Capítulo 2

905 Words
Horas antes… Magnus era un hombre enigmático, con una presencia que capturaba la atención de todos en la habitación. Esa noche, había contratado a una mujer voluptuosa para saciar sus deseos. La habitación del hotel estaba decorada con luces suaves y velas parpadeantes, creando una atmósfera cargada de misterio y sensualidad. —Quédate ahí… no te muevas —dijo Magnus con una voz suave pero firme, mientras se acercaba a ella. La mujer, de curvas perfectas y piel tersa, lo miró con un brillo de deseo en los ojos. —¿Qué tienes en mente? —preguntó, con un deje de curiosidad en su voz. —Quiero que te desnudes… despacio —respondió Magnus, recorriéndola con la mirada de forma deliberada. Ella comenzó a quitarse la ropa con movimientos lentos y sensuales. Magnus la observaba, su deseo intensificándose con cada prenda que caía al suelo. Cuando finalmente estuvo completamente desnuda, él se acercó y comenzó a besarla suavemente en el cuello, dejando un rastro de caricias húmedas que ascendían hasta su oreja. Ella soltó un suspiro entrecortado. Magnus deslizó sus manos por sus caderas, acariciándola con lentitud antes de volver a besar su cuello. —Arrodíllate —ordenó, con un tono de autoridad innegable. La mujer obedeció, inclinándose frente a él. Magnus se despojó de su ropa, quedando completamente desnudo. Ella lo miró desde abajo, con ojos encendidos de deseo. —Sécalo con tu lengua —dijo, sin apartar la mirada de ella. Ella lo tomó con una mano, inclinándose para recorrerlo con su lengua, lenta y tentadoramente. Magnus soltó un leve gemido. —Más rápido… —pidió con voz grave. Ella obedeció, acelerando el ritmo, su lengua y labios dedicados a él. Magnus enredó sus dedos en su cabello, guiando sus movimientos. —Estoy listo para ti —susurró, con un brillo intenso en la mirada. Ella se incorporó y se acomodó sobre la cama. Magnus se colocó detrás de ella, acariciando sus caderas antes de penetrarla lentamente. —Ahh… —gimió ella, adaptándose a su tamaño. Magnus comenzó con embestidas pausadas, aumentando poco a poco el ritmo. La mujer gemía, estremeciéndose bajo su toque. —Más… —susurró, jadeante. —Tómalo como la puta que eres —murmuró Magnus, incrementando la intensidad. Pasaron la noche entre gemidos y cambios de posición, el ambiente impregnado de sudor y placer. —Oh, Dios… esto es increíble —gritó ella, al borde del clímax. —Me voy a correr —advirtió Magnus, acelerando aún más. Un grito final llenó la habitación. Magnus se apartó, retirándose el preservativo y arrojándolo a la basura. La mujer intentó besarlo, pero él la detuvo con una mano. —Eso fue… increíble —susurró ella, sonriendo con satisfacción—. Por favor, hagámoslo otra vez. —Vístete y vete —respondió Magnus con frialdad. —Magnus Beranov… —dijo ella, poniéndose de pie lentamente, aún desnuda. Pero él no le dedicó una sola mirada a su cuerpo, su atención fija en su rostro, aunque sin mostrar interés alguno. —Ha sido el mejor sexo de mi vida. ¿Puedo… volver más tarde? No me importa no cobrar —insistió, mientras Magnus reprimía un suspiro. Él ya se había puesto una bata y no tenía intención de prolongar la conversación. En ese momento, uno de sus hombres llamó a la puerta. La mujer se vistió rápidamente. —Señor, lamento interrumpir, pero es sobre Liam —informó, mostrando un teléfono. Magnus lo tomó y, con un gesto, señaló a la mujer. El guardaespaldas la condujo fuera, pero ella insistía en quedarse. Sin embargo, sus súplicas no obtuvieron respuesta. Para Magnus, era solo otra escena más… algo que ya había vivido demasiadas veces. La mujer, al sentir la fría y dura mirada de Magnus, decidió no decir nada más. El hombre era conocido por matar a cualquiera que lo desobedeciera, y ella no quería ser parte de esa lista. … Cuando Magnus terminó de hablar por teléfono con Liam, sus ojos se suavizaron. Liam le había contado la razón de su viaje y también le había pedido un favor. Magnus no pudo negarse. En ese instante, recordó a Alice, la linda hermana de su mejor amigo, y se preguntó cómo estaría después de tanto tiempo. La idea de visitarla se apoderó de su mente. Sin perder tiempo, le habló a su guardaespaldas y le ordenó que preparara el auto: saldrían en ese momento. Ahora, frente a Alice, Magnus contemplaba la imagen de aquella joven que había cambiado tanto. Ella recordó el nombre de Magnus, el inseparable mejor amigo de Liam, pero jamás imaginó que se vería tan imponente y atractivo. Por un momento, se quedó pasmada, sin saber cómo reaccionar. Magnus, conocido por su aura fría y su sonrisa casi inexistente, por primera vez se permitió sonreír al ver a Alice. Aquella sonrisa, sutil pero genuina, revelaba algo que solo él sabía guardar con cuidado. Con la mirada, Magnus recorrió su cuerpo: los shorts cortos que dejaban al descubierto sus tersos muslos, el top que mostraba su abdomen adornado con un pequeño anillo en el ombligo, su piel lechosa que contrastaba con el cabello n***o largo y sedoso, cayendo en ondas suaves. Sus ojos color avellana y sus labios carnosos le hicieron recordar por qué siempre le había gustado. Había algo en ella que iba más allá de la simple apariencia: una mezcla de inocencia y misterio que lo hacía suspirar sin poder evitarlo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD