CAPITULO 10

2068 Words
ALESSIA Toda la noche he sentido la mirada penetrante de Lucifer en mi cuerpo, con cada movimiento que hago, siento que mi cuerpo arde, es como si mi cuerpo gritara – Quiero ser fuego en esa hoguera – Tomo aire – Quiero quemarme sin miramientos a nada más, sin preocupaciones del que dirán – Al fin y al cabo, después puedo echarle la culpa al alcohol. -¿Puedes dejar de moverte así? – Siento como unas manos rodean mi cintura y me aprietan fuerte – Me estas volviendo loco y no respondo de lo que pueda llegar a hacer. Siento algo duro en mi espalda - ¡Dios! Está erecto - Parece que tuviera un bate ahí. De mi boca se escapará un suave jadeo. -¿Cómo no puedo moverme? – Le digo. Comienzo a restregar mi culo en su entrepierna y lo siento gruñir, su agarre se vuelve más fuerte. -No me provoques principessa – Me dice respirando con dificultad. -¿O qué? – Le digo sin apartarme. Sé que tengo novio, y que nada de lo que estoy haciendo está bien, pero este hombre no sé qué tiene, que saca un lado de mí, que no conocía. -Bien caliente que me saliste y tan tierna que te ves – Me dice con una sonrisa. Su respiración toca mi cuello y debo decir que eso me hace estremecer. Una de sus manos suavemente va subiendo por mi abdomen, hasta llegar a mi pecho. -No sé de qué me hablas – Me hago la desentendida. -¿No dices que soy un demonio? Que te caigo mal – Una de sus manos aprieta mi trasero y la otra masajea una de mis pechos. Esos toques, están haciendo que mi centro arda, nunca había experimentado estas sensaciones. -Una cosa muy diferente es que me caes mal y la otra es que no sé por qué, deseo tanto que me hagas tuya – Me giro y quedamos cara a cara – Pero igual me sigues cayendo mal. No dejo de pensar que eres un demonio. -No sabes lo que dices Alessia – Lo escucho tomar aire – Deja de decir esas estupideces. Nuestros rostros están tan cerca uno del otro, nuestros labios están a escasos centímetros, sus manos están acunando mi trasero y apretándolo de una manera tan sugerente, su erección está pegada a mi abdomen. De un momento a otro lo veo alejarse bruscamente. Yo quedo algo confundida. -Es mejor que me vaya – Se pasa las manos por la cara y juega con el aro de su labio – Si me quedo un minuto más haré una locura. Lo veo alejarse, y yo me quedo con un vacío. No sé qué me pasa, pero quiero besarlo, estar entre sus brazos, quiero hacerlo sucumbir ante mí. Tomó aire, y me dirijo a la barra, pido dos tragos de tequila, para lo que voy hacer, necesito fuerza. Cuando me los dan, me los bebo de un solo y me pongo en marcha. Subo al elevador, marco el número de piso. Siento que las manos me sudan, la respiración me va faltando. Tengo mucho alcohol en la cabeza, y eso va a ser una buena excusa mañana. Llego a la puerta y sin tocar la abro. Lo encuentro, allí, mirando a la ventana, tiene una cerveza en la mano y su vape en la otra, está sin camisa y mirando por la ventana. ¡Dios! Este hombre es de otro mundo. Su piel blanca como la nieva, está adornada de la tinta de sus tatuajes, en la espalda tiene un enorme demonio que le cubre casi toda la espalda. Al girarse y darse cuenta que estoy allí, se le oscurece la mirada. Puedo detallarlo mejor, no es de tener muchos músculos, pero si, tiene un cuerpo bien trabajado, un abdomen que válgame Dios, unos brazos, un pecho. El cabello le cae en la frente y yo me estoy derritiendo. -¿Qué haces aquí, Alessia? – Me dice tomando aire – No sabes en el infierno en que te estas metiendo. Me encojo de hombros, intentando demostrar que estoy relajada. -Si vives en un infierno, entonces vuélvete un demonio – Le digo. No dejo de detallarlo. Lucifer es un