Preparé algo rápido y ligero para desayunar, entonces de nuevo llamaron a la puerta.
-Hola, buenos días sonrió Nath al verme -Parece que apenas te levantaste hoy.
-Sí, es cierto, aunque si no hubieran llegado por las cosas de Angie quizá seguiría durmiendo -agregué avergonzada
-Parece que hoy si descansaste más que de costumbre.
-Es cierto -bostecé -creo que lo necesitaba.
-Tengo algunos planes para hoy, si aún no están listas tus cosas te ayudaré para desocupar el departamento y que te mudes a tu nuevo hogar. Después de eso te tengo una sorpresa.
Me apresuré para vestirme, usaba aún mi pijama corta y una bata sobre ella. Como lo dijo Nath, me ayudó a empacar todas mis cosas y dejar el departamento listo para el siguiente que lo iba a rentar, tres chicas llenas de sueños e ilusiones que cambiaban su hogar de un pueblo a la gran ciudad para estudiar y superarse, me sentí identificada con ellas el día que vinieron a ver el departamento, estaban encantadas, eran quizá un par de años menor que yo.
Cerca de las 4 de la tarde terminamos de empacar, parecía que eran pocas cosas a simple vista, pero muchos de los adornos y muebles los había comprado con Angie, y ella había decidido dejarlos para mí, por lo que tenía que llevarlos conmigo.
Nath había traído una camioneta de carga, parece ser que Duncan se la había prestado para la mudanza. En unos minutos estábamos en el departamento que sería mi nuevo hogar, tenía un toque muy masculino, y era de esperarse, en fin quizá necesitaría algunos arreglos para mi comodidad pero lo cierto es que muchos de los adornos ayudarían bastante.
Mi nueva habitación era un poco más grande que la anterior, tenía mucho espacio para mi escritorio, mi tocador y algunos de los sillones que teníamos en la sala en el departamento anterior, pues ya había una sala completa que Duncan y Nath habían comprado que era más grande que la nuestra, y justo por el tamaño de la televisión supongo, era notablemente más grande que la que traía en la mudanza.
-Antes de acomodar sería bueno ir a comer ¿no crees? Seguro almorzaste temprano, y si yo muero de hambre no imagino como estas tú -sugerí
-Sí, es una buena idea, pero temo que el acomodo de tus cosas deberá esperar más. ¿Recuerdas que tengo una sorpresa? bueno, pues temo que nos demorará el resto del día, aunque no sólo mi sorpresa.
-Bien, entonces ¿qué debo usar?
-Lo que desees ponerte va bien, vamos a una comida, luego a una cena, tú decide lo que mejor te parezca.
Me vestí apropiadamente y me maquillé un poco el rostro, tardé varios minutos pero Nath fue paciente como siempre.
Subimos en un taxi que nos llevaría hasta el lugar que Nath había decidido con antelación, no nos llevó mucho tiempo, pero si fue un largo recorrido.
Llegamos a lo que parecía una casa, pero al entrar había varias mesas y sillas, era un restaurante que no sabía de su existencia.
-Buenas tardes, tengo una reservación a nombre de Nathaniel Ritter.
-Oh, claro que sí -dijo el joven de la recepción amablemente -todo está listo, pasen por acá.
Caminamos por un extenso pasillo hasta un jardín exterior, había sólo una mesa, estaba muy elegante, más que las del resto del lugar, el espacio era grande, lleno de naturaleza viva, flores de todo tipo y un espléndido aroma natural, era un ambiente tranquilo que parecía aislado de todo. Había una mesa para dos, con lo suficiente para una exquisita y elegante comida, copas de vino, platos, cubiertos, servilletas, y todo ese ambiente que jamás había visto en la ciudad. Incluso había un espacio con una fuente que parecía una gran cascada.
-Es hermoso -dije admirando cada detalle
-Sabía que iba a gustarte -sonrió satisfecho al ver mi reacción
Tomé asiento en que sería mi lugar con ayuda de Nath. En pocos segundos un mesero tomaba nuestra orden y servía vino en nuestras copas.
La comida era deliciosa, tenía un toque hogareño, pero sofisticado, con sabores que combinaban a la perfección. La conversación con Nath siempre era interesante y con un toque de humor, típico de él, y yo, era yo misma, en todo aquel entorno, con aquel chico especial, todo parecía perfecto. Tras la comida decidí levantarme de mi asiento para observar más de cerca aquel agradable ambiente, Nath caminó a mi lado mientras hablábamos de cosas sin sentido. El restaurante era de Duncan, pero resulta que Nath lo había acondicionado a su manera por pedido suyo, pues quería un lugar ameno, en el que jóvenes como nosotros que veníamos a estudiar y trabajar pudieran tener un lugar con precios accesibles y productos de calidad. Y es cierto, era su toque personal, las cosas que a Nath le agradaban y este espacio era muy parecido a la cascada del pueblo, aquella añorada cascada en la que habíamos vivido miles de aventuras.
El tiempo pasó volando, y cerca de las ocho de la noche Nath dijo que era hora de irnos, pues había otro compromiso al que debíamos asistir.
Llegamos a un lugar conocido, este había sido el lugar favorito de Tuck, llegar ahí me hizo recordarlo y sentir cierta melancolía, ahora después de las palabras de Rasmus Donovan no podía evitar sentir una incertidumbre de todos aquellos momentos que habían sido tan divertidos para mí, pero quizá para él no.
-¿Estás bien? -preguntó mi acompañante de la noche
-Sí, es sólo que hace tiempo no vengo por aquí -suspiré mientras luchaba por ocultar mi melancolía ante los recuerdos
-Lo sé, me lo han contado, y no quería venir aquí para no causar esto, pero es necesario -dijo Nath, estaba preocupado
-¿Necesario? -pregunté confundida
Entramos, el lugar estaba casi vacío, había sólo una mesa, Candace, Albert, Ciela, Anthony, y una pareja más que no conocía, estaban en el lugar.
-Vaya, miren quien llegó al fin, se les hizo un poco tarde -reclamó Anthony al vernos
-Lo siento, fue mi culpa -respondió Nath apenado
-Están bien, los esperábamos ya -agregó Anthony sonriendo -Pero vamos entren -nos hizo una seña con la mano -Ellos son Rob Shicket y Lidia Urquieta, son amigos míos y de Ciela.
Saludamos a los nuevos amigos y al resto que estaban reunidos esa noche. Tomamos nuestro lugar y nos sirvieron un poco de vino antes de traer la cena. Me sentía aún satisfecha de la comida, pero no podía despreciar esta cena con mis amigos.
Era una noche de agosto, tranquila, llena de armonía, y con excelente compañía. Había risas y plática de varios temas a la vez.
-Bueno casi es hora de terminar la reunión, pero no sin antes mencionar el motivo de esta. Bueno pues, Ciela y yo tenemos algo importante que decir.
Quizá anunciarían su boda, una boda más de una de mis amigas. Eso pensé en ese justo instante, y no puedo negar que me llenaba de emoción pensarlo y una sonrisa iluminó mi rostro en un instante, quería correr hasta Ciela y abrazarla, pero me contuve, pues aún no estaba dicho nada y me estaba adelantando a los hechos.