5. Familia feliz.

2260 Words
Darien. Al salir de casa y mezclarme entre el río de autos, pensé en lo que me depara esa noche. Podía dejar todo el encono de lado, pero mi razón resultaba ajena al olvido y la indulgencia. El único biruji en mi corazón lo provocó la idea de volver a ver a mi abuela, ella era la persona por la que mi amor continuaba intacto. Lo demás, dependía de lo que pasara, y si mi nana supiera que quería acabar con la farsa de Verno se opondría. —La cuestión no es quien me va a dejar, sino quién me va a parar —me dije. Estacioné en la entrada de la casa, a metros de la fuente con que aún permanecía igual con “H” en el medio. La casa mantenía el estilo que eligió mi abuelo. Bajé con los obsequios en la mano, al entrar se lo entregué a la empleada, excepto la pequeña caja para mi abuela. A paso seguro, caminé a la sala detallando las paredes y recordé las veces que estuve ahí. Desde pequeño, fui más cercano a ellos que a mis padres, de mi abuelo aprendí a diseñar y fue el quién me llamó genio por primera vez. Detuve mi andar y observé las personas delante de mí. Como lo imaginé, hubo sorpresa en el rostro de mi hermano y Luisa, estaban tan desconcertados y yo sentí satisfacción de que mi presencia provocara aquel efecto. Instintivamente, desvié la atención a mi abuela, ella se aproximó hasta mí, abrí mis brazos y la envolví en ellos. —Darien, Dios mío… —Se separó para detallar mi cuerpo —Eres el hombre más ingrato del mundo. Regresé la vista al frente, Verno posó la manó alrededor de la cintura de su esposa; él afiló la mirada y no expresó rastro de emoción positiva. Fruncí el gesto al ver a la chica ahí, ella lucía diferente, con el pelo ondulado, largo, no parecía la misma persona que vi antes en la tienda, y no podía ser ella porque al acercarme junto a mi nana, noté sus ojos grises. —Bienvenido, espero que después de tanto tiempo sin ver a la familia no te alejes de nuevo. —Mi sobrino me habló con un gesto apacible. —Has sido un ingrato, Darien —volvió a comentar mi abuela sin soltar mi brazo. —No tengo excusa, nana. Y he regresado porque quiero estar cerca de mi familia: tú, mi hermano —Miré a Verno, él asintió ante la abuela —Y cerca de mi cuñada —Le estiré la mano a Luisa y ella dudó en sostenerla, pero accedió —También conocer a mi sobrino, y… La chica conectó su mirada atenta con la mía, esos ojos eran intensos, con expresión firme y curiosa —Mi novia, Dafne —presentó Frank —Dafne Foster. —Ella me estiró la mano, la tomé sin apartar la mirada. Sonrió y vi la misma sonrisa de hace años, la noche que la mujer con su mismo rostro pagó mi cuenta. La primera mujer debía ser su madre, eso explicaría por qué se veía tan joven ella, pero, ¿y la otra chica que vi antes?, ¿es la misma qué me ayudó en el cajero? La única difénica entra todas era el pelo. Al sentir su mano alejarse, fui consciente que aún la sostenía. —Te dije que te gustaría la sorpresa, Abue —mención el chico junto a mi chica misteriosa. —Tenías razón, tu invitado nos sorprendió —comentó Luisa. —¿No dirás nada, hermano? —cuestioné a Verno. —Me encantarías que habláramos sobre qué te hizo volver —dijo. —Eso queda para la cena, vamos, hay mucho que hablar, hijo. —Mi abuela soltó mi mano. Se dirigió al comedor y los demás también. La novia de mi sobrino dejó la copa en la mesa de centro, y avanzó, hasta que la tomé del brazo —¿Dafne Foster o Kimberly Foster? —interrogué serio. Su rostro dibujó confusión. Podía ser una impostora. La dependienta de la tienda, dijo que era una mujer ambiciosa… aunque sí, al verla tan cerca se lograba apreciara que eran diferentes, no solo por el color de sus ojos, sino por la expresión en la mirada y la de antes parecía un poco más joven. —Kimberly, esa es mi hermana —explicó. La solté. Eso explicó tantas cosas. Avanzamos hasta el comedor, ese espació era elegante como el resto de la propiedad. Mi abuelo solía