Capítulo 08

600 Words
Ruth se quedó mirando a la nada por unos momentos y luego dirigió su mirada, todavía temblando de miedo, hacia Elena, quién seguía observándola de arriba abajo sin pasar por alto ningún detalle suyo; desde su piel oscura hasta su cabello crespo (el cual es un seguía sucio por la situación que había atravesado la joven en la «cueva roja», así como le llamaba ella). Margaret en medio de la situación simplemente se quedó en su sitio y no dijo nada mientras Elena, con sus botas que resonaban en el piso de mármol, se acercaba paso a paso a Ruth sin decir nada con una mirada entre amenazante y esperanzada. Todo esto por saber qué era lo que ella, Ruth, representaba y qué hacía allí. En ese momento los sirvientes de Margaret se fueron de la habitación y dejaron el cuadro boca abajo, y mientras que ellos salían, Eugene entraba por la puerta acelerado y, con una mueca de sorpresa, miró a Elena que seguía acercándose cada vez más a la joven que había estado sentada en el suelo y ahora estaba de cuclillas lista para salir corriendo de ahí cuanto antes. Ruth buscaba la mirada de la reina de los Zafiro y también buscaba en la mirada de Eugene alguna respuesta sobre qué estaba pasando y quién era aquella mujer de cabello blanco que se acercaba a a su persona; más sin embargo, no encontró nada en los ojos ajenos, y ya que ellos no le estaban mirando sino que veían a la mujer con la armadura de hierro, Elena se acercó lo suficiente como para agarrar a Ruth de los hombros. La niña dio una bocanada de aire, o mejor dicho, soltó un balbuceo de susto mientras le veía horrorizada. —Elena —dijo Margaret por fin interrumpiendo el silencio que aplastaba a Ruth—, por favor, mantén la calma un segundo. Le estás asustando. Trata de no ser tan brusca— le pidió. —¿De dónde has salido? —preguntó Elena sin prestar atención a las palabras de la reina—; dime de dónde has salido, ahora mismo... ¿es cierto que llevas un número con «H»? ¿es cierto que tu código pertenece a la clase hierro? Ruth palideció y observó a la recién llegada como si se tratara de una auténtica lunática, sí, incluso aunque esta había pensado antes que Eugene era quién tenía la cabeza suelta en aquél lugar del oeste. —No lo entiendo —murmuró Elena—, realmente no entiendo cómo podría ser que... yo jamás, jamás me habría imaginado ver a alguien con un número de acceso de la clase hierro después de tanto tiempo... —dijo la rubia-pelo plateado, esto quitándose el brazalete de su muñeca, dejando ver un código muy similar al de Ruth quién, curiosa y aún con miedo, se fijó en el número y también lo vio con atención; decía H104. Ruth recordaba las palabras que le había dicho Margaret sobre los números de acceso y también recordaba sus breve explicación sobre como las letras del inicio, que representaban una nación posicionada en un lugar específico del mapa que era compartido entre reyes. Sin embargo, Ruth aún no comprendía se dónde provenía la H de su piel y después de todo ni siquiera era «Ruth» realmente. —No lo sé, no lo sé... —Ruth, Elena está aquí para enseñarte algunas cosas... —informó Margaret con una sonrisa incómoda. —¿Sobre qué? Elena llamó la atención de Ruth. —Sobre los Hierro —respondió la mujer de la armadura con mucha seriedad.
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