3: Un "feliz" enlace matrimonial

1426 Words
Leonardo Hill me quedó mirando de pies a cabeza, pude ver como en su rostro se resaltaba una vena y sabía bien que se encontraba molesto. — Señorita León… — Antes de que diga algo, le recuerdo que le salvé la vida. Escuche, ¿Cuánto tiempo va a poder permanecer soltero sin que alguien de su familia le organice una cita a ciegas? Estoy seguro de que incluso algún familiar ya tiene algunas candidatas. Conocía bien a la madre de Max y estaba segura de que ya tenía a varias candidatas escogidas. No iba a dejar que esta oportunidad se me fuera de las manos y me iba a aferrar como un gato se aferra a sus croquetas favoritas. — Muy bien, quiero que te presentes mañana mismo en el ayuntamiento. Lleva una copia de tus documentos y eso es todo. Leonardo salió sin decir más nada, vaya, al parecer tenía dos personalidades y en definitiva la última era poco cálida. Creo que había más calor en el polo norte que en el corazón del aclamado señor Hill. — ¡Elena! — Leane entró al cuarto y se lanzó a mis piernas — no tienes idea lo mucho que me he angustiado cuando mamá me dijo que te desmayaste y un hombre fuertote te levantó como si fueras una pluma. — No te preocupes que me encuentro bien, necesito pedirte un favor antes que nada. Me gustaría que sirvieras de testigo en mi boda, me caso mañana. Miré que Leane se quedó impávida al escucharme y no era que la culpara, cualquiera estaría así al escuchar que me voy a casar cuando estaba en proceso de divorcio. — Me voy a casar con Leonardo Hill y le haré la vida imposible a su familia, solo que trataré de ser discreta para no levantar sospechas. El infeliz de Max se encuentra casado y apenas me estoy dando cuenta. — ¡¿Qué?! A ver, cuenta muy bien ese chismesote. — El abogado investigó y resulta que este infeliz se encuentra casado, pero ten por seguro que le voy a hacer la vida un infierno. También a su madre que se obsesionó con casarme con él y todo para tomar posesión de la fortuna que mis padres me dejaron. — Por cierto, ¿Qué pasó con ese dinero? — De idiota lo invertí en el negocio de Max y todo pensando que, como ya era su esposa, pues tenía la garantía de que no iba a perder nada. — Ay, cariño, bueno, ahora Max tendrá que soportar el hecho de que su exmujer va a pasar a ser su tía política. Me pregunto qué es lo que va a suceder, eso será humillante y las murmuraciones van a ser enormes. — Necesito tu ayuda, quiero que cualquier evidencia de la boda que tuve con Max quede eliminada. Desde r************* hasta fotos personales, no debe haber nada que esté relacionado con esta metida de pata monumental que cometí. Si había alguien en quien pudiera confiar para eliminar cualquier evidencia, esa era Leane. Ella sabía como moverse en el medio y no había una sola persona que se atreviera a ir en su contra por el simple hecho de que era la preciosa hija de los De la Garza. — ¿Para qué quieres que haga eso? — Porque iré en contra de la familia de mi esposo, ¿Cómo crees que él va a reaccionar? Obviamente, no estará brincando feliz en un pie. Me dieron el alta y fui a preparar mis papeles, al llegar a la casa de Leane miré que Max se encontraba en la entrada. — No te quiero ver y tampoco saber nada de ti, al igual que con Catalina. Quiero que dejen mi casa cuanto antes, porque sí, esa sigue siendo mi propiedad. — Elena, podemos resolver esto — él intentó tomar mi mano y la aparté bruscamente — por favor, déjame darte una explicación. — A ver, ¿Qué explicación me vas a dar? Me pusiste el cuerno y fue con mi sangre. Vete de aquí. — Elena, tú debes comprender que soy hombre y tengo mis necesidades. Tú has puesto este matrimonio en peligro al estar dedicándole tanto tiempo a los negocios. — ¡¿En serio eso me vas a sacar en cara?! Pero madre mía, si tengo al