tener un gusto por lo fino y sobrio. Fui testigo de una escena romántica entre mi hermano y su esposa, se dieron un beso con el que su hijo sonrió. Mi abuela dio dos golpes en la mesa para llamar su atención. —Tomen asiento —pidió ella. Quedé junto a la chica, y frente a mi abuela, quien estaba junto Luisa. No tardaron en traer la cena. Percibí, el olor a limón que desprendía de la mujer a mi lado. Ella se notaba cómoda en el ambiente, así que supuse que se llevaba bien con todos, si su hermana era conocida por ser ambiciosa, podría serlo ella también, si se llevaba bien con Verno en algo debía parecerse. —Cuéntanos, Darien, ¿por qué apareces hasta ahora? ¿Qué has hecho? —con avidez, preguntó mi abuela. —En las cartas te expliqué abuela, decidí empezar de nuevo en otro lugar. Regresé por trabajo… —¿Por trabajo? ¿Te irás de nuevo? —Estaré por tiempo indefinido, pero no pretendo alejarme de ti otra vez. —¿Es cierto qué vives bien? ¿Cómo es que Frank te halló? —Hoy en la universidad, presentó una conferencia de ingeniería y lo reconocí de inmediato —respondió el muchacho. —Es que ahora se parece mucho a su abuelo —dijo mi abuela con añoranza. Eso no era cierto. Verno no dejó de otar mi sitio. Luisa me observó con disimulo, a pesar de los años seguía luciendo igual de atractiva, con la misma mirada con la que nos despedimos por última vez. La sugestiva acción que la chica a mi lado realizó me atrapó por unos segundos: ella compartía mensajes con alguien. “Te veré mañana, intentaré competir por última vez” escribió ella. “Será la única apuesta, Dafne” recibió como respuesta. Sonrió al leer el mensaje, de todos los lugares en los que esperé encontrarme con esa sonrisa, nunca creí que sería en esa casa y menos que la chica fuera nuera de mi hermano. —¿Te casaste, Darien? —preguntó Luisa con atención. —No, ya no soy tan creyente al matrimonio. —No a todos les va bien, habemos algunos afortunados —agregó Verno. —Supongo que me he librado de un amor pernicioso —refuté. —No hablen de manera negativa, harán que los jóvenes dejen de creer el matrimonio —reclamó mi nana. —Eso no pasará, Frank y Dafne son mi esperanza. Ya me imaginó lo afortunados que serán mis nietos al tener una madre como ella. Ojalá sea pronto. Noté la sonría forzada de la chica, le incomodó el comentario, pero mi hermano evidenció su ilusión ante la idea. Su nuera le agradaba y era obvio. —Los chicos tienen muchas cosas que hacer antes de eso —dijo mi abuela, le sonrió a Dafne con complicidad. La cena avanzó entre preguntas por parte de todos, menos de la mujer a mi lado, ella solo escuchó con atención. —Ahora que regresas, ¿no deseas reincorporarte a la empresa? Sé que vendiste tus acciones a Verno, pero él puede trabajar contigo… nadie olvida tu obra maestra. —La esperanza se reflejó en los ojos de mi nana. —Hemos tenido mucha competencia los últimos años, tú fuiste un genio de la arquitectura —sumó Frank. —Darien tiene su propio trabajo, no deben olvidarlo. Y la competencia no es nada —refutó Verno. —Ya no diseño. Y me gusta mi trabajo actual, no puedo regresar a la empresa cuando vendí mis acciones. —Es una lástima que alguien como tú dejara de diseñar. En la universidad aún está tu nombre entre los premios, por tu proyecto RushAs. —Mi sobrino hablaba con naturalidad, no parecía tener la prepotencia de su padre. —Fue una etapa diferente. Una vez terminó la cena, fuimos hasta la sala. La curiosidad por preguntar más sobre Dafne Foster me invadió, pero no debía ser evidente, más curiosidad sentí al notar el gran aprecio que Verno siguió demostrando hacia ella, al contrario de Luisa, que no decía nada a su nuera. —Acompáñeme al despacho, Darien. Seguí a mi hermano, supe que me esperaba, sin embargo, permanecí lleno de tranquilidad. Al cerrar la puerta, caminó hasta el escritorio; noté el montón de papeles y sobre la resma el nombre de la galería con la que conseguí