hombre como de otro planeta, no puedo describir la belleza que lo caracteriza, sus hermosas cejas pobladas, esas largas pestañas, esos labios rosados y carnosos, su pequeña nariz, su cabello tan n***o como la noche, esos hermosos ojos grises que son una tormenta, de esas que te anuncian que cuando pasan por tu vida, destruyen todo, su cuerpo esculpido por los mismo dioses, ese aura misteriosa y demoniaca que lo caracteriza, esa imponencia, rudeza, que se carga. -Si pasas esa puerta, te garantizo que será tu perdición principessa – Me dice con una sonrisa ladeada. -Voy a tomar el riesgo – Cierro la puerta – Y mañana diré que fue culpa del alcohol. en cuatro zancadas ya lo tengo frente a mí, posa una mano en mi mejilla y comienza acariciarla hasta llegar a mi labio inferior. La oscuridad comienza a adueñarse de sus ojos. En ese momento sentí que era suya, me tendría cuando el quisiera. Aquí podemos ver que los monstruos no son siniestros o feos, ellos son atractivos, así como el pecado, que te incitan y comienzan a dominarte sin que te des cuenta. Lucifer era el ángel, más hermoso, eso decían en mi clase de catequesis, si alguna vez tuve curiosidad por saber si era real, ahora me daba cuenta de que si, ya que aquí, frente de mí, tengo la rencarnación del mismísimo rey del infierno, tiene hasta su nombre. Me siento deslumbrada por su belleza, Lucifer me miraba sin pestañar, recorría mi cara y mi cuerpo, con una extraña mirada que no lograba descifrar, sus facciones nunca dejan ver que pasa por su mente. Sin pensar Lucifer se apoderó de mi boca, sus labios carnosos revolotearon sobre los míos, me llenaron la boca de un aliento cálido y exploraron, me mordisqueo y mordió mi labio inferior antes de volver a apoderarse de mi boca, inclinando la cabeza de un lado a otro, hundiéndose en ella para acariciarme con ferocidad. Abrió la boca, sacó la lengua y se abalanzó sobre la mía. Yo hice lo mismo, me atrajo hacia él, me devoró despacio y con pasión. Sin dejar de apretar las manos que tenía en mi trasero, gruñía en mi boca, como si fuera agua que uno encuentra en el desierto. Gemí pegada a sus labios y pasé la lengua por todos los rincones sin ninguna pericia. Estaba totalmente excitada. Con fuerza me cargó he hizo que mis piernas rodearan su cintura, me llevo hasta la cama, sin dejar de besarme. Me dejó en ella y rápidamente me quitó el vestido que llevaba puesto. Mis pechos quedaron expuestos, se podía ver mi braga de color rojo, sus ojos recorrieron mi cuerpo nuevamente, se veían oscuros, ese gris estaba casi extinto, se relamía los labios y tragaba con dificultad. -No sabes dónde te has metido principessa – Volvió a decirme. -Ya te dije que correré los riesgos – Le dije casi jadeando por los besos. Podía ver su enorme erección dibujada en su vaquero. Se la sobaba como si le doliera. Sonrió de lado y volvió apoderarse de mi boca, sus manos fueron a mis pechos, mientras el besaba, mordisqueaba y chupaba mi rostro, mi cuello y el lóbulo de mi oreja. Yo soltaba pequeños gemidos. Sentía como si mi centro se encendía. Lucifer tambien gemía contra mi boca. Con unos pocos movimientos rápidos, se quitó los pantalones juntos con el bóxer. Me costó horrores no abrir la boca sorprendida - ¡Dios! – Es injusto que además de belleza a este hombre le hayan dado tremendo armamento. Lucifer volvió a mi boca, y poco a poco fue bajando una de sus manos hasta mi centro. Al llegar allí, me avergoncé un poco ya que estaba totalmente húmeda. Comencé a refregar mi centro con el toque de sus manos, me sentía desesperada por calmar esta calentura que tenía. Lucifer con la mano que tiene libre toma mi rostro, y pasa la