Introducción
Frente a la entrada de esa gran hacienda estaba ella, completamente empapada, con la ropa desgarrada y de rodillas sobre la tierra mojada. Las gotas de lluvia se mesclaban con sus lágrimas en cada rugido desesperado brotando por sus labios, llenos de odio, dolor y desesperación.
Cada relámpago destellando en el cielo, iluminaba su desconsuelo en medio de aquella oscuridad.
Emilia gritaba con el odio que era capaz de generar en ese instante, por sentirse burlada, humillada y sobre todo, porque sentía tanto dolor partiendo su corazón por la decepción de aceptar que fue lo que siempre dijeron de ella: una conquista más del caprichoso joven Max.
Lloraba deseando desaparecer del mundo,
lloraba arrepentida de haberse enfrentado a todos por él y,
lloraba al recordar las estúpidas promesas que ella creyó sin dudar.
Flashback
— En cuanto lo vi, me recordó a ti y lo que significas en mi vida –susurró Max solo a centímetros de su rostro, mirándola con intensidad mientras acaricia aquella luna colgando del delicado cuello de ella-. Te amo Emilia, eres lo más valioso de mi mundo
— Tú eres mi mundo entero –le confesó ella, con el rostro sonrojado y el corazón ansioso ante su peligrosa cercanía
— Tú eres mi Luna -aseguró, encantado por sentir ese calor emanando de sus cuerpos, deseándola a cada segundo con mayor intensidad-. El mundo podría destruirse en cuestión se segundos si no existiera la Luna y yo no podría vivir sin ti a mi lado. Prométeme que brillarás cada noche como mi amor por ti lo hará, iluminarás mi vida aun cuando todo esté en tinieblas y nunca me olvidarás –ella simplemente asintió levemente, confirmándole que él era y siempre sería inolvidable-. Eres y serás mi compañera por toda la eternidad Emilia.
Sus manos abandonan aquel dije y suben por su cuello acariciando el rostro de la rubia hasta nublar por completo sus pensamientos, dejándola divagando en el limbo de sus avasallantes sensaciones y las ganas por sentir los labios de Max sobre ella.
Fin del Flashback
Limpió sus lágrimas con amargura y gritó lo que jamás pensó expresar en su vida.
— ¡Te odio! ¡Te odio Maximiliam Fianchini!
Un grito desgarrando todo a su paso, dejando solo un cuerpo vacío, sin fuerzas y muerta por dentro, que el mismo Max logró escuchar sin poder ir tras la chica que él amaba con su alma.
Se quedó quieto, preguntándose si había alguien peor que él, permitiéndole a su madre lastimarla mientras él permanece como espectador del sufrimiento de Emilia. Era un cobarde, que había encontrado a la persona correcta en el momento equivocado de su vida, cuando no tenía el poder para luchar por ella ni enfrentarse al mundo.
“Y así pasó el tiempo, la luna iluminó cada noche para ella, recordándole lo estúpida que había sido al confiar en el amor, reavivando en ella el rencor, desprecio y el ardor en su pecho. La luna solo le mostraba las tinieblas de su mundo jactándose de ser la causa de su infeliz vida”