"Un Gesto De Agradecimiento"

1324 Words
Capitulo 11 Con un silencio notorio Gilberto se ha mantenido solo manejando desde hace dos horas. Verlo tan serio me hace sentir un poco incomoda, incluso he intentado hablarle durante el trayecto sin embargo no me he atrevido hacerlo. Observo como el señor Abernathy estaciona el coche del que baja para abrirme la puerta y hacerme la señal de que entre a la casa. Incomoda accedo a su petición, incluso sigo sus pasos hacia la parte de arriba, no obstante, me detengo y lo hago hacer lo mismo cuando menciono su nombre. Estando de espaldas voltea a verme. —Lo siento.... —encojo mis hombros. —¿Lo sientes? Camila estuviste a punto de poner en riesgo al bebé, debes entender que para todo acto hay consecuencias. Samuel solo te iba a usar de carnada —menciona en tono cortante. —Ok me equivoque, pero es que también entiéndeme es mi madre la que está en peligro, ella es lo único que tengo en el mundo y Samuel… —Samuel no le hará nada, no le conviene, solo quiso asustarte. Eres tan fácil de manipular—me mira asombrado. —Solo quiero que este bien mi madre… —Y yo mi hijo ¿Estamos? —gira bruscamente y se va. Quedando parada en medio de ese pasillo escucho el portazo que da al entrar a su habitación. Genial ahora estoy peor, no sé nada de mi madre ni tampoco pude hacer nada, solo quedé como una ilusa manipulable. Al día siguiente… Recostada sobre la cama me he mantenido, ni ganas de salir de esta habitación tengo. Solo me la he pasado llorando que hasta siento mis ojos hinchados al igual que un dolor de cabeza terrible, mantengo mis ojos cerrados, abrazada de la almohada que aprieto con mis brazos hasta que de pronto se escucha la voz de Gilberto. —Camila ¿Por qué no accediste a ir a desayunar? Esta mañana te mande a llamar con Matilde y no fuiste, ahorita pregunto si desayunaste y me dicen que no ¿Qué rayos te pasa? Recuerda que llevas a mi hijo en tu vientre. Es cierto esta mañana ignore su orden de ir al comedor, pero como dije no tengo ánimos de comer, como podría hacerlo sin saber cómo está mi madre. Termino de escuchar sus palabras las cuales me enojan un poco, me reincorporo mirándolo con desdén. Él mantiene su postura perfecta a la vez que sus manos están en los bolsillos de su pantalón, su mirada es tranquila mientras que la mía es una mirada letal llena de dudas. —No quiero comer, necesito saber de mi madre —quito las sábanas para ponerme las pantuflas e irme hacia el baño en donde me doy un regaderazo. Varios minutos más tarde, salgo con el cabello mojado y con una bata de baño, para mi sorpresa él sigue ahí sentado tranquilamente sobre el sillón de estar, mientras que en la mesita hay una charola de comida. Con el ceño fruncido avanzo hacia el tocador en donde tomo un cepillo. Continúo cepillando mi cabello largo, el silencio de la habitación además de su presencia tan autoritaria me hace perder la paciencia, de golpe dejo ese cepillo sobre el tocador para luego darle la cara. —Señor Abernathy sé que es su casa, pero… Podría dejarme tranquila su presencia… me incomoda—tartamudeo un poco. —Necesito que comas Camila. Pero viendo que no lo harás te diré algo. Tu madre está bien anoche me encargue de que el jefe de seguridad hiciera todo para sacarla de tu casa, argumentando que había una fuga de gas, y que tú misma diste la orden de evacuarla, en pocas palabras tu madre está a salvo en otra casa. Su mirada y su seguridad no me hacen dudar, estoy segura de que no me mentiría con eso, asì que decido confiar no obstante pediré hablar con mi madre, necesito escucharla decir eso de su propia boca. —Entonces quiero hablar con ella —intento salir a pesar de ello Gilberto me toma de la mano impidiendo que dé un paso afuera. Anonada por su acción, dirijo mi mirada hacia su mano, una muy cálida que logra calmar mis nervios, sus dedos acariciando mis nudillos hacen que una corriente eléctrica divague por todo mi cuerpo. El señor Gilberto traga saliva a la vez que suelta mi mano para meter la suya en uno de sus bolsillos. —Bien. Hablaras con ella después de comer algo. En la mañana te llamé para hacerte saber que puse línea telefónica para que la llames cuando quieras, es una línea privada nadie sabrá que eres tú creo que eso es lo más seguro por ahora. Escucharlo decir eso me alegra tanto que solo le sonrío como un gesto de agradecimiento. De su parte solo desvía la mirada para posteriormente salir de la habitación. Su rechazo no me importa tanto ya que lo único que quiero es hablar con mi madre, por lo que enseguida me enfoco en comer la deliciosa comida que hay en esa charola. En llamada con Alina… —Mama soy Camila ¿Cómo estás? —sonrío apoyando mi brazo sobre lo cómodo de ese sillón. — ¡Hija! Qué bueno que me llamas, te he extrañado tanto, uno hombre guapo y alto vino a decirme que lo habías mandado para moverme de casa, asegurando que había una fuga de gas. Mi niña esta casa es muy bonita, tu jefe debe ser alguien muy importante—ella suena emocionada. —Si Alina él es alguien muy importante por eso es que tienes seguridad, porque yo soy su asistente—intento convencerla con mis propios argumentos. Ella antes de contestar titubea con un susurro… —Te extraño hija, esta casa es muy hermosa, pero extraño mi casa ahí hay muchos recuerdos. Escuchar su tono de voz quebrantado provoca que mis hormonas se alteren haciéndome sentir mucha sensibilidad, la misma que me hace soltar una que otra lagrima. También extraño mucho a mi mama, mi vida y hasta mi trabajo. No tengo idea de cómo termine envuelta en esto, me siento tan fuera de lugar, tan excluida y tan inútil sin hacer nada que mi prioridad es terminar con esto que yo no pedí. Sin darme cuenta sollozo. —Hija ¿estás bien? No llores mi Reyna eres muy valiente y eres mi niña hermosa. Debes ser fuerte es por tu futuro, pronto estaremos juntas. —Si mama tienes razón, te quiero mucho, debo colgar. Cuelgo esa llamada porque no puedo más, siento que en cualquier momento me quebrare terminando con decirle la verdad. Mi madre no puede saber esto, no puedo decepcionarla no así. Trago grueso para seguir llorando sobre esa sala, hasta que soy interrumpida por la voz de Eugenia. — ¡Ay! La señorita sensibilidad y problemática está llorando—dice en tono de burla. — ¿Cuál es tu problema Eugenia? Yo no te he hecho nada ¿Por qué eres así? Si estuvieras en mis zapatos no dirías lo mismo. —Estar en tus zapatos créeme que es más fácil que estar lavando y fregando trastes todos los días. Te quejas porque Gilberto te pone todo en charola de plata, dices no hacerme nada, pero en realidad eres una mosca muerta que no hayas como metérsele a los ojos. A leguas se ve que te gusta. —Tú no sabes nada de mí y también me he esforzado, no tienes derecho a juzgar mi vida sino la conoces, además no sé de dónde sacas que el señor Abernathy me gusta eso es totalmente falso. —He visto como lo miras, se te cae la baba cuando lo ves en sus clases de equitación, también como lo admiras en secreto, por favor él es un hombre elegante, culto y muy…. Atractivo hasta yo lo miro por favor eso cuéntaselo a alguien quien no te haya visto babear por él.
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