CAPITULO 12

1831 Words
ALESSIA Ya ha pasado una semana desde que Bratt llegó a Sicilia, todo ha sido un caos, he evitado constantemente toparme con Lucifer, por las noches me toco pensando en él, es como si mi cuerpo reclamara el toque de sus manos, como si mis labios desearan sus besos. Mi cabeza repite ese momento como una maldita escena en mi cabeza y por más que intente eliminarlo se ha instalado allí como un virus que me comienza a consumir. He intentado follar con Bratt, y por más que me guste lo delicado y tierno que es, mi cuerpo siempre pide más, al parecer no sabía que me gustaba la tormenta, en vez de una cálida calma. Con Bratt llego al clímax, pero no al orgasmo y eso me frustra, ya que es como si Lucifer me hubiera enviado alguna maldición para que mi cuerpo no respondiera a mi novio, y me odio por eso, me siento sucia. Si me preguntan que, si me arrepiento, dedo ser sincera y no, no me arrepiento. Lucifer aquella noche, me destruyó pedazo a pedazo y puedo decir que la destrucción nunca se ha sentido mejor. No pienso ponerme con mojigaterías, en decir que no lo disfruté, porque estaría siendo hipócrita. Lo disfruté y mucho, y muero por repetirlo, sé que no estoy siendo racional, pero ¿A quien no le gusta la oscuridad? ¿Quién no disfruta de lo prohibido? Todos somos pecadores, y si no lo eres, en algún momento llega el diablo a tentarte. -¿Amor? – Un suave toque en mi rostro, me trajo que vuelta - ¿Pasa algo? -¿Eh? – Miro a mi novio y me siento mal por él. Mientras él, es un príncipe conmigo, yo estoy pensando en un demonio, que solo puede terminar acabando conmigo. A las mujeres de hoy en día no le gusta lo bueno, lo puro. Ahora nos gusta lo oscuro y lo pecaminoso. Si vemos la realidad, hay personas que pueden bajarte el cielo, y hay otras que te pueden llevar al infierno, y hacer que tocas el cielo, porque lo hacen tan ameno que prefieres arder y quemarte, a vivir y no sentir plena. -Te preguntaba que, si querías que pasara por ti, cuando termines las clases – Bratt me da un suave beso en los labios. -Sí, me encantaría – Le digo con una sonrisa. -Iremos a una cita. El corazón se me comprime, y la culpabilidad toca a mi puerta, por más que no me arrepienta, no quiero lastimarlo, no se lo merece, y por más que quiera volver a tener a Lucifer entre mis piernas, voy a luchar con todas mis fuerzas para no volver a caer. No voy a volver a pecar con el diablo, voy a quedarme en la tranquilidad que me ofrece este hermoso ángel. Me acerco y estampo mis labios con los suyos, su beso es tranquilo, calmado, pausado, algo dentro de mí se enciende y me cabeza trae la imagen de cierto demonio de ojos grises. Comienzo a exigir más del beso, lo vuelvo necesitado, deseoso, mi lengua baila con la de Bratt, mi cuerpo exige más, así que llevo la mano a su entrepierna. No me importa que estemos en el estacionamiento del campus, yo quiero sentirlo. Nunca lo he hecho en un auto, debo decir que nunca he hecho nada extremo y quiero comenzar hacerlo. -¡Ale! – Mi novio me habla entre besos – Estamos en el estacionamiento del campus. Alguien puede vernos. -No importa – Le digo, mientras masajeo su polla – Quiero hacer algo extremo, además te necesito. Miento, no lo necesito a él, mi cuerpo necesita a otra persona, pero no la puedo tener. Sin pensarlo me siento en su regazo y comienzo a mover mis caderas, siento como la polla se le va endureciendo, mis manos se cuelan entre su camisa y sus manos se posan en mis muslos. Sigue besándome lento y no quiero besos románticos, quiero besos salvajes, dominantes, posesivos, quiero que me consuman por completo. -Cariño. -¿Qué? – Le digo más desesperada por sentir liberación. -No puedo hacerlo – Me aleja - ¿Desde cuando eres tan desvergonzada? Mi cuerpo se queda inmóvil y mi mirada se conecta con la suya, siento como el calor sube por mi cuerpo y llega hasta mi rostro, dedo tener la cara roja como un tomate. Bratt me mira de una manera que me hace sentir pequeña, como si estuviera cometiendo el peor de los pecados. -¡Lo siento! – Le digo. -Las princesas no se comportan así – Me baja de su regazo – Si quieres que te haga el amor, lo haré con gusto, pero en una habitación, no en un auto como si fueras una puta. Me desinflo, y si antes me sentía culpable y avergonzada, ahora me siento peor, no suelo ser así de atrevida, pero he visto como Lucifer se folla a esas chicas en el aula de clase y parece excitante, sentir esa adrenalina que en cualquier momento te pueden pillar. -Lo siento – Vuelvo y digo – Debo irme. Me dispongo a salir, pero Bratt me toma del brazo y me detiene, me da una mirada, como si estuviera evaluando mi cuerpo. -Esa falda está muy corta, te he dicho que no te vista así, solo las putas lo hacen – Dice con desprecio – Por esta vez lo voy a dejar pasar, pero procura ponerte algo más decente. Rechino los dientes, Bratt es caballeroso, pero siempre me ha criticado por mi forma de vestir, es un tanto controlador, pero sé que me ama. -A mí me gusta – Le suelto. -Pero a mí no – Inquiere. -Pues de malas – Chillo. -No te vas a seguir vistiendo así cuando nos casemos – Aparta su mirada de la mía – Ahora sal del auto, no quiero que llegues tarde por mi culpa. Salgo del auto, con miles de sensaciones y emociones en mi cuerpo ¿En que estaba pensando cuando le dije que lo hiciéramos en el auto? Bratt no es de esa clase de chicos, a él le gusta ir al teatro, al cine, a cenar, es demasiado romántico y tranquilo. Voy caminando distraída, sumida en mis pensamientos, cuando choco con un cuerpo duro que parece una pared. -¡Auch! – Chillo. -¿Quedaste ciega? – Esa voz hace que mi cuerpo se tense y que mi centro palpite. ¡Dios mío! Es literalmente como la canción, "se mojarán las bragas con solo mirarla a los ojos" elevo el mentón, por muy nerviosa que esté, por muy caliente que me ponga, no le pienso dar el gusto de revelar todo lo que me hacen sentir. Aun no olvido las palabras que me dijo después de follarme toda la noche, aquella vez. -Lo siento, es que como no eres nadie, mi mente automáticamente te elimina – Contesto airosa. -¡Puaf! – Dice y blanquea los ojos – Por más que quieras hacer que no existo, eso es imposible, ya que sé que debo estar clavado en tus pensamientos. Lo fulmino con la mirada y prefiero seguir mi camino, no vale la pena discutir con él, es solo una pérdida de tiempo. Pretendo seguir por donde venía y siento como mi pie se enreda con algo y aterrizo de rodillas al piso. Un quijo sale de mi boca y alzo la mirada, para encontrarme al estúpido demonio de ojos grises mirándome con una sonrisa en el rostro. -¿No me vas ayudar? – Ladro. -¿Por qué tendría que hacerlo? – Contesta despreocupadamente – Dijiste que no soy nadie. -Eres un imbécil – Chillo. -¡Lo sé! Y sabes que es lo peor de todo – Yo solo lo miro con rabia – Que tu tambien lo sabes y aun así te sigo gustando. -Y no me gustas. -¿Cómo no te voy a gustar? Solo mírame – Dice airoso. Me levanto, me limpio las manos y las rodillas, puedo ver como hay pequeños rastros de sangre, ya que me raspe. -Eres un maldito narcisista, egocéntrico, no le sirves a nadie – Le digo. -¿Cuándo has visto que un rey le sirva a sus bastardos esclavos? -Idiota Lo veo sonreír. Me giro sobre mis talones para largarme de aquí, no lo soporto, esa mirada penetrante, a pesar de que es de ojos claros, la oscuridad invade sus ojos. Doy un paso, cuando siento que me toman de las rodillas y la cintura y me alzan. -No te enojes principessa – Me susurra en el oído, y su aliento toca mi cuello, puedo sentir su embriagador aroma huele a pecado y peligro. -Me caes mal y te odio – Le digo. Sé que puedo bajarme, pero realmente no quiero, ya que puedo sentir la calidad de su cuerpo y por alguna extraña razón me siento protegida en sus brazos. -Eso tambien lo sé – Me dice serio y mirándome con esos grandes ojos grises. -Pero... - Digo y me muerdo el labio inferir. Desde esta posición puedo detallar más su hermoso rostro, rasgos marcados, finos y afilados, largas pestañas, cejas bien definidas, labios carnosos, mandíbula bien marcada, Lucifer es el claro ejemplo de que la maldad, la oscuridad y la lujuria se te presentan en seres totalmente bellos. -¿Pero...? – Sisea y sus ojos se clavan en mis labios. -Una cosa muy diferente es que me caes mal y la otra es que no sé por qué deseo tanto que me hagas tuya una vez más. Siento que un gruñido sale de su boca, su pecho vibra y yo ya estoy empapada. Lo veo respirar profundo. -No sabes lo que dices principessa. -Si lo sé – Inquiero. -No creo que a tu novio le guste que le estés diciendo ese tipo de cosas a otro hombre. -Él no tiene por qué enterarse – No sé de donde me sale tanto descaro, pero es que con Lucifer no se puede ser racional. -No vamos a volver a follar – Me suelta, su respiración está agitada y su agarre cada vez se hace más fuerte – Solo fue un polvo, y tengo la regla de que solo me follo a una mujer una vez, si lo hago varias veces, vienen los dramas innecesarios. -¡Vaya! Con esto afirmas que todos los hombres son una basura. -¡Puaf! "todos los hombres son basura" – Una sonrisa ladina se le dibuja en el rostro – Lo dice el género que nos echó del jardín del Edén. Lo veo sonreír, y es la sonrisa más hermosa que haya visto en mi vida, parece un ser celestial. Aparta la mirada y sigue caminando conmigo en brazos, y yo me hipnotizo con su belleza y me dejo embriagar con su aroma. Siempre me ha gustado la luz, pero ahora quiero perderme en la oscuridad que es un ser como Lucifer.
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