ALLISON DAVIS
Abrí los ojos un poco para acostumbrarme a la luz, siento mi mano encima del Asesino... Dios. Casi todo mi cuerpo estaba abrazándolo. Mire su rostro para asegurarme de que está dormido... se ve tan inocente. No quería moverme ya que se despertaría y sería vergonzoso que él viera como estoy. Simplemente volví a cerrar los ojos esperando dormir nuevamente, pero es imposible, ya no tenía ganas de dormir. Su voz ronca retumba en mi oído izquierdo que es donde estaba su rostro hundido justo en mi cuello...
— ¿Estás despierta?
— Si... — dije no tan segura de si iba a responder. Sacó su rostro de mi cuello.
— Creo que nunca he dormido tan bien como anoche — agregó. Mi corazón volvió a latir de esa manera como la noche anterior... puso su mano en mi pierna la cual cruzaba por su cintura descubierta. Por estas cosas duermo sola.
— Creo que mi mamá no está. — fue lo único que pude decir. Soltó un bostezo.
— Mejor, podemos seguir durmiendo. — se acomodó nuevamente pasando su brazo por mi cintura. Quiero creer que actúa inconscientemente.
— Ya no tengo sueño.
— Yo sí, entonces te aguantas. — me levanté a propósito, lo escuché quejarse debido a que le quité su comodidad... me tomó por la cintura haciéndome caer de nuevo junto a él.
— No es justo. — Sentí la silueta de una sonrisa en sus labios marcarse en mi cuello, lo que hizo que mi piel se erizará. Unos minutos después escuché la puerta principal cerrar... regreso mi madre. — Levántate — le dije desesperada.
— ¿Ahora qué? — dijo molesto.
— Llegó mi madre. — eso lo espanta y hace que se levante de un brinco. Se puso sus zapatos y la camiseta.
— Me voy antes de que suba. — dijo yendo a la puerta. Me sonríe antes de salir. Esto es raro, siento como si hubiera hecho algo malo. Suspire profundo, me levanté y baje a la cocina unos minutos después de que él saliera. Y estaba sentado en el sofá desayunando.
— Buenos días. — dije a mi madre quien entraba recién a la sala.
— ¿Como durmieron? — eso me hizo recordar todo lo sucedido.
— De maravilla — dice él. Mi madre me mira sonriente
— Igual — dije.
— Me alegro bastante... ahora a la vida real, ¿Pueden ir a hacer las compras?
— Con mucho gusto. — al parecer él responde por mí ahora. Desayune con ellos para luego subir a mi cuarto para prepararme. Al salir escuché unos balbuceos en la habitación del Asesino. Acerqué mi oído para poder escuchar.
— Si amor, iré más tarde, ahora tengo que hacer unas cosas y te veo, ¿dale?
— Te quiero. — fue lo último que escuché porque me retiré de la puerta. Así que tiene novia el cretino. Y aun así hizo todo eso esta mañana... veo que es del típico que ilusiona. Abre la puerta y me ve.
Bueno, Allison cálmate, tampoco fue para tanto lo que pasó.
— Eres un cretino — dije tratando de sonar convincente
— ¿Que? — dijo sonriendo
— Tienes novia.
— ¿Y? Mejor vámonos se nos hará tarde. — maldito.
En toda la compra no pasamos palabra lo cual no me sorprendió tanto después de esa llamada. Puso las compras en el auto mientras yo esperaba dentro.
— ¿Llevan mucho juntos? — al menos quiero saber algo más de él
— Dos años. — al menos él sabe mantener una relación... o eso creo.
— Genial. — encendió el auto y lo puso en marcha
— Cuéntame de tú novio — se me revolvió el estómago al escuchar esa palabra
— Me engaño. — dije casi en un susurro
— ¿Como es eso? — dijo prestando atención al camino.
— Con mi mejor amiga — tragué saliva. Me miró por un segundo para luego ver el camino.
— Lo siento. — tiene sentimientos este asesino. Gracias a este pensamiento solté una pequeña risa. — ¿De qué te ríes? — me mira intrigado
— Nada... solo pensé algo gracioso — vi una pequeña sonrisa en sus labios.
— Yo también quiero reírme, dime el chiste
— No es nada.
— Insisto. — no me quedaba de otra.
— Pensé... tiene sentimientos este asesino. — así lo dije tal cual. Vi su rostro, no tenía ninguna expresión
— ¿Asesino? — ¿se ofendió? No pues no vas por ahí llamando asesino al que te caiga mal
— Pues si, casi me matas... y pues por otra parte no sé tu nombre. — sonreí — soltó unas risitas y se quedó en silencio.
— ¿No piensas decírmelo? — pregunté indignada.
— No me interesa decírtelo ahora mismo. Estás mejor sin saber nada de mí. — guarde silencio para no seguir preguntando pendejadas a lo estúpida. Este chico es misterioso... me dan ganas de averiguar qué es lo que se trae. Porque será que no puedo saber nada de él. Es un puto nombre, en qué líos me meterá saber un nombre. Después de unos minutos se detiene
— ¿Qué pasó? — pregunté
— Tengo que ir a otro lado. — estaba algo nervioso, pero a la vez seguro de lo que sea que iba a hacer
— ¿Sucede algo?
— Será rápido... — me mira, su mirada era rara
— Está bien. — le dije porque parecía preocupado por algo. Nos dirigimos a un lugar muy alejado, no había casas... una especia de callejón sin salida. Nos parqueamos, vi un gran portón que daba como a la parte de atrás de un almacén... esto me huele raro.
— Quédate aquí, no salgas. — asentí. Pero obviamente saldría a ver de qué se trataba.
Después de que él saliera, le seguí el paso, por un pequeño orificio pude ver a través del gran portón. Adentro había muchos sacos, tanques y cosas raras. Enfoque al asesino caminando hacía un grupo de chicos fuertes y que dan mucho miedo, eran seis, lo rodearon. Casi no podía escuchar nada, pero gracias al eco podía llegar a oír balbuceos que pude interpretar bien.
— Todavía no tengo el dinero.
— No es nuestro problema. Te lo advertimos.
— Una semana más
— Ni un día más. — se escuchan muy enfadados con él.
— Se los suplico — se escucha asustado
— Nuestra mercancía no es gratis, niño bonito. — dijo uno de ellos. ¿Mercancía?... ¿están hablando de drogas y esas cosas?
— Eso lo sé Liam... pero les juro que estará lista para la próxima semana. — vi como entre todos apretaron los puños y le cayeron a golpes... Dios, que personas tan agresivas. Estuvieron ahí unos dos minutos dándole puñetazos y patadas; sentí unas manos taparme la boca, traté de gritar, pero era en vano, es demasiado fuerte para mí. Empecé a forcejear, pero nada.
El chico salió de ese lugar todo ensangrentado y casi cojeando... me ve.
— Suéltala. — dijo acercándose decidido aún con todos esos golpes que no me quiero imaginar cuanto duelen.
— ¿Anda contigo? — este tipo empezó a reír. — Podrías pagarnos con ella — eso me asusto, él podría hacerlo. No nos conocíamos de nada, simplemente hubiera dicho que sí.
— Que la sueltes estúpido, ¿no escuchas? — este hombre me suelta, me puse a su lado con la respiración agitada.
— La próxima no sales. — me susurró este tipo y se fue. El asesino me mira como para querer matarme.
— Te dije que no salieras del auto. — se quejó de dolor. Pasé su mano por encima de mi cuello para llevarlo al auto, lo puse en el asiento del copiloto y yo conduje. Lo llevé a casa, suerte que mi madre no estaba.
— Iré por el botiquín. — le dije mientras él se sentaba en el sofá. Volví enseguida, me arrodillé para poder llegar a todas sus heridas. Estaba demasiado golpeado. — ¿No quieres ir a un hospital? — dije preparando lo que iba a usar.
