Consencuencias

1035 Words
Eva Rodé mis ojos, se que estoy loca, definitivamente sí, aunque se muy bien que es la única solución a la vista o de lo contrario me volveré loca, no puedo dejar que mi abuelo me quite el control del conglomerado, eso nunca. Mire mi reloj y la verdad es demasiado tarde, creo que es hora de ir a descansar, tome mi bolsa, mi chaqueta y salí de mi oficina. No pude evitar abrir mis ojos al ver a Gabriel durmiendo sobre su escritorio, debió haberse ido hace horas, no entiendo qué hace aquí todavía. —¡Gabriel!, ¡Gabriel! —dije en repetidas veces tocando su espalda al notar que no despertaba, el brinco que pegó fue impresionante, tanto que por poco y me tira al piso, “Dios” jamás pensé que Gabriel tuviera pesadillas… él se ve que es perfecto. —Disculpe señorita Eva, me quedé dormido —dijo levantando su rostro un poco adormilado, lleve mis manos al pecho y dejé salir el aire de mi pulmones que tenía contenido, creo que por poco y me da un infarto de ver como reaccionó Gabriel antes de despertar. —Es mejor que se vaya a su casa a dormir —le dije, hice un ademán con mi mano y seguí mi camino, no quiero pensar que de pronto se convierta en un sonámbulo, no, mejor me voy rápido, tome el elevador y baje. Subí a mi auto, y salí. Conduje tan solo unos pocos metros y ahí estaba de nuevo el, Gabriel, con su bolso apunto de reventar, siempre me he preguntado que tanto guarda ahí, en fin, no creo que hasta ahora le pase un taxi. —¡Gabriel! Sube —dije bajando el espejo del copiloto. Gabriel bajó la mirada y sin pensarlo un segundo subió al auto, bueno, subió como pudo, su bolso pesa tanto que apenas logró subirse él. —Señorita Eva, creo que no era necesario —dijo el sacándome de mis pensamientos. —Tranquilo, es mi culpa que te quedarás hasta tarde, así que te llevaré a casa, tu solo dime a donde —dije esbozando una sonrisa, aunque yo no le pedí que se quedará, ¿O si? Después de dejar a Gabriel en una casa bastante modesta por cierto, por fin me dirigí a mi apartamento. Solo quería descansar, dormir como un maldito oso en invierno y no volver a despertar, en fin. A la mañana siguiente abrí mis ojos y quisiera decir que pude dormir bien, pero no. Todo esto me tiene con la cabeza hecha un ocho, solo espero estar con vida para la dichosa cena de navidad de mi abuelo Subí a mi auto y conduje al conglomerado, se que un poco de trabajo me ayudará a quitar el estrés que ocasionó mi abuelo. Parpadeé varias veces al ver a varios hombres haciendo fila alrededor del conglomerado. Seguí en mi auto hasta el estacionamiento, y bajé, para luego ir al elevador, debo saber el por qué de tantos hombres alrededor, al menos que haya un concurso de algo, o de lo contrario no tengo idea. Subí al piso 26, y debo decir que el panorama no era nada alentador, al igual que alrededor del conglomerado, todo, absolutamente todo, estaba lleno de hombres. “Dios” voy a matar al que ocasiono todo esto. —¡María!, ¿Dónde demonios está Gabriel? —exclamé a la chica de recepción, quien pegó un brinco. Gabriel es el único que debe saber qué es lo que sucede. —Él está en su oficina señorita —dijo tartamudeando, Dios, pareciera que hubiese visto un monstruo, bueno a decir verdad, es lo que representó para todos mis empleados, “un verdadero monstruo”, o como diría mi abuelo, un Grinch en navidad, porque aunque me niegue admitirlo, odio, odio todo lo que viene con la época más feliz del año, “la Navidad” Caminé rápidamente ante la mirada de varios hombres, que ha decir verdad ya se quien tiene la culpa. —¡Gabriel!, ¿Se puede saber qué sucede aquí? —exclamó entrando a la oficina, sus ojos se desviaron rápidamente hacia mi, y como siempre dejó salir una enorme sonrisa, aún no entiendo ¿por qué sonríe cada vez que me vé? —Señorita Eva, claro que sí, sólo estoy haciendo las entrevistas que usted pidió —dijo él. Fruncí el ceño, arrugue mi nariz y por poco me voy de espalda, si, para después mirar de nuevo a mi alrededor, definitivamente esto debe ser una broma. —¿Esto es una broma verdad? —dije señalando a los hombres. Gabriel negó rápidamente, mientras yo llevaba las manos a mi cabeza, debí estar loca cuando le pedí a Gabriel ayuda. —¡Señorita Eva!, sé que está pensando lo peor de mí, que no sé hacer bien las cosas, que soy un inepto, solo quiero decirle que el anuncio en el periódico se nos salió de las manos. Y no se preocupe hoy mismo redactaré mi carta de despido —dijo Gabriel sin nisiquiera mirarme a los ojos. Cómo siempre tomando todo a la ligera… hombre tenía que ser. —¡Detente, Gabriel!, y nadie está despedido, espérame afuera, iré en unos minutos —dije llevando mis manos a mis sienes Caminé de lado a lado, mientras pensaba en que hacer, Dios debo estar loca. Acomode mi vestido y salí de la oficina en busca de Gabriel y una solución a todo esto —¡Gabriel! Quiero que escojas a los mejores, después reserva una cita con cada uno de ellos para cenar —dije firmemente, creo que es la única y mejor opción, o de lo contrario no sabré con qué loco maniático me estoy metiendo. —¡Qué!, señorita Eva, ¿Usted quiere una cita para cenar con cada uno de ellos? —vociferó abriendo sus ojos de par en par. —Si, así que muévete tengo poco tiempo, faltan solo quince días para navidad, ah, y cancela mis reuniones de esta semana, no creo que tenga mucho tiempo —dije. Gabriel llevó sus manos a la cabeza, como si hubiese acabado de escuchar la peor locura de su vida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD