Capítulo 1: La decisión está tomada.
Narra Bárbara
Apoyaba mi mentón sobre mi puño, veía a la pizarra y sentía que mis parpados estaban muy pesados.
—Barby, ¿Qué te pasa?
Hilary me da un ligero codazo y hace vuelva a poner atención en lo que decía el profesor.
—¿Cuánto tiempo más hablará? Dios, esta hora se ha hecho eterna. Empiezo a morir sueño.
—¿Qué decía señorita Dupont?
Me acomodé en mi asiento y me crucé de brazos.
—No señor —respondí después de aclarar mi garganta.
—¿Puede decirle al resto de la clase lo que les estaba comentando?
Este me observa con la comisura de sus labios levemente levantada pensando que me haría quedar mal, pero eso no pasará.
—Que tenemos las vacaciones de verano para terminar la primera fase de nuestro proyecto, en la guía número diez están los instructivos para su elaboración teniendo en cuenta la propuesta que anteriormente se expuso.
—Muy bien, ahí lo tienen. Entonces chicos, disfruten de sus vacaciones, aprovechen el tiempo y no tomen tanto alcohol; eso les dañará las ultimas neuronas buenas que les quedan, en especial a ti Marcos.
Todos se emocionan y empiezan a recoger sus cosas, oficialmente las clases han terminado.
Salí con mi amiga directo al campus, nos quedaremos un poco más para tomarnos una bebida y tratar de organizar lo que haremos en el verano.
—Mis primas llegarán el fin de semana, ya les conté nuestros planes, así que ya somos cuatro. Solo nos queda abrir un poco de espacio para el put* proyecto del señor Donald. Son vacaciones, ¿Cómo mierd* podemos descansar si nos deja más y más compromisos?
—Le diremos a tu prima que nos ayude, así terminamos más rápido.
—Oye, no te había preguntado. ¿Qué dijo tu padre? ¿ya le dijiste que no querías ir a Miami?
—Oh, ¿eso? Bueno… Pues no hay problema, ya sabes como es.
—No le has contado ¿verdad?
—Hilary, llevo más de seis años que no voy a la casa de mi madre, creo que ya ha entendido que estoy más cómoda aquí. Antes podía obligarme porque era una niña, pero ya tengo 22 años, soy una mujer con obligaciones, tengo un trabajo de medio tiempo, responsabilidades; tengo compromisos, independencia, estoy por convertirme en una diseñadora de interiores, mi padre ya tiene en cuenta mis decisiones y no iré a la casa de mi madre.
—Un trabajo de medio tiempo en el almacén de tu padre, creo que eso no cuenta como trabajo; te paga menos que al resto de sus empleados.
—Es porque solo le ayudo en lo que puedo, la universidad me está absorbiendo. Pero no te preocupes, tengo todo resuelto.
—Bien, entonces terminaremos de organizar todo cuando mis primas lleguen.
Asentí y sonreí para que se sintiera con más seguridad.
Una hora más tarde estaba en el almacén de mi padre, arrinconada a un lado de él escuchando un sermón de su parte.
—Ya lo habíamos hablado Barby, no sé por qué ahora lo estamos discutiendo.
—Papá, me haces sentir como una niña de doce años, ¿desde cuándo es obligatorio?
—Desde siempre, lo sabes.
Hice un mal gesto y negué con mi cabeza.
—Papá, ya hemos hablado muchas veces de lo mismo. Además, ya tengo planes. Esos planes no pueden cambiar, tengo que terminar un proyecto importante y las primas de Hilary me ayudarán.
—Sí, eso dijiste el año pasado, y el pasado, y el antepasado también. Siete años, Bárbara Nolan, hace siete años no vas a casa de tu madre. Primero dijiste que habías enfermado, luego el campamento, después que Hilary estaba muy enferma, ¿Qué otras mentiras más?
—¿Mentiras? Papá, no eran mentiras.
—En fin, tu madre volvió a preguntar y le dije que irías el fin de semana.
—¡¿Qué?!
Me levanté de mi silla y traté de refutar ante su decisión, pero algunas personas llegaron a comprar al almacén y tuve que esperar que mi padre las atendiera. Él siempre es tan amable y discreto, es amoroso y apoya siempre mis decisiones ¿Qué le pasa esta vez?