lengua por mis labios, mientras su otra mano hace maravillas en mi centro, abre los pliegues, frota, masajea, introduce dos dedos, mientras que su dedo pulgar hace círculos en mi clítoris. Siento que me va a volver loca, con sus toques, con sus besos. Retira la mano de mi centro y se lleva los dedos a su boca, saboreando mi esencia. Debo decir que eso hace que mi rostro se sonroje, es algo, tan perverso y a la vez tan seductor. Toma mi cara y se prende de mi boca en un beso húmedo y caliente, saborea mi lengua, puedo percibir el calor que emite, como se tensan los músculos y se le dispara el corazón. No pierde el tiempo y se prende de mis picos erectos, los magrea y los lame uno por uno, chupa y disfruta de ellos. -¡Que delicia! – Me dice cuando los suelta. Mi menta trae a Bratt a mi cabeza - ¿Qué estoy haciendo? – Te has vuelto loca Alessia. Tienes novio. -Tengo novio – Jadeo. Lo veo sonreír. -Nadie sabrá esto – Me retrega la erección – Será nuestro secreto. Dijiste que mañana le echarías la culpa al alcohol y yo puedo decir que estaba caliente. Además, que ahora que tientas al diablo, no lo vas a dejar así. Sube por mi pecho en busca de mi boca, pierdo la fuerza y comienza a moverse suavidad cuando me besa. Aprovecha y mete el brazo bajo mi espalda y me estrecha contra su pecho mientras repasa mis labios y vuelve a prenderse de ellos. Lucifer se ve que no es de besos tiernos, sus besos dan una clara muestra que es ardiente en todo lo que hace, es de esos hombres que te queman y te marcan para toda la vida. En un movimiento involuntario inclino mi pelvis en busca de su gran erección. Desciende por mi abdomen hasta llegar a mi centro, me da besos y se abre paso con su boca entre mis pliegues, lame, chupa y da suaves mordidas que me hacen jadear. Lleva una mano allí y la otra la deja en uno de mis pechos, me penetra con la lengua, mientras que su lengua masajea mi clítoris. Vuelve a penetrarme y yo me aferro a su mano, estoy echa un lio, siento como suena mi humedad y eso me avergüenza. Hundo mi pelvis y comienzo a moverme como él estuviera dentro de mí. Me relamo los labios y suelto jadeos desesperados. Deja de darme el oral y vuelve a mi boca, acomoda su m*****o en la entrada de mi centro, roza su cabeza en mi clítoris, ya no respiro bien. Me separa las piernas con las rodillas y se deja caer sobre mí, busco sus ojos, veo la oscuridad y el deseo en ellos. Me besa y me embiste. Cierro los ojos y me acaricia las piernas, alzo la pelvis y lo siento completo. Le doy un beso urgido, lleno de auténtico desespero. Siento como la respiración se le atasca. Lucifer sale y vuelve a entrar, me sujeta de las caderas y comienza los embates sincronizados, me está dando en el punto exacto, suelto gemidos y jadeos, me aferro a la tela de las sabanas. Choca conmigo una y otra vez, hace círculos con sus caderas - ¡Me está volviendo loca! – No deja de embestirme. -¡Lucifer! – Digo entre Jadeos - ¡Dios! Me da un beso. -No metas a Dios en esto – Me dice, jadeando – Esto es entre tú y yo... No deja de arremeter contra mí, de apretarme los senos, de devorarme la boca. Mete las manos bajo mi espalda y se aferra a mi trasero ahuecándolos con fuerza mientras me marca el cuello y los pechos. El orgasmo nos llega a los dos. Él se entierra más en mí y se descarga dentro. -Eres realmente exquisita principessa – Me da un casto beso en los labios y se tira a mi lado. Yo me quedo quieta. Ahora pensándolo bien, le he sido infiel a mi novio, al hombre que tanto digo amar y con un puto que solo vive para follar. Eres una estúpida Alessia. No vales nada. Eres una zorra.
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