el contrato. —¿A qué has regresado? —preguntó Verno. —Trabajo —respondí tranquilo. —No te creo. Le dices a la abuela que es cierto que vendiste tus acciones. ¿Pretendes hacerte el bueno y tener una familia feliz o vienes por Luisa? —Me destruiste, y me impediste regresar, si no hice nada antes… —Sonreí —Llegó el momento de hacerlo, pero no quiero a Luisa de vuelta, ni la empresa, a mi nana sí. Se carcajeó con burla, lo observé sin dejar de sonreír… —Hay cosas a las que no estoy dispuesto a renunciar, y lo que tengo es lo que no voy a perder. No hay forma de que me… —Quédate con todo, solo regrésame a Cosmo. —¿Qué? —Su sonrisa se reemplazó por el desconcierto. —Vamos a competir, veremos quien gana. Salí del despacho sin decir más. La abuela me llamó a solas y no pudo preguntar demasiado, me hizo saber lo mucho que me extrañó y lo feliz que estaba con mi regreso. Ella veía el matrimonio de Luisa y Verno como un amor surgido en medio de la desgracia, ellos se enamoraron cuando me fui, patrañas. Entregué el regalo que le llevé. —¡Darien, pensé que ya no existía! —exclamó ella. —Cuando el abuelo murió, me lo entregaron sus cosas y guardé el collar conmigo. Sí, así fue, pero lo perdí y Soja lo recuperó de los hombres que me golpearon. Era el collar con el que mi abuelo le pidió matrimonio a mi nana. —Sé que la muerte de tus padres y de tu abuelo fue demasiado difícil para ti, no juzgo que te hayas alejado por el dolor y… solo me enoja que no me hayas visitado todos estos años. Espero que hayas vuelto a ser el mismo Darien. —Hay cosas que nos cambian y ya no podemos dar marcha a tras, no soy perfecto, abuela, y nunca intentaré serlo. Observé la incertidumbre a través de sus ojos. Me despedí, con la promesa de regresar. En la entrada, Verno me despidió, Luisa no soltó la mano de su esposo… —Fue un gusto verte, Darien. Verno y yo deseamos verte de nuevo y agradecerte el que aceptaras nuestra relación —dijo ella. Eso lo dijo por la presencia de mi abuela y la ausencia de su hijo. —Es claro que ustedes son tal para cual. —Asentí y me retiré. Al acercarme a mi auto, noté la presencia de mi sobrino junto a su novia a un al lado, ella se despidió y aunque él insistió en llevarla, la chica dijo que tomaría un taxi. —Si vas, Kim no te dejará regresar. Y, pasaré al hospital a ver a Dana, no ha dormido bien las últimas noches —dijo ella. —Está bien —aceptó él. Se despidió con un beso, y ella se separó con una sonrisa. Notaron mi presencia, me despedí con la imagen de su mirada firme. Conduje hasta casa. Al llegar, bajé y entré buscando a Soja, quien estaba en la sala esperando mi llegada. —¿Qué encontraste sobre la chica? —pregunté de inmediato. Fui hasta la licorera y serví una copa. —Son tres. —Se acercó y dejó una carpeta en mis manos —La hermanas, Foster: Dafne, de 22 años, estudiante de arquitectura; Dana Foster, gemela de Dafne; y Kimberly, menor por dos años, estudiante de moda. —Dana, por su cabello, creo que ella es la chica del cajero, ¿qué hace ella? —Está internada en un hospital por una enfermedad, aún no sé con exactitud qué es. —¿Familia? —Viven con una tía materna, y su único tío paterno las dejó. —Más sobre Dafne, Verno parce tener un misterioso interés en ella y quiero saber de qué se trata. —Dafne, trabaja en club y es novia de su sobrino desde hace nueve meses. Por lo que sé, conoce a la familia Harder desde hace cinco años, meses después de la muerte de su madere. —¿De qué murió? —Padecía la misma enfermedad que hoy tiene Dana Foster. Después de su muerte, las hermanas quedaron sin nada de lo que tenían sus padres. Verno, ayudó a su nuera con una beca y un abogado quien le ayuda en el proceso legal de la casa. —¿A qué hora es la cita con el contador mañana? —Lo verá a la 9:00, mi señor. Terminé con el licor en la copa y pensé en la información. Verno benevolente...
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