleja de mí. Y no mira atrás. TRACE. Fui un tonto por amor, mi orgullo, todas mis grandes promesas, quedaron en nada. tentado por la inocente promesa en sus ojos. Seducido por los jadeos lascivos de su pasión, la fiebre de poseer su carne flexible. Dicen que no todo lo que brilla es oro, pero sus mentiras brillaron lo suficiente como para deslumbrar incluso mis ojos hastiados. Pensé que ella podría ser mi salvación. La única cosa pura en medio de los charlatanes y las víboras. El dulce pecado de su cuerpo me hizo olvidarme de mi mismo. De mis reglas. De mi control. Pero ya no. La neblina del deseo se ha disipado y veo la verdad detrás de su seducción. Porque nada de eso era real. Todas esas noches engañosas. Cada último pecado susurrado. La deseaba lo suficiente como para arriesgarlo todo. Ahora solo deseo una cosa. Su ruina.
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