LIDIA, UNA MUJER PODEROSA

ALGO MÁS SOBRE MOGNA

CAP. 6 - ALGO MÁS SOBRE MOGNA

Mogna es una localidad del Departamento Jáchal, ubicada en el centro sur del mismo, al noreste de la Provincia de San Juan, Argentina. Fue fundada como pueblo de indios.

El atasco económico y el aplazamiento, ha signado a Mogna, que apenas sobrevive por la persistencia de sus pocos habitantes en seguir aferrados a su tierra. Hoy, con alrededor de 350 habitantes, la comunidad moquinera es testigo de décadas de promesas incumplidas. No obstante, el pueblo no se rinde y resiste, aferrándose a su sólido tejido social y a un patrimonio histórico, cultural, ambiental y geológico único, que tienen el poder de transformar su futuro.

-Ya estamos cansados de que nos engañen con promesas que nunca cumplen- contó a Diario HUARPE Alfredo, trabajador caprino, padre de familia, nacido y criado en el pueblo jachallero. -Somos conscientes de que esta situación no es de ahora, sino de hace mucho, por eso alguien tiene que detener esto, porque creemos que nos merecemos vivir decorosamente, vivir con lo necesario, en el lugar donde nacimos-.

Posee una iglesia, donde se rinde homenaje a Santa Bárbara. Al templo de Santa Bárbara acuden miles de devotos. Cada 4 de diciembre asisten promesantes, turistas y gauchos con sus caballerías adornadas, para presenciar la culminación de los festejos organizados en honor de la santa.

Se conocen historias de las consagradas de Santa Bárbara, que refiere a mujeres que superaron enfermedades o embarazos complicados y viajan de todo el país para la ceremonia. Santa Bárbara, según la leyenda, fue una joven hermosa y valiente que se convirtió al cristianismo y escapó de una torre en la que fue aislada por su propio padre. Su historia ha ofrecido consuelo y fortaleza a innumerables practicantes a lo largo de los siglos.

Las consagradas de Santa Bárbara son las mujeres que se encomendaron a ella, la mayoría lo hizo para que, según contaron en sus testimonios, la santa las salvara de la muerte. Vistieron capas rojas y amarillas. Algunas tuvieron un bordado con hilo, otras un diseño con lentejuela, otras simplemente en tela lisa, la portaron como seña de amparo y fervor, como la celebración misma de una segunda oportunidad.

Ellas viajaron kilómetros para cumplir año a año el compromiso de asistir a la fiesta patronal. Este misticismo se debió principalmente por haberles salvado la vida. También contaron que gracias a la santa se curaron de alguna enfermedad, que gracias a su intervención pudieron llevar hasta el final embarazos complejos, por lo que muchas nenas vistieron la capa como testimonio de ese acto de fe, de ese “milagro”. Otros le encomendaron un dolor crónico, pero lo hicieron para llevarlo sin sufrir tanto.

Laura es de Mogna y tiene 60 años. Su capa como promesante fue roja con un borde amarillo. Tiene la piel áspera, curtida por el sol, pero la mirada suave. En la procesión fue una de las primeras en avanzar. Fue a paso lento pero firme. Torcida por los años, se desliza elevando un pañuelo. ¿Por qué cree que los promesantes vienen de tan lejos para verla a ella, a Santa Bárbara? -Porque es un acto de fe. Es un orgullo seguirla y mientras me dé salud, yo voy a seguir asistiendo- dijo la minúscula mujer.

Estela, vino de la Rioja, en sus brazos colgó a su hija. Hace cinco años que viene a la fiesta patronal. -Ella no tendría que estar acá. El embarazo era de alto riesgo, así que le pedí por favor que naciera ilesa. Y cumplió. Encima ella cumple el 1 de diciembre, así que es todo un incordio para venir hasta acá- explicó. La nena, en brazos, estaba cansada por el peregrinaje y sonreía cuando veía a los caballos.

Lara, de 25 años, otra historia. Tuvo un Accidente Cerebro Vascular por estrés, del que se recobró rápidamente, según ella fue por la santa. Ella es de San Luis y llegó hasta Mogna como promesante. -Yo no era creyente. Pero estaba en un hoyo y no sabía para dónde saltar. Mi abuela se acercó a Barbarita. Ella murió el año pasado así que Santa Bárbara también es una manera de tenerla cerca de mi abuela", dijo al Diario Huarpe.

Docenas de mujeres, con sus mantos y chalecos, se encomendaron a la santa. Ellas son las Consagradas que cada lunes 4 de diciembre se internan en el desierto. En un pueblo donde escasea el agua, con calles de tierra y casi sin luz. Allí donde la vida parece no tener lugar, las consagradas agradecen llenando de percusiones y canciones.

Santa Bárbara vivió y murió cerca del año 300 DC. Su santidad data del siglo VII. El hecho de que un rayo fulminara el cuerpo de su padre, que la mantuvo cautiva y le impidió hacerse católica, es motivo por el que se recurre a ella en situaciones de riesgo, como en ocasiones de tormentas eléctricas, estallidos y muertes repentinas por enfermedad.

Los colores rojo y amarillo en la Fiesta de Santa Bárbara en Mogna tienen un profundo significado alegórico.

El rojo simboliza el martirio y la valentía de Santa Bárbara, quien, según la tradición, fue ejecutada por su propio padre debido a su fe. Es el color de la sangre derramada, pero también de la potencia y la resistencia.

El amarillo, por otra parte, está asociado con la luz, la protección y la esperanza. En muchas representaciones, Santa Bárbara aparece con un manto rojo y detalles dorados o amarillos, lo que refuerza su imagen como protectora contra tormentas y peligros.

Durante la ceremonia, los gauchos llevan estandartes rojos y amarillos, y los devotos visten capas con estos colores como muestra de fe y devoción.

Estos colores no solo engalanan la celebración, sino que también enlazan a los fieles con la historia y el significado de Santa Bárbara, reforzando la identificación de Mogna y su tradición.

Fruto de la minería las aguas se encuentran descompuestas. El río Jáchal cuenta con contaminación de arsénico, mercurio, magnesio, aluminio y otros metales, así como la contaminación por derrames de las empresas mineras. La adulteración aqueja a los alimentos producidos como la cebolla y el tomate, generando una reducción en su producción. Si bien el gobierno de San Juan juntamente con la empresa Barrick crearon una planta potabilizadora, la misma no llega a los ciudadanos.