— No hace falta — trago forzadamente saliva.
— Tienes que... quitarte la camiseta. — dije algo nerviosa, se la estaba quitando, vi que se le dificultaba así que lo ayudé a sacarla. Los golpes no opacaban lo bien formado que tenía su abdomen.
Después de una hora desinfectando cada herida terminé. Le saque los zapatos y le acomode los pies para que durmiera un poco... puse la camiseta con sangre a lavar. Volví al sofá, me senté en frente de él mirándolo detenidamente... su cara tan... ¿Perfecta? — ya ni sé qué digo — como es que se metió en todo esto. ¿Qué hay detrás de él? ¿Quién es? Preguntas invadían mi mente, ¿y si nos metemos en líos por él?
— ¿Puedo preguntar qué pasó allí? — él abre los ojos lentamente
— Nada — dijo tratando de acomodarse
— Puedo prestarte dinero si lo necesitas — en verdad quería ayudarlo.
— ¿Por qué lo harías? — ¿hola, chico?, será que quieres morir
— Me caes bien... no lo sé
— No, gracias, puedo solo.
— Como digas. — guarde silencio— me miró intrigado, a lo que solo me dio una sonrisa forzada por el dolor. — ¿Consumes esas cosas? — volví a preguntar.
— No.
— ¿Para quién las compras entonces? — mostró su dedo índice poniéndolo encima de sus labios dándome a decir que dejará de preguntar. Cerré la boca y volví a mi cuarto.
Tres horas después de mi pequeña siesta me despierta esa voz tan varonil que tiene el asesino
— ¡Allison! — grita.
— ¡Voy! — grité medio con sueño, estrujé mis ojos y bajé. Estaba sentado en el sofá.
— ¿Me puedes ayudar a llegar a la ducha?
— Si — lo sostuve otra vez, lo ayudé a subir hasta su cuarto. Lo deje en la cama e iba a salir.
— Necesito más ayuda. — suspiré estresada, di la vuelta para verlo
— ¿Que más necesitas? — dije sin ganas
— Sácame algo de ropa — lo fulmine con la mirada. — Por favor — dice. Satisfecha fui a buscar lo que se pondría, le elegí una camiseta grande gris y unos shorts de jean.
— Listo.
— Gracias — sonríe. Me dirigí a la cocina ya que tenía hambre. Y claro, tenía que sacar la compra del auto.
Me encargué de todo eso mientras comía algo. Luego pase a ducharme. Me vestí y dejé mi cabello secar al aire libre.
— ¡Allison! — repite de nuevo mi nombre, creo que me cambiare el nombre, gracias a él lo empiezo a odiar. Fui hasta su cuarto.
— Quiero ir abajo.
— Vamos, ni que te hubieran cortado las piernas.
— Me duele todo. — dijo quejándose. Suspire y lo ayude a bajar. Lo deje en el sofá viendo la televisión, mientras hacía la tarea de mañana.
— Voy a salir a casa de alguien. — ¿pero y este está loco?
— ¿Tú crees que puedes salir, ¿así? — lo mire de pies a cabeza.
— Puedo solo. — no me digas. Pensé para mi
— ¿Ah sí?, ¿ahora puedes solo? — dije algo irritada
— No puedes acompañarme.
— ¿Al menos me dirás a dónde vas? — él sonríe.
— ¿Debería? — dijo con media sonrisa en su boca
— Supongo
— A casa de mi novia. — okey, no debiste preguntar. Deberías callarte en algunas ocasiones. Trague saliva y quise que me tragara la tierra
— Oh, bien. — dije sin más. Él sonríe acercándose a mí, casi sin espacio entre nosotros
— No te preocupes por mí. — su aliento resoplaba en mi rostro de lo cerca que estaba.
— No me preocupas. — sonríe de nuevo tratando de soñar convencida
— Ya. — se aleja, toma su chaqueta y las llaves.
— Puedo... — me mira como si le interrumpí. —, ¿me llevas contigo?
