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Caminos cruzados: Casada con el tío de mi ex

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Elena, quien creía estar felizmente casada, se vio sumida en la desilusión cuando descubrió que su esposo la engañaba de la forma más vil posible. La decisión de divorciarse solo la llevó a descubrir una verdad aún más devastadora: su “esposo” estaba casado con otra mujer.

Impulsada por el deseo de venganza, Elena no dudó en tomar medidas drásticas cuando se le presentó la oportunidad perfecta. Decidió casarse con el tío de su ex, aquel mismo al que había salvado de una reacción alérgica.

En medio de la tensión que caracterizaba su relación, surgirá el amor entre ellos. Sin embargo, el camino hacia la felicidad estará plagado de desafíos y obstáculos que pondrán a prueba su amor y determinación.

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1: Traición con mi sangre
—¡Max! Ahí miré a mi esposo, encima de mi prima y ambos jadeando por todo lo alto. En ese momento sentí como mi corazón se partía en dos y las lágrimas amenazaron con salir, sin embargo, no les di la satisfacción de verme llorar. —Elena —él se sorprendió al verme en mi casa —¿Qué haces aquí? Se supone que venías mañana. —Pues disculpa por haber venido antes a frustrar tus planes de infidelidad. No puedo creer que me hagas esto. ¡He estado cubriendo tu trasero y evité que tu compañía se fuera al demonio! —¿Y qué esperabas? ¿Cómo voy a estar con una mujer tan frígida como tú? Ni siquiera te dejas tocar. —¿En serio me dices eso? Te recuerdo que quien decidió emborracharse en nuestra luna de miel fuiste tú, no yo. —Solamente escucho justificaciones y me echas la culpa a mí cuando tú no eres capaz de mantener a tu marido satisfecho. —Primita, si nos das cinco minutos más te dejo a tu marido. Recuerda que hay que aprender a compartir. Ver la sonrisa de ladina de mi prima hizo que todo mi estómago se revolviera y la rabia saliera a flote. La tomé del cabello y le di una bofetada, ella se cubría con una sábana mientras le daba su merecido. —¡Suéltala! —Max me tomó del cabello y me empujó al otro extremo de la habitación —deja de ser una zorra escandalosa y lárgate. —Te juro que te vas a arrepentir de esto, Max. Te voy a hacer pagar muy caro lo que me estás haciendo. Me levanté y salí de ahí, escuché las risas burlonas de mi esposo junto con mi prima. Sabía bien lo que tenía que hacer, así que fui directo donde mi tía. —¡Tía! —Entré en su casa —¡Ven aquí! Mi tía se encontraba en una reunión con sus amigas, cuando salí al jardín totalmente enfurecida todas se asustaron. —¡La zorra de tu hija se ha acostado con el desgraciado de mi marido! La reacción de mi tía fue darme una bofetada que hizo que mi labio sangrara. El sabor a sangre llenó mi paladar y en mi corazón hubo una rabia aún mayor. —¿Cómo te atreves a levantar falsos en contra de tu prima? ¿Acaso eres consciente de lo que estás diciendo? —¡Los he encontrado en mi casa y en mi cama! —¡No seas mentirosa! —Otro golpe aterrizó en mi mejilla —¡Largo de mi casa! No voy a permitir que levantes esa clase de falsos en contra de mi preciosa hija. Maneje rumbo a la casa de mi mejor amiga, no podía creer que esto me había pasado. ¡Fueron cinco años de noviazgo y un mes de casados! —¡Leane! —entré a su casa —¡¿En dónde estás?! Ella no se encontraba por ningún lado, es casi seguro que anda de compras. Decidí salir a dar una vuelta y mientras caminaba por el vecindario miré a un hombre en el suelo. —¡Dios mío! Este hombre se encontraba muy rojo e hinchado, miré que extendía su mano hacia una especie de pluma y fue ahí que miré que se trataba de un antialérgico. Tomé la medicina y sin pensarlo le apliqué la inyección. Él tomó una bocanada de aire y poco a poco su rostro comenzó a verse más normal. —Señor, ¿Se encuentra usted bien? —Sí, gracias a usted, señorita. Sus ojos azules eran gélidos, a pesar de esto me atraía como el imán atrae al metal. Tenía que admitir que era un hombre muy apuesto, sin embargo, existía algo muy familiar en él. —Soy Leonardo Hill. Puedo darte lo que quieras por haber salvado mi vida. ¿Leonardo Hill? ¡No puede ser! Acabo de salvar a uno de los hombres más ricos e importantes del país. —¿Qué sucede? Lo único que pude hacer fue salir corriendo de ahí. No quise detenerme y pensar en lo que había sucedido. Jamás llegué a pensar que en mi camino se iba a atravesar este hombre, solo hice lo que una persona decente haría, ayudar a alguien. —¡Señorita, espere! Miré que estaba a punto de alcanzarme, así que corrí con más fuerza. Ya mis pies no podían seguir corriendo, así que encontré una salida. —¡Ahí! Me lancé a un contenedor de basura, por una pequeña ranura pude ver que Leonardo Hill se había ido. Mi susto fue grande en el momento que el basurero se movía, fui alzada en el aire y luego caí en un montón de bolsas de basura. —Vaya, al parecer están lloviendo ángeles —respondió el hombre con un tono pícaro —. Hola, preciosa, ojalá que en los contenedores salieran más ángeles como tú. —¡Vete al demonio! Salí del contenedor de basura con mi tacón roto, una cáscara de plátano en mi cabeza y un papel higiénico en mi otro zapato. —En definitiva, el día que Dios repartió la mala suerte, yo hice fila mil veces —me quité mi otro tacón y lo arrojé al basurero —tengo que buscar a Leane. Caminé en dirección a la casa de esa víbora traicionera que se fue de compras sin mí. Por suerte no estaba Leonardo Hill y esa fue la única buena fortuna que me tocó, porque todas las personas me quedaban mirando y tapaban sus narices. —No los culpo, yo haría lo mismo. Al llegar a la casa de Leane, ella se encontraba en la entrada con varias bolsas de compras. —¡Elena! — ella salió corriendo y al sentir mi aroma se hizo hacia atrás — vade retro satanás que apestosa estás. ¿Qué es esa peste que te siento? ¿Acaso es una especie de perfume francés? Pensé que estabas de viaje. —Sí, es un perfume llamado Le Basuré. Probablemente, se basaron en la basura de mi prima que se acostó con el p**o flojo de Max. Las lágrimas comenzaron a salir, pero no eran de dolor, no, era una rabia total por lo estúpida que fui. Leane me metió a su casa porque los vecinos comenzaban a quejarse del ruido y del mal olor. En el momento que la mascota de Leane me miró se acercó, pero se detuvo al sentir mi peste y se fue por donde vino. —Vaya, ni siquiera Abbie se quiere acercar a ti y esto que te adora más que a mí. Bueno, quiero que me cuentes lo que pasó. Pensé que ibas a estar en Francia en estos momentos, incluso te iba a llamar para que me trajeras mis mascadas. —No te preocupes, tus mascadas vienen sanas y salvas — me quité los mocos de la nariz —pero he dejado la maleta en mi casa. Le conté a Leane lo sucedido y mencioné lo del rescate de Leonardo Hill. Ella se mostró sorprendida. —No sé, pero siento que tengo información importante de ese hombre — Leane alzó su cabeza y comenzó a pensar —bueno, en algún momento lo voy a recordar. —Quiero helado, por favor pon tu selección de películas tristes y alista pañuelos. Voy a llorar por el tiempo que perdí al lado de semejante porquería. — ¿Qué has dicho? Nada de eso, chiquilla. No tienes por qué estar dedicándole más tiempo al idiota de Max, para el mal de amores no hay mejor remedio que el tequila con canciones. Iremos a un bar a cantar a todo pulmón rata de dos patas y beberemos hasta que quedemos como bambi. El primer paso será eliminar el tufo que te dejó la basura. —¿En qué barrio vives? —Uno mejor que el tuyo, aquí los vecinos te avisan si te están comiendo el mandado. Ahora tienes que quitarte ese mal olor con un buen baño. Me metí en la tina y luego de varias horas fue que pude salir sin mal olor, se sentía un poco, pero nada que no se pudiera resolver con una buena loción. — Ahora hay que prepararse para ir al bar. No hubo poder humano que detuviera a Leane, ella me puso un vestido plateado corto y de tirantes. Los tacones eran del mismo color y muy altos. — Bueno, hay que irse. Nosotros llegamos a uno de los bares más exclusivos de la ciudad, había karaoke ese día. Me senté en la parte de abajo y cuando alcé un poco la mirada, fue ahí que lo vi. Leonardo Hill se encontraba en la zona VIP mientras veía como un halcón todo el sitio, le dije a Leane que él era el hombre que había salvado. — ¡Ya lo recordé! Él es el tío del infeliz de Max. Lo miré mientras asimilaba esta noticia, y como si él sintiera fue que vio hacia abajo. Fue en ese momento que nuestros ojos se encontraron y a mi mente venía una palabra, venganza…

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