Capítulo 1

1680 Words
Las circunstancias en las que me encuentro son algo que una persona con buen corazón jamás le desearía a nadie más, ni a su peor enemigo... eh, aunque yo si lo haría realmente no tengo un buen corazón para no destruir a mis enemigos soy más de las, me haces algo te jodes y me las pagas, pero ese no es el caso. No comenzare diciendo "La vida me ha destrozado" no, y tampoco con "El amor es una basura" que va, comenzare con esto: ¡Destruiré a mi padre por haber escondido mi preciada caja con chocolates! Sí, no es bueno pensar en aniquilar a tu propio padre pero a veces las circunstancias son irreversibles tu no decides a quien quieres tener como padre y aunque el mío es muy joven y atractivo esa seriedad y madurez me sigue molestado y no es que yo esté muy joven pero de igual manera estoy furiosa con él. Hemos llegado a Inglaterra hace apenas unas horas y como era de esperarse el hambre me está aniquilando, tengo un problema desde pequeña y es que necesito comer por lo menos un par de miles de comida al día para sentirme satisfecha y aunque estoy el grupo de Comelonas Delgadas, mi padre opina que no es bueno para mi salud comer tantos dulces. ¿Está loco? ¿Quién demonios dice que tengo que dejar de comer para estar bien de salud? Agh, creo que es porque detesto hacer ejercicio, una vez en el gimnasio se convierte en tres días de dolor de cuerpo. No entiendo el cuerpo humano. Me gusta la comida ¿Cuál es el problema? Ya que mi padre ha tomado medidas drásticas yo también he tenido que hacerlo, he tenido que ponerme en riesgo y hacer uso de armas que solo una mujer puede utilizar. Si, solo una mujer capaz y valiente como yo puede utilizar este tipo de técnica... haha, me pregunto si hay personas más inteligentes que yo. Los hombres son fáciles, atractivos y de ego muy grande, eso es algo que todos sabemos pero también están los dulces, inocentes y de bonito carácter... ha... que fácil caen con solo unas caricias. —Aah... mmmm... ahm... espera... no... más rápido... —se mueve tratando que mis manos se apresuren a hacerlo con más fuerza. Mis dedos estas acariciándolo y dándole el placer que necesita pero ¿esto vale la pena? Por supuesto. —Y bien, ¿quieres que lo haga más profundo? Te gusta... lo sé, puedo sentirlo tu cuerpo reaccionando. —le digo al hombre frente a mí. Su mirada se enciende y sé que esta por caer. Me gusta su mirada pero no es exactamente mi tipo. —No... no podría pedirle eso señorita... mmm... dios, que placer siento nadie me lo había hecho de esta manera nunca... ah... haa... —jadea, yo le sonrío y me acerco a él. Acaba de pedirme que lo haga más rápido y ahora es que dice eso. —No se preocupe que este es mi trabajo estoy acostumbrada a hacerlo con hombres y de esta manera. —vuelvo a acariciar y él jadea con placer. Si, definitivamente el pago por hacer esto será grande y si no... tendré que cobrar venganza. —¿Quieres más? —susurro cerca de su oído. Él me mira, se muerde el labio y asiente. —Entonces te daré mas, te aseguro que con esto me recordaras. —empujo con fuerza y él se estremece. No es mucho tiempo lo que pasábamos en el mismo estado, él jadea varias veces y yo sonrío porque sé que esto va a valer la pena. No necesito de dinero y se lo puedo demostrar a mi padre de esta manera tampoco necesito que haya alguien cuidándome las veinticuatro horas evitando que haga una tontería. Desde que nos hemos mudado las disputas con mi padre no cesan, he llegado a pensar que el s******o es la mejor solución pero dios que trabajo va a ser encontrar la manera adecuada y el tiempo que voy a perder en ello... no, imposible el s******o es totalmente una pérdida de tiempo. Que pereza trabajar. No es que este necesitada o algo parecido pero he discutido con mi padre esta mañana y he salido de casa sin siquiera tomar mi celular, básicamente estoy viviendo en la pobreza desde hace un par de horas y tengo que buscar algo para sobrevivir. Darles atención a hombres no es un trabajo que una mujer como yo quiera pero es lo único fácil, un rato con ellos y buena paga. —¿Puedo preguntar que... hace una chica tan joven y bonita haciendo esto? —me pregunta. Me detengo y él me mira. Sonrío ampliamente. No te diré amigo. —No creo que sea solo por los postres. —sonrío aún más, claro que es por los postres ¿Por qué otra razón estaría haciendo esto? —Relájate y déjame hacer mi trabajo. —acaricio esa parte y él vuelve a jadear exhausto. Perfecto. Creo que este trabajo ya va terminando. Termino de masajear sus hombros con suavidad y paso a su cabeza dando fuertes pero lentos masajes que le hacen gruñir con placer esto sería más fácil si no llevara camisa pero tocar a un hombre desnudo no es algo en lo que este interesada. Si, al parecer este hombre estaba muy tenso y en pocos minutos he podido relajarlo, me pregunto si este negocio le pertenece. —¡Listo amigo! —me separo de él y se deja caer en el borde de la barra como si fuera un c*****r. —Oi. ¿Te he dejado mejor o peor? —levanta la mano y me enseña el pulgar, sonrío como toda una diosa del masaje. —Te mereces más de lo que me has pedido mi cuerpo parece derretirse y no sé si tenga ganas de algo más, quiero dormir por un largo rato. —dice con voz soñolienta. Le miro con una sonrisa que él me devuelve en forma de una mueca graciosa, por supuesto que me merezco más de lo que he pedido pero no quiero ser creída. Se levanta a regañadientes y me pide que me siente frente a la barra, obediente hago lo que me pide y me da un botecito de alcohol en gel. Lo abro y dejo que un chorrito caiga sobre mi mano derecha y después lo aplico en ambas manos. Observo al chico guapo caminar de un lado a otro con desgana creo que el masaje le ha sentado de maravilla, antes de entrar a lo que supongo es la cocina me vuelve a ver guiñándome un ojo. Como lo dije antes hay hombres que son agradables a primera vista. He decido dejar mi extravagante casa por un tiempo y vivir en humildad, aunque no sé exactamente como las personas humildes viven sé que puedo tratar de hacerlo por mí misma. El motivo del reciente es a causa de mi madre, ella decidió que nuestra familia no era tan importante para ella y cuando escapo lo que le dijo a mi padre fue; "Quiero ser un mujer a la que amen, no una madre para cuidar a sus hijos para toda la vida."Tengo veintiún años que apenas cumplí en mayo de este año y a eso solo han pasado tres meses. Mi hermano Sergei en cambio apenas ha cumplido cuatro años y según mi madre no podía cuidar de él ¿Por qué? Mi hermano no puede escuchar y eso fue una terrible desgracia para mi madre. Todo lo sucedido me ha llevado a la siguiente pregunta, ¿Acaso el dinero en realidad no compra la felicidad? En efecto no lo hace, somos millonarios y no nos hace falta absolutamente pero ¿por qué no somos una familia feliz? Ya ni siquiera sé lo que la felicidad en realidad es, por supuesto que tratar de tener una vida humilde no significa que voy a abandonar a mi padre y mucho menos a Sergei que no tiene la culpa de nada. —Pastel de chocolate sin fresas, crema batida con topping de maní y licuado de leche solo con vainilla. El chico de cabello largo me saca de mis pensamientos. Levanto la mirada para verle y después a la deliciosa comida. Creo que mi mirada se ilumina. —Uau. Parece que cambias la expresión en presencia de comida. —le miro con una sonrisa de satisfacción y agradezco a mis habilidades laborales por esta comida ganada. —¡Pues claro! No he comido nada en todo lo que va del día y esto es una bendición. —le miro, su mirada cambia y retira los platos de inmediato. —¡Salvaje! —gruño como una cría. ¡No he dicho nada malo! —No es bueno comer dulces cuando tú estomago está vacío y aunque eres muy delgada no deberías comer tantos dulces.- gruñe, le miro con tristeza. —Lo sabía... no hay nada en este mundo para mí, estoy inundada por la tristeza. —suspiro con resignación. Venga, yo sé que funcionara. —Vale. Puedes comerlo ahora solo porque nuestro trato y estoy como una almohada, ¿Por qué no has comido nada? ¿Has escapado de casa o algo así? —me regresa los platillos y sonrío como una diablilla. —¡Gracias Jesús por los alimentos que estoy recibiendo y bendice al chef que los preparo! —dicho lo último tomo un trozo de pastel y lo llevo a mi boca. Delicioso. —Eres rara. —dice con sorpresa. —Pero lo raro es bueno ¿cierto? —arqueo ambas cejas y él se ríe. —He escapado de casa tras discutir con mi padre, vengo del extranjero así que no conozco a muchas personas aquí por lo menos no conozco a alguien que no esté influenciado por las malas vibras de mi padre. —me encojo de hombros y le doy un sorbo a mi licuado. —Uau. Tu padre parece algo serio ¿de dónde vienes? —Bélgica. —respondo corta.
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