— Últimamente quieres andar mucho conmigo y no es buena idea, niña. — abre la puerta.
— Pues mira que gracias me das después de haberte curado tu paliza. — dije algo enojada.
— Ya te las daré en su momento. Adiós. — se va. Que mal educado, yo solo quería despejarme... o no, sólo quería ver quien era su novia y que traen entre manos. Aunque veía imposible poder averiguar tal cosa.
Terminé el día haciendo deberes, trabajos y demás; subí a ducharme y ponerme el pijama. En eso suena una llamada de Laura.
— ¡Hola muñeca!
— Hola. — Respondí sin deseo.
— ¿Vamos a una fiesta?
— No lo sé... no tengo ánimos
— ¿En qué piensas, cariño?
— Justin...
— Con mucha más razón, ponte guapa y coqueta, pasaré por ti en diez. — Antes de que dijera algo la llamada había cerrado. Me senté a pensar y ya qué, iré. Busqué algo lindo, un vestido azul muy oscuro, ajustado por encima de las rodillas, me até el cabello y me maquillé un poco.
Sonó el timbre.
— ¡Hey, que hermosa estás, madre mía! — dijo dándome media vuelta. Reímos y nos abrazamos. — ¿lista?
— Lista — reímos. En el camino le deje un mensaje a mamá diciéndole que andaba con el asesino, que volvería antes de la doce. Sentí que de esa manera no se preocuparía del todo
Al entrar disfrute al máximo de la fiesta. Bebí muchísimo. Bese a algunos chicos, no sabía qué hacía en el momento. Creo que estaba bien...
— ¿Sabías que conozco a un chico muy, muy lindo? — le dije a una chica desconocida con quién bailaba en el centro
— No, dime — dijo riendo, también estaba ebria.
— Está lleno de tatuajes, piercings... y me trae algo loca, aunque tiene novia, o eso dice él — dije mientras bailaba con una botella en la mano. Recuerdo la cara de ella... se puso un poco más seria
— ¿Ah sí?, ¿cómo se llama? — tome un poco de mi bebida.
— En realidad no lo sé, pero es muy varonil y tiene una moto, parece de la mafia o algo así, no sé estoy muy ebria, no me hagas tanto caso... — reí ante lo que dije. Pare de bailar cuando ella también lo hizo. — parece que viste un fantasma — reí.
— Mejor me voy. — y enseguida se fue. Aquí hay gente rara. Boté la bebida, me acerqué a Laura para decirle que me tenía que ir, iban a hacer las una.
— Chao, me llamas en la mañana — depositó un beso en mi mejilla. Afuera trate de llamar al asesino cinco veces, la sexta fue la vencida.
— Al fin, ¿no?
— ¿Que deseas? — en su voz podía notar que estaba irritado.
— Estoy un poco ebria, ¿puedes pasarme a buscar? — escuche un suspiro de cansancio del lado de la otra línea.
— Dame la ubicación — traté de recordar donde estaba, lo hice y le dije. Cerré la llamada y me senté a esperar en la acera. En esos minutos de pensar y pensar me eche a llorar incontrolablemente al recordar a Justin... es que por más que trate de evitarlo no entiendo porque me hizo esto... no merecía esto y menos con mi.... la que era supuestamente mi jodida mejor amiga, diablos, soy patética, muy patética. Seque las lágrimas de mi rostro, pero más invadieron mis mejillas, no podía parar. Hundí mi cabeza entre mis piernas mientras me desahogaba en llanto.
— Hey. — esa voz gruesa que me tranquilizó el alma. Levante la mirada y estaba arrodillado frente a mí. Él me mira confundido. — ¿Por qué lloras? — dijo quitando las lágrimas de mi rostro con sus pulgares fríos.
— Nada, solo vámonos. — me ayudó a levantar y caminamos hasta el auto. Abrió la casa con sus llaves, al parecer mamá no está en casa.
— ¿Y mamá? — dije casi rompiendo en llanto nuevamente.
— Ella... dijo que iba a salir con unas amigas... — sentí en mi cuerpo que no tenía fuerzas ni siquiera para poder respirar, caí al suelo aun llorando sin poder parar. — Oye...Allie, ¿me dirás que te sucede? — dijo tomándome de los brazos para levantarme, me recostó en el sofá. ¿Porque me había llamado por mi apodo? ¿Y porque sonaba tan bien si venía desde él?
— Nada. — suspire. Trata de controlar mi respiración
— ¿Entonces por qué estas así? — sus ojos penetraban los míos
— ¿Me quieres ayudar?
— Si es posible, si
— Dame un poco de eso que vendes. — él me mira con un poco de intrigada ligado con confusión.
— No te daré eso. — se pone de pie
— Te diré si lo haces. — una sonrisa burlona se puso en mi rostro
— No lo haré, Allison
— Vete — se quedó viéndome por unos segundos — ¡Que te vayas! — le grite tan fuerte que dio unos pasos para atrás
— Como quieras. — con rabia tomó sus llaves y se fue. Dormí por dos horas, me levante y aún tenía ese dolor en el corazón que quiero arrancar de una vez por todas, me puse una chaqueta para el frío, mis llaves y salí en busca de una farmacia. Sólo quería dormir un poco más.
— Buenas noches. — dije a la cajera.
— ¿Que desea señorita? — dijo sonriéndome. No lo pensé dos veces.
— Pastillas para consolidar el sueño.
— ¿Receta? — maldición, tengo que inventar algo.
— Eh... no, son para mi madre, me olvidé de la receta en casa... perdón.
— Descuida. — las buscó y me las dio.
— Gracias. — le pagué y fui de vuelta a casa. Subí a mi cuarto, me senté en la cama mientras miraba el bote de patillas detenidamente. Realmente las había comprado para consolidar el sueño al menos un poco más de lo normal... no quería seguir pensando en algo que no me hacía bien.
"No tomar altas dosis de estas pastillas, o podría ocasionar un coma" leí en las advertencias de esta.
Suspire y puse unas cinco en la palma de mi mano las puse en mi boca aún sin tragarlas, tome el vaso de agua, llené mi boca con él y tragué. Sentí que caí en un sueño profundo y no supe más de mí.
"Asesino"
Después de unas horas dando vueltas por las calles para ver si esta niña se calmaba un poco... como se cree que yo le iba a dar esa mierda, en fin. Volví de camino a casa. No toque ya que esperaba que estuviera durmiendo. Y así es, fui a su cuarto y estaba rendida. Cuando iba a salir mis pies chocaron con un bote de pastillas, las recogí y son pastillas para dormir... mierda. Mire que cantidad tenía el bote, diez y faltaban cinco, esta chica está muy jodida.
Trate de despertarla, pero claramente era imposible, la tome en brazos llevándola hasta el auto, cerré la casa camino al hospital. Una vez allí le expliqué la situación a una enfermera la cual se la llevó sin decirme nada más. Maldición pero que le pasa por la cabeza a esta chica. En verdad estaba asustado por ella, no sé porque, pero lo estaba. Recordé que tenía que avisarle a su madre, le llamé y dijo que venía enseguida.
Su madre llegó de inmediato, le expliqué y rompió en llanto, trataba de calmarla mientras los médicos hacían algo. Sabía que no era tan grave ya que sólo fueron cinco, pero igual le puede hacer daño.
Cuatro horas después
Cuatro horas esperando sin noticia alguna, un doctor se nos acerca y nos levantamos.
— ¿Como está mi hija?
— Logramos hacerle un lavado de estómago, ella está bien.
— Muchas gracias doctor. ¿Cuándo podremos verla?
— Por hoy no, mañana pueden venir a verla. Será mejor que descansen — da una vuelta y se marcha
— Vámonos, Marina. — le dije.
— No, esperaré aquí hasta mañana.
— Necesitas dormir, vamos. — ella suspira y nos fuimos a casa.