17. SINCERIDAD

461 Words
[FRANCESCO] El agua cae caliente, constante, pero no hay alivio. No esta vez. Apoyo las manos contra la pared de mármol de la ducha del hotel. Siento el pulso en las sienes, el cansancio colándose por los huesos. Dormí contigo en brazos. Desperté con una verdad que no pedí. “No fue idea mía. Fue la escudería.” Sofía. La única persona que no esperaba que jugara el mismo juego que todos. Y sin embargo, ahí estaba la trampa: ella aceptó. No por interés. Por mí. Y eso es lo que más me desarma. Porque si me hubiera mentido por ambición, sería fácil odiarla. Pero lo hizo para protegerme. Para salvarme. Y ahora yo no sé si quiero que me salven o que, por fin, alguien me diga la verdad, aunque duela. Cierro los ojos. La dejo aparecer. La forma en que me miró anoche. Cómo se aferró a mí, como si ya no pudiera sostener el peso sola. Cómo me dijo que ya no quería mentirnos. ¿Era verdad? ¿O solo otra capa en una mentira bien construida? Me enjuago la cara. El agua corre, pero la culpa no. No la suya. La mía. Porque la verdad es que yo también lo supe. Desde el principio sospeché que algo no encajaba: el momento perfecto, la sonrisa de mi jefe de equipo, la forma en que Sofía evitaba mirarme cuando hablábamos del "plan". Quise creerle de todos modos. Porque era más fácil aferrarse a esa versión… que aceptar que todo a mi alrededor es una vitrina de cristal y ego. Apago el agua de un tirón. Silencio. Vapor. El reflejo en el espejo apenas me devuelve la mirada. Texas es en unos días. Un vuelo privado nos lleva mañana. Siete horas con Sofía al lado, con los mecánicos, los ingenieros, los directivos. Siete horas de sonrisas ensayadas y ojos que vigilan. Como si fuéramos un cartel publicitario. Como si ella no me hubiera dicho la verdad envuelta en una sábana, con la voz rota, como si le pesara más a ella que a mí. Suspiro. Tomo una toalla. Me seco el torso como si pudiera arrancarme la piel. ¿Qué hago ahora? La amo. Sí. No puedo negarlo. Pero ¿puedo construir algo real sobre una mentira, aunque haya nacido del amor? Miro mi teléfono. Un mensaje nuevo. Sofía Conte: "Cuando estés listo, estoy en la terraza del hotel. No para hablar si no querés. Solo… para estar." Mi primer impulso es no contestar. Que espere. Que sepa cómo se siente dudar. Pero entonces recuerdo su rostro de anoche. Y me odio por siquiera pensarlo. Escribo. Francesco Mozzi: "Dame quince. Bajo." Porque, aunque estoy enojado, dolido, confundido… no quiero que sea ella la que se quede sola. No otra vez.
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