Capítulo 2.

1297 Words
Solo un espejismo. Pov Isabella. 3 años atrás… Estoy en la cama que comparto con el hombre que creí conocer, el que creí que me amaba, por quien dejé todo; y perdí todo. Pero el sueño me vence y duermo, ya que son las once de la noche y él aún no aparece. Siento ruidos dentro del baño de la habitación, el hombre que hace dos años me convenció en casarnos hoy está frente de mí, con el rostro contraído por furia absoluta, y sus ojos negros están ardiendo de odio puro. Sus venas sobresalen en su frente y sus brazos mientras sus manos aprietan mi cuello. Enseguida me retuerzo en la cama por la falta de aire. Estaba aún media dormida, pero sabía que algo andaba mal, porque estaba haciendo esto, no podía respirar. En ese momento, abro mis ojos de par en par, todavía algo somnolienta por haber despertado recientemente. Entonces, mi mente reacciona a que mi esposo tiene sus manos en mi cuello, las cuales la estaban asfixiando. Me siento confundida y el pánico me consume por el hecho de que me está matando. Una vez que mis pulmones comenzaron a implorarme por aire, mi instinto de supervivencia se activa y, de inmediato, mis uñas se clavan en las manos y brazos de Hugo tratando de defenderme de mi esposo. Acto que no funcionó, ya que el hombre no se apartó ni un solo centímetro y hace lo impensable de que una de sus manos abandona mi cuello. Sin embargo, el hombre no se apartó ni un centímetro. En lugar de eso, él apretó aún más el agarre en mi cuello, haciendo que mi consciencia empezara a abandonar mi mente y mi rostro se pusiera de un rojo intenso, y mi visión se nublara. Pero si eso creía que era lo último y peor que podría hacer, pues me equivoqué, ya que él se adentra en mí y sin querer permitirlo, él me viola, y luego recibo la golpiza de iniciación de “nuestro matrimonio”. A la mañana siguiente mi cuerpo duele, pero lo que más duele es mi alma. Ver la bestia en que se convirtió de la noche a la mañana me da terror saber de qué podrá ser capaz. Por fin tomo las fuerzas para levantarme de la cama y mirar el espejo. Cuando ya estoy frente a él, mi ojo se desborda por lo que ven en el reflejo del espejo. Mi ojo izquierdo está completamente cerrado por los golpes que recibió. Un corte en mis labios está impreso, mi cuello tiene sus manos marcadas y mis brazos tienen los morados en varias partes. De repente, la puerta se abre de par en par y la chica de la cocina entra casi corriendo. Su rostro palideció ante la escena que ve, pero no pierde un segundo. Se apresura a mi lado y me toma mi brazo, lo cual causa un dolor, haciendo que gima por esa acción. —Señora por Dios… —No dice nada más. Me ayuda a ducharme y ponerme nuevamente un pijama, pero cuando quiere decirme algo, ingresa Hugo con un ramo de flores y unos chocolates. . — Déjame con mi esposa y que nadie nos moleste, tráenos el almuerzo. — Dice Hugo muy meloso. . — Princesa, disculpa por lo de anoche, pero tu padre nuevamente me corto el financiamiento en plena reunión y no tuve con qué pagar. . —Y te vi a ti dormir tan tranquila, mi rabia me cegó y fui malo contigo. Sus ojos me escrutan y me abrazan, lo perdono no porque crea, sino que en sus palabras y en sus ojos hay una advertencia no escrita que me hace tragar en seco. Pasan los días y su comportamiento vuelve a ser el mismo, el hombre atento que me enamoró hace dos años, cuando él trabajaba en la empresa de mi padre. Su bombardeo de amor me cegó muchas veces, más porque estaba sola, ya que él me aisló de todos. De mis amigas de la universidad me alejé de ellas, puesto que él siempre me advirtió que ellas eran malas y lo demostró varias veces. Por el hecho de que se acostó con muchas, haciéndome ver que ninguna era de confianza. 2 meses después… Llamada entrante …. Hugo H: ¿Dónde, mierda, estás? H: ¿Qué llegó a mi casa y la maldita de mi mujer no está aquí? H: responde de una puta vez. I: vine a hacer las compras para la casa, te avisé. I: no me trates así, soy tu esposa, no tu perro. — respondo. Pero ese fue uno de los miles de errores que tuve que pagar. Ya que al llegar a casa, Hugo estaba dando vueltas por toda la sala como león enjaulado. A penas me siente entrar su rostro rojo, que por la ira me hacen retroceder. Pero él es más rápido me toma de la moña que tenía echa en mi cabello, acción que me hace caer al piso, lo cual él aprovecha para sacarse su cinturón del pantalón y golpearme, mi reacción solo fue cubrir mi rostro con mis brazos quedándome en modo fetal mientras mi espalda, piernas y brazos sufrían de la ira de aquel acto. Cuando termina, él se retira de la casa dando un golpe fuerte en la puerta. La casa está en completo silencio, ya que como el día domingo, el personal descansa. Me levanto como puedo y me dirijo a mi habitación, en donde miro mi cuerpo y llamo sin pensarlo a mis padres. Yo fui un espejismo, las vendas de mis ojos no me dejan ver la maldad de este hombre. Llamando… Papá. P: Princesa, ese milagro. I: Papito, ayúdame, por favor…. — Hablo en un susurro, llorando por el dolor que me ocasionó este maldito por semejante golpiza. P: Voy pequeña. — Y la llamada se corta. No pasan ni quince minutos y mi papá ingresa a la casa forzando las puertas, corre gritando mi nombre. Al verme, se detiene de golpe. Mi madre viene detrás de él y, cuando sus ojos ven la escena, ella corre a mi lado y cae de rodillas llorando porque su niñita está así. No recuerdo muy bien cómo pasó todo, la cronología de lo que sucedió es casi nula. Ya que al despertar lo hago en un hospital. Las heridas no duelen como cuando fueron hechas; mi madre está a mi lado. Cuando se percató de que ya desperté, prácticamente se lanzó a mis brazos llorando. Mami, ¿cuánto tiempo ha pasado, puesto que mis heridas no duelen como al principio? .—Hija mía, has estado casi una semana sedada para que tu cuerpo hiciera una recuperación más rápida y para que no fuera dolorosa para ti, mi princesa. Y, ¡él! Mami, ¿dónde está?, pregunto, ya que no creo que se rinda tan fácilmente. .-En mi vida, el maldito y muy sínico vino diciendo que él jamás tuvo la culpa. La casa tiene cámaras por todos lados y podrán ver que él fue. . —Hija, te quiero preguntar y quiero que seas sincera, tú sabías que estabas embarazada. Mis ojos se abren de golpe, ya que eso jamás me lo esperé. La última vez que… O por Dios, mis ojos se llenan de lágrimas porque llegan a mis recuerdos de la última vez que él me violó, y queda más que claro que ella fue concebida el día en que el abuso de mí. No le digo nada más, porque cuando quiero hablar, Hugo entra en un estado deplorable, pero en ese momento cuando le informo que quiero el divorcio, en ese momento si antes todo era malo, pues la situación en este preciso momento se vuelve aún peor.
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