UNO
Atlas
Nuestra gente estaba muriendo; la nueva enfermedad acabó con la vida de la mayoría de mujeres y niños. Esos últimos años habíamos tratado de contenerla lo más que podíamos, pero nuestros esfuerzos eran inútiles cada vez.
Además, el planeta estaba muriendo y tuvimos que emigrar hacia otro similar llamado Tierra. Al principio, los locales se encontraban muy asustados de nosotros, claro, ¿por qué no lo harían? Si somos casi el doble de su tamaño. Pero ellos no sabían nuestro verdadero propósito: la mitad de nuestra gente había muerto por la enfermedad, las mujeres que sobrevivieron a ella no podían tener hijos y teníamos que encontrar una manera de seguir existiendo. Según todos los estudios, los humanos eran sumamente compatibles.
Habían pasado 20 años desde la llegada. Conquistamos prácticamente todo el planeta, los hombres nos servían como mano de obra y las mujeres ayudaban a poblar más nuestra especie, siendo concubinas o criadoras.
Un ruido me saca de mis pensamientos, es mi hermano, Warnar, quien viene caminando hacia mí con una cara de pocos amigos.
—Tienes una cara que hasta los mismísimos dioses morirían de miedo, ¿qué es lo que pasa, hermano?
—Padre nos ha conseguido concubinas, hermano, quiere que tengamos descendencia.
—Creí que le había dejado claro a nuestro padre sobre esto, él sabe que no tendremos hijos con concubinas o una criadora, solo con nuestra verdadera pareja —Su mirada se desvía un momento para luego volver a centrarse en mí.
—Es un viejo terco similar a ti, hermano —suspiro—. Creía que no sería mala idea dejar que las mujeres vengan, podrían por lo menos ayudarnos con nuestro estrés, ¿no crees? —me dio una sonrisa falsa.
—¿Sabes que las concubinas de nuestro padre están disponibles o tienes la esperanza que una de las mujeres de esta especie inferior sea tu verdadera compañera? —Me mira sin decir nada—. De verdad esperas eso, ¿no?
—Sabes que nuestra especie tiene pocas mujeres, si no tenemos descendencia con las hembras humanas moriremos lentamente hasta que no quede nada de nosotros en el universo.
—Esperaremos a las concubinas y veremos qué pasa —Definitivamente no quiero tener una concubina, soy de esos que piensa que es mejor estar solo que con alguien que probablemente no te amará ni amarás; siempre creí que el amor es un estorbo y no se necesita, nunca pensé que estaría equivocado sobre eso.
De repente un sirviente de nuestro padre entra a la habitación informándonos que las concubinas están llegando.
Evangeline
Justamente hoy tenía que ser el peor día para mí...
No tengo ni idea de dónde me llevan estos gigantes. Una chica que parece de mi edad va al lado mío, ella ya está llorando, yo lo estaría si no intentara encontrar una forma de escapar.
Toda mi vida pasé oculta gracias a mi padre, quien me ayudó a mantenerme así y evitar que me encontraran. Eso cambió cuando él murió. Fue difícil ayudar a todas esas personas a esconderse. Nunca pensé que me llevarían en el momento que bajara un poco la guardia; intentando ayudar a la chica de mi lado, acabé en este problema. Creo recordar su nombre, Janet creo que es. Cuando hablé con ella por primera vez, supe que es un ser de lo más sensible y amable, por lo que no me sorprende el porqué está llorando. Solo queda esperar a que estos idiotas no terminen con nuestras vidas.
Estamos llegando a ese gran castillo que aprendí a odiar durante mucho tiempo. No quiero pensar qué es lo que me pasará en ese lugar.
Entramos al vestíbulo del palacio y justamente en el centro se encuentra un Niburiano, quien parece viejo, a su lado están otros dos mucho más jóvenes. Más miedo me provoca pensar lo que nos harían y la chica a mi lado ya no llora. Aunque sé que está tan asustada como yo, alguien tiene que ser fuerte por las dos.
El Niburiano a la derecha del trono no deja de mirarme y probablemente esto sea lo mejor que tendré hasta que pueda escapar. Por lo que sé, las hembras Niburianas son pocas.
Una mujer humana se ve totalmente diferente a las Niburianas: ellas son muy altas, delgadas, no obviemos su piel azul y cuernos. Los hombres son similares, pero mucho más altos y robustos. Al lado de ellos yo me veo como una muñeca de porcelana, incluso para un humano era pequeña, apenas llegaba al uno cincuenta; si quieren lo que creo, acabaría partida en dos por esos gigantes azules.
Uno de ellos se acerca a mí lo suficiente para saber que apenas mi frente llega su pecho, levanto la mirada y observo los ojos más oscuros que he visto en mi vida.
—Ella sí irá conmigo, padre —Mira al hombre mayor. Eso es suficiente para saber que es un príncipe y yo podría tener una buena vida, pero estoy segura de que no me quedaré aquí para averiguarlo.
—Está bien, hijo, solo recuerda: necesitamos un heredero cuando tú tomes el trono.
Lo que me faltaba: el gigante es el futuro rey, mi vida será un completo infierno... Espera, ¿escuché claramente lo que dijo? Si no muero en mi primera vez teniendo sexo, moriré dando a luz un bebé.
Inmediatamente cuando el gigante al frente de mí terminó de hablar, me tira sobre su hombro sin importarle nada. Tengo que escapar antes que se le ocurra fecundar un bebé en mí.
Veo cómo la otra chica es tomada por el otro gigante azul para luego volver a llorar; su cara está muy roja de tanto hacerlo, espero verla de nuevo.
De repente llegamos a una habitación. Siento que moriré partida a la mitad por este gran gigante y solo espero que no me duela... ¿A quién engaño? Me va a doler como el demonio. Si el tipo debe medir al menos dos metros, no quiero imaginar el tamaño de su amigo.