Capítulo 14

438 Words
—¿Estáis seguros? —cuestionó Everard más que asombrado; el rey Alexander y la reina Emilia delante de él le miraban con una sonrisa orgullosa y unos aires de entusiasmo. —Sabemos que conoces muy bien el camino al Oeste, hacia los Zafiro —comenzó a decir la mujer mirando de reojo a su marido y luego volvió la mitad hacia Everard con una sonrisa muy alegre—. También sabemos que que esto se debe a algo personal... —Pensamos que quizá te pondría feliz si te pidiésemos este favor —terminó de decir Alexander—. No sólo sabemos que tienes ganas de ir a reencontrarte con Margaret y Eugene, sino que además sabemos que aquello que acabas de hacer merece mucho más crédito del que parece. —Contradecir a un cura es un tema muy serio, pero es aún más serio contradecirnos a nosotros —asintió Emilia delante del joven guardia—. Estamos agradecidos y muy orgulloso de tu lealtad al trono, y eso debe de premiarse notablemente —opinó la reina. —Apuesto a que te pone ansioso ir al reino de los Zafiro con todo el viaje asegurado por nosotros dos. —¡Pe-pe-pero claro que sí! ¡vaya! —chilló de alegría Everard— ¡claro que me pone ansioso! Pero... no es sólo por dicha razón que iré a ver a Margaret, ¿verdad? Alexander miró a la reina Emilia y tomó su mano como asegurándole a través de su mirada un gran «digamosle, todo está bien». —La verdad, joven Everard, es que ambos estamos convencidos de que la presencia de un código de Hierro en el sistema no es ningún error ni casualidad —comenzó a decir Emilia—. No te sabríamos decir el por qué Margaret no nos lo ha notificado aún, y es por ello que necesitamos que alguien vaya pronto en nuestro nombre. —No se trata de nada peligroso, aunque de todos modos como guardia un simple viaje a tu infancia no debe representar peligro alguno, ¿no es así? —le preguntó el rey y el chico asintió a modo de respuesta—. Pues así es... sólo queremos que preguntes a Margaret por lo que ocurre en el sistema, sin presionar ni acusar, y vuelvas a casa. —¿Estás dispuesto a hacer este gran favor? —cuestionó Emilia con el mentón en alto—. Yo te aseguro, muchacho, serás bien recompensado si eres astuto y nos traes respuestas —dijo, y era honesta. Everard asintió una vez más entre emocionado y ansioso. —Será todo un honor, majestades.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD