Capítulo 8.
Encuentro.
Pov: Lucas
—Emma, por favor, cancela todas mis citas de esta tarde y reserva una cena para dos en el sushi Brown.
—Sí, señor, tiene una llamada en espera de su amigo de Miami, Mateo.
—Pásemela.
—Sí, señor. —Ella sale y yo tomo la llamada de la otra línea.
—Lucas, amigo mío, tiempo sin saber de ti, ¿cómo has estado?
—Bien, campeón, tenías tiempo sin comunicarte conmigo, ¿cómo estás?
—Excelente, viejo, me enteré de que tomaste las riendas de la empresa de tu padre; quisiera verte, así podríamos hablar de negocios.
—Excelente, pero… —interrumpe.
—Amigo, dame un momento, es que estoy saliendo de una reunión. Hoy conocí a una hermosa chica, tienes que verla, es muy hermosa y deslumbrante, su inteligencia no tiene precio, nada a lo que acostumbro y quiero salir con ella. Quizás si quedamos podrías conocerla. Quiero tenerla entre mis brazos, solo que no es como las otras chicas; sé que me tomará tiempo. Te devolveré la llamada.
—Mateo… —Como siempre él dejándome con la palabra en la boca; le diré a mi secretaria que le informe que no podré asistir.
Estoy terminando de firmar unos documentos; realmente necesito verla, no puedo entender lo que sus besos ocasionaron en mí, es una fuerte sensación que no podría explicar. Estoy jugando con mi lapicero mientras mi mente viaja a otro nivel.
—Señor, Mateo ha confirmado una reservación para ambos en un restaurante en el centro.
— Informe que no podré asistir, hoy tengo un compromiso y no puedo cancelarlo; dígale que quedamos para desayunar.
—Así lo haré. Cuelgo la llamada dejando mi celular sobre el escritorio cuando el brillo de la pantalla y una nueva llamada de Amalia hacen que me sienta nervioso por primera vez al pensar en ella. Hoy quiero llevarla a comer su comida favorita y quizás ver películas como lo hacíamos antes.
—Hola, hermosa, ya estoy por terminar unos asuntos y salgo por ti. —Digo, tratando de firmar lo más rápido que puedo.
—No, tómate tu tiempo, no vengas, es que debo asistir a una reunión con unos inversores importantes.
—Entiendo, no pierdas cuidado, hermosa, no pasa nada. Yo dejé una reunión pendiente para esta noche, pero llamaré para confirmar. —Digo algo decepcionado.
— Lucas —dice haciendo una pausa—. Lo siento mucho, cariño.
—Tranquila, hermosa, además no haríamos nada importante; ve y da lo mejor de ti.
—Gracias, Lucas. —Cuelga la llamada y me siento extraño; una sensación de desánimo cubre mi pecho. Me acuesto al espaldarde la silla respirando profundo; la imagen de ella tan cerca de mis labios no la puedo sacar de mi mente. ¿Qué me está pasando? Amalia es mi amiga. Me repongo terminando los papeleos del día de hoy; al terminar, recojo mis cosas para el encuentro con mi secretaria.
—Emma, llama a Mateo y confirma mi llegada; saldré de inmediato.
—Sí, señor, la reserva del sushi, ¿cancelo?
—Así es.
Me coloco mi chaqueta bajando en el ascensor, donde observo mi celular con ganas de marcar su número. Lo observo por varios minutos y de inmediato cambio de opinión guardándolo en mi bolsillo. Subo a mi coche saliendo del edificio. Al llegar al restaurante, puedo ver que no está solo, está en compañía quizás de la joven de la que me hablaba. Me acerco y, al verme, su cara de asombro me deja impactado.
—Lucas, amigo… —se levanta abrazándome y puedo notar que es mi Amalia. No podía creer que ella fuera la cita de Mateo; se suponía que iría a una reunión con unos inversores, pero en cambio está en una cita con mi amigo.
— Buenas noches, puedo notar que es muy hermosa la chica de quien me hablaste hace una hora en el teléfono —digo sin poder dejar de mirarla.
—Sí, te presento a Amalia, es mi nueva socia en un proyecto que estoy llevando a cabo y sé que con su ayuda lo voy a lograr. —Dice con gran emoción al tratar de presentarme a quien se supone es mi esposa.
—Mucho gusto, soy Lucas Freiter. —Digo tomando distancia.
—Amalia Roberts.
Nos sentamos en la mesa; Mateo no deja de hablar de sus negocios, mientras que en mi mente solo quiero irme de este lugar. Puedo notar desde que llegué que no tiene su anillo de matrimonio; eso me deja por entender que realmente le gusta Mateo y oculta su relación conmigo. ¿Qué relación? Dios, esto me va a volver loco. Si ella realmente quiere a Mateo, ¿qué podría pasar igual? Ella y yo en realidad no somos nada.
—Amalia— dice Mateo, llamando su atención—. Cuéntanos de ti, ¿tienes pareja? Digo, ¿estás saliendo con alguien? —El silencio invade el lugar y ella fija una mirada en mí.
—Sí, estoy en una relación —dice sin dejar de mirarme.
—¿Cómo se llama el afortunado? —¿Lo conozco? —Mateo, siempre indagando.
— Buenas noches, jóvenes, ¿pensé que cenarían solos? — El padre de Amalia me mira con enojo. —Lucas, ¿podríamos hablar?