cinismo personificado en mis narices. ¡Sí, me dediqué a trabajar tanto fue porque tú ni siquiera sabías dirigir una mosca en la oficina! Todo lo que tienes es porque yo me rompí el lomo atendiendo a clientes y firmando contratos importantes. Pero te digo algo, vas a saber de mí, te arrepentirás de lo que me hiciste. Lo empujé y entré en la casa, no quise decirle nada sobre Leonardo porque quería que fuera una sorpresa. Cuando el momento de la boda llegó, salí de la casa de Leane y ella me acompañaba. Mi vestido era de la época de los 70 y con una manga larga. — A pesar de todo, tengo que reconocer que te ves hermosa, tienes una belleza clásica. — Bueno, te lo agradezco, pero hay que darse prisa. No vaya a ser que Leonardo al final se arrepienta y me deje plantada. Caminamos en dirección al ayuntamiento, por un segundo tuve miles de dudas y me planteé si lo que estaba haciendo era lo correcto e incluso si Leonardo iba a estar ahí esperándome. Todas mis dudas se vieron disipadas en el momento en que recordé que este infeliz no solo se había acostado con mi prima, sino que también ya era un hombre casado cuando supuestamente contrajo nupcias conmigo. — Demonios — Leane abrió la boca como un pez —. Ahora que lo miro, tengo que reconocer que es mil veces mejor el tío que el sobrino. Mi futuro esposo se encontraba en los escalones del ayuntamiento, él tenía las manos en los bolsillos y era visto por muchas mujeres e incluso hombres. Su piel parecía de porcelana, mejillas rosadas y labios en forma de corazón. — Leonardo, hola — hablé tímidamente — gracias por haber venido. Él me miró rápidamente, en sus ojos azul hielo se mostró exactamente la misma frialdad… Aunque… Hubo cierto destello o al menos eso fue lo que yo quise creer. — Hay que darse prisa con esto — él miró a Leane — hola señorita De la Garza. Así que conocía a Leane, bueno, supongo que debió investigar con la loca que se iba a casar. No lo culparía, al final solo una persona que no se encuentra en sus cabales es que viene a proponerle matrimonio a un perfecto desconocido. — ¿Qué estás esperando? — la voz de Leonardo estaba cargada de fastidio — aquí hay muchas personas que se vienen a casar, date prisa de una vez y mueve esas piernas flacas. Sacudí mi cabeza y me fui detrás de él, un hombre se nos sumó después de un rato, supongo que era el testigo para esta locura que estaba dispuesta a cometer con tal de darle una cucharada de su propia medicina al infeliz de Max. — Bueno, Leonardo Hill y Elena León — el juez nos miró — ¿Han venido aquí por voluntad propia? Nosotros asentimos y la ceremonia dio inicio. Nuestras firmas seguidas de las firmas de nuestros testigos fueron las que finalizaron todo esto. — Los declaro marido y mujer, señor Hill, puede besar a la novia. En el momento que me di la vuelta para que Leonardo me besara, lo que miré fue una risa burlona de su parte y seguido de eso salió de la oficina del notario a grandes zancadas. — Felicidades, señorita León… Quiero decir… Señora Hill. La persona que me felicitaba era Anthony Monterrubio, se trataba de un joven amo que era heredero de la familia con dicho apellido y su especialidad eran los medios de comunicación. Pensé por un momento que seguía en la capital, al parecer a sus oídos no llegaron las noticias de mi boda con el estúpido de Max. — Se lo agradezco mucho, joven amo Monterrubio. — Dime, Anthony o Toni, ahora si me permiten, las voy a invitar a comer para festejar el enlace matrimonial de mi mejor amigo y una joven de tan buenos principios. Me sentí mal por la manera que Anthony tenía para referirse a mí… Si tan solo supiera… — Realmente le agradezco mucho la invitación, pero… — la puerta se abrió y miré la cara de fastidio de Leonardo — ¿Sucede algo?
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