—Oye, vamos a discutirlo, si me dejas explicarte todo lo que tengo que hacer, si te muestro todos los pendientes; te darás cuenta que tu pobre no tiene tiempo para nada, menos para irse de viaje.
—Todos esos pendientes los puedes terminar desde la casa de tu madre.
—¡Pero no quiero ir! —grité estresada—. ¿Por qué me estás obligando a estar en un lugar en el que no me siento bien? Prefiero quedarme aquí en el almacén trabajando contigo, aunque no me des nada, pero no quiero ir a Miami a la casa de esa mujer.
Mi padre frunce su ceño y me observa.
—¿Por qué te expresas de esa manera? Es tu madre, Bárbara.
—No quiero ir, papá. Solo dile que tengo que estudiar y que debo preparar un proyecto. Al final no se dará cuenta si estoy o no al lado de ella.
Mis padres son separados, era solo una niña de ocho años cuando mi padre y mi madre se separaron. Tengo recuerdos muy vívidos de esos momentos, fue muy doloroso para todos, en especial para mi padre.
Cuando me preguntaron con quien quería quedarme, no dudé un solo segundo en escoger a mi papá; era la persona con la que más compartía y tenía más afinidad. Mi madre siempre estaba al pendiente de sus asuntos, de sus trabajos y no estuvo en fechas especiales. Mis mejores recuerdos de recitales, cumpleaños, son de mi padre. Desde siempre la he sentido a ella como una extraña para mí, alguien de quien no tengo buenos y bonitos recuerdos.
—¿Cómo puedes decir eso? Tu madre siempre está preguntando por ti, pregunta cómo estás, quiere saber cómo van tus estudios. Claro, eso lo supieras si te dignaras a responder sus mensajes, pero como siempre la ignoras.
No sé cómo mi padre aún puede tener comunicación con ella, como puede expresarse de mi madre de esa manera.
—Claro, se preocupa tanto que si no soy yo la que viaja hasta donde está, no nos vemos. ¿por qué no puede sacar un poco de espacio de su valioso tiempo y venir a verme? En catorce años que llevamos aquí en Baltimore, ella jamás ha venido a visitarme.
—Es una mujer muy ocupada, tú más que nadie sabe, quien es Clarisa Dupont en Miami, deberías ser más comprensible —dice mirándome de una manera que me hace entender que no tengo más opciones—. Lo siento, esta vez no puedo cubrirte. No me gusta que quieras distanciarte de ella, a pesar de lo que pasó entre nosotros, ella se ha preocupado por ti todo este tiempo, siempre pregunta por ti, ha sido responsable con todo lo que por ley le ha tocado. ¿por qué te disgusta?
—¡Porque no me siento cómoda con ella! es una extraña para mí.
—Esa extraña es tu madre, es la persona que te ha brindado la oportunidad de estar en la mejor universidad de la ciudad. Sabes que este almacén no sería suficiente para darte todo lo que mereces, por gratitud, aunque sea por eso; deberías ir a visitarla. Muéstrale un poco de interés al menos.
—Primero, es lo único que le he pedido, porque del resto; nunca le he pedido nada. Pero está bien, parece que no hay mucho por discutir, ya lo has decidido por mí.
Me di la vuelta y salí del almacén, estaba enojada porque me negaba rotundamente; no acostumbro a tener estas discusiones con mi padre, generalmente hay un ambiente agradable entre nosotros y siempre las discusiones que tenemos, son a causa de ella.
Tiene que ser mentira, tanto negarme y al final ese viaje será un hecho.
De camino a casa, le escribí un mensaje a Hilary.
—Lo siento, este fin de semana debo viajar a Miami.
La relación con mi madre no es la mejor, desde que tengo uso de razón, ir a su lujosa mansión a pasar vacaciones, es terriblemente solitario. Nunca he sentido que me ha dado la prioridad que supuestamente tengo. Me siento incómoda al tener que compartir con ella y con los tantos hombres que ya le he conocido, he ido a tres de sus matrimonios y no sé cuántos compromisos que no llegan a nada. No entiendo como ella puede deshacerse de tantos hombres a la vez mientras que mi padre no se ha dado la maldita oportunidad de rehacer su vida.
Llegué a mi casa y pasé directo a mi habitación, me lancé sobre mi cama y solté un grito ahogado por la almohada que puse sobre mi boca.
—¡No quiero ir a Miami!