—Sí, no hay problema —digo levantándome de la mesa.
—Bien, vamos a mi mesa. —Señala una mesa en el fondo donde la madre de Amalia espera.
—Padre —dice Amalia levantándose de la mesa mientras Mateo observa la escena.
—¿Hay algún problema? —dice Mateo mirando fijamente a Amalia.
—No, no pasa nada, solo quiero hablar de un asunto con Lucas, quien es mi amigo de años. —Dice tocando mi hombro.
—¿Vamos?
—Vamos. — Nos acercamos a una mesa donde tomamos asiento. —Lucas, hijo, permití que Amalia viniera a esta cena con la finalidad de conocer a alguien nuevo para su vida, a alguien que pueda darle un futuro estable. Conozco a Mateo desde hace años y sé que es un buen muchacho; no niego que tú lo seas, pero estás en una relación complicada, y pienso que tu matrimonio y el de mi hija es una completa farsa y que ella se está perdiendo de conocer a alguien que la ame y la tome en cuenta como mujer para formar una familia con futuro, cosa que tú no puedes darle.
—Señor Arturo, entiendo su preocupación, está en todo su derecho de buscar a su hija lo que sea más correcto… —Interrumpe.
—Quiero que ella conozca a Mateo, que salga con él; eso quiere decir que no quiero que te interpongas en su camino. No puedo entender qué haces junto a ellos en esa mesa.
— Mateo es mi amigo desde la secundaria; no fueron mis intenciones interponerme, ya que fue simple casualidad encontrarme a Amalia en este lugar. Tiene razón, debería irme. —Digo levantándome mientras la madre de Amalia solo me mira con preocupación.
—Lucas, ¡espera! Hijo, no tomes a mal lo que intento decirte. Mira, yo te admiro y sé que eres un buen muchacho. Si esta situación fuera diferente y tú no estuvieras enamorado de otra mujer, yo sería el hombre más feliz de este mundo, pero quiero lo mejor para mi hija y lo mejor es que ella busque a alguien que la ame de verdad.
—No se preocupe, nuestra amistad seguirá siendo la misma, no pasa nada, entiendo totalmente su posición. Tomaré mi distancia en cuanto a Amalia, para que encuentre a alguien. —Mi corazón por un momento se aceleró al verla junto a Mateo, quien intenta acercarse a ella. —Bien, disculpe las molestias ocasionadas; si me permite, debo irme. Buenas noches. —Tomo mi chaqueta saliendo del lugar sin despedirme.
Vuelvo a la casa y me quito la chaqueta. Adentrándome al bar, me sirvo un trago, sentándome frente a la piscina, mientras observo las hermosas estrellas, tan hermosas y deslumbrantes como mi Amalia. Dios, mi hermosa, yo sería el hombre más feliz si tú fueras feliz, por eso me haré a un lado. Mereces ser feliz con alguien que tú ames. Mis sentimientos son confusos, tanto que no me perdonaría si te hago daño, aunque sea en lo más mínimo. Escucho el coche estacionar y me levanto asomándome por el jardín donde la veo bajar del coche. ¿Mateo la ha traído a casa? Esto quiere decir que si va en serio con Amalia, él nunca ha venido a mi casa; por tal razón no sabe que yo vivo aquí. Si solo me acerco, ¿qué estoy haciendo? Estoy un poco tomado; lo mejor es que me aleje. Intento volver, pero veo como Mateo se acerca a ella besando su mejilla. No puedo ver bien si la besó en los labios o en la mejilla; esto me hace sentir ansioso. No puedo evitar sentir celos al verlos tan cerca. Me alejo, tomando mi trago hasta el fondo, vuelvo a la piscina, sentándome nuevamente para tomar aire. Me acomodo en mi silla, donde me acuesto, cerrando mis ojos.
—Lo siento mucho, cariño. —Besa mi cuello y puedo sentir como se sienta a mi lado; abro los ojos mirándola fijamente y ella toma mi mano. Esa conexión, esa misma conexión que sentí cuando nos besamos en el coche, es la segunda vez que la siento con ella. Nunca me había pasado algo igual ni cuando éramos adolescentes. ¿Qué cambio? —Lucas, esta noche…
— Interrumpo, no quiero que se sienta en obligación de darme explicaciones.
—No pasa nada, no tienes de qué preocuparte ni darme explicaciones, estás en tu derecho de hacer tu vida, no te sientas mal por eso. —Beso su frente, levantándome para ir a mi habitación.
—Lucas, yo... —Se acerca tanto que puedo sentir su ansiedad unirse con la mía.
—¿Qué pasa, Amalia? ¿Somos amigos, no? Esto no tiene importancia, me alegro de quehayas encontrado a alguien bueno para ti. Mateo es un buen hombre, niégamelo, niega este matrimonio, nunca le cuentes sobre esto; él te hará muy feliz, lo sé, y eso es lo que importa. Al final esto se terminará pronto; los meses pasan rápido. Lamento tanto ser quien te impida ser de él por completo.
—¿Qué dices, Lucas? ¿Acaso tú no...? —Hace una pausa, bajando su mirada, la cual tomó su barbilla para que me vea.
—Lo que digo, Amalia, es que estoy feliz por ti. Al regresar Leticia, yo me casaré con ella y tú podrás hacer tu vida al lado de Mateo.
—¿Estás seguro? —dice algo enojada.
—Sí